XXV

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La puta luz.

Fargan gruñó con molestia y enterró la cara en la almohada. Sabía al instante que despertaba al lado de Alejandro cuando sentía ese maldito rayo de sol golpeando sus parpados desde muy temprano. 

Y si de por sí ya le molestaba en situaciones normales, la resaca lo hacía mil veces peor. 

Sin la posibilidad de poder recuperar el sueño solo le quedaba una opción. Volvió a gruñir antes de incorporarse y sentarse a la orilla de la cama, detuvo sus movimientos en seco en cuanto sintió el mundo moverse a su alrededor. Que mareo. 

Se llevó ambas manos a la cabeza y la sujetó para enfocar mejor, la misma le dolía como siempre hacía luego de una buena noche de copas. 

Una vez sus ojos se estabilizaron le fue imposible reconocer su entorno, y un pinchazo de temor le invadió. Giró rápidamente la cabeza al otro lado de la cama  y asegurarse de que efectivamente era Alex quien ocupaba ese espacio. Otro mareo. 

Igualmente suspiró al notar aquella obscura melena lisa inconfundible a sus ojos. Trató de llevar sus recuerdos a la noche anterior, pero las imágenes eran borrosas, confusas y estaban muy dispersas. 

Recordaba haberse perdido y vagado por el centro de aquella extensa ciudad, recordaba haber conversado con muchas personas... ¿Eso que recordaba era un beso? Se frotó la nuca. ¿Con quién mierda se había besado? No tenía idea. 

También tenía breves recuerdos de Alejandro y su cara enfadada, y del extraño chico de cabello rubio y alborotado ayudándole a caminar. 

- Maldita sea - mustió y trató de frotarse la cara - Ah - se quejó en apenas un susurro para no molestar al otro. 

Se levantó por completo de la cama y salió de la habitación. Una vez en el pasillo miró en ambas direcciones. ¿Dónde mierda estaba el baño de ésta casa? 

Caminó silencioso hasta la puerta continua y la abrió con delicadeza. Dentro se encontraba Rubén durmiendo plácidamente, sus cortinas estaban cerradas así que la obscuridad todavía cubría la estancia. Fargan apenas tuvo tiempo de envidiarla antes de cerrar la puerta con la misma delicadeza para evitar despertar a su anfitrión. 

Continuó caminando hasta dar con una puerta más, esta vez al abrirla encontró lo que estaba buscando. Se adentró en el baño y lo primero que hizo fue mirarse al espejo. 

Ciertamente se sorprendió al toparse con un par de moretones: uno en la mejilla izquierda y el otro justo debajo del ojo derecho, además de un parche en el labio inferior y un raspón en su mentón. 

Eran claras heridas de golpes, las conocía de sobra, sólo que no recordaba haberse dado de ostias con nadie el día anterior. Aunque tampoco lo descartaba, conociéndose a sí mismo ni siquiera comprendía el por qué de su sorpresa. 

Suspiró pesadamente antes de seguir analizando su aspecto: su cabello estaba suelto, revuelto y enmarañado, al borde interno de sus ojos se alojaban unas cuantas lagañas y de la comisura de sus labios bajaba un camino de saliva seca. 

- Que asco - despreció su reflejo y se apresuró a mejorarlo lo más que fue capaz. 

Abrió el grifo y lavó su cara con agua fría para retirar las secuelas del sueño, tomó el pequeño cepillo para cabello que se encontraba al lado del lavabo y trató de desenredar su melena sin jalarse demasiado, fallando en el intento. 

No podía decir que lucía bien, pero al menos ya no tan hecho mierda como hace un par de minutos. Se encargó del resto de sus necesidades antes de abandonar el cuarto de baño. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora