XXXVII

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Las semanas iban pasando y con ellas un montón de situaciones.

La relación de Alex y Fargan no podía ir mejor. Si bien seguían teniendo una relación profesional y carnal, ahora había algo más. 

La confianza que Alejandro sentía hacia su compañero se hacía cada vez más grande. Ya no temía contarle nada, y si bien el mayor pocas veces le comprendía, siempre le escuchaba y le apoyaba. Tal y como había prometido. 

Las pesadillas habían disminuido también. Ya fuera por Wilson cuando pasaba las noches solo en casa, o por Fargan, que con el simple hecho de rodearle con los brazos y arrullarlo con el tenue latido de su corazón desaparecía cualquier miedo o inseguridad. 

Pasó de ser su enemigo a ser su compañero. De su compañero se convirtió en su amante. Y ahora su amante y compañero podía ser considerado como su amigo. 

Las sensaciones que el mayor le producían se volvían cada día más fuertes y sabía lo que eso significaba. Ya aceptaba su cariño por Fargan, pero sabía que eso se estaba convirtiendo en algo más. 

Y por primera vez no tenía miedo. 

Sabía que David se sentía igual y eso lo animaba a ser cada vez atrevido, más cariñoso, más él mismo.

Pasaba largas horas después del trabajo hablando con Rubén al respecto, cosa que ayudaba mucho al mencionado a evadir un tema que a él le agobiaba. 

La relación de Rubén y Samuel también había progresado, en realidad. Tanto que Samuel conocía a la perfección los horarios del menor y ocasionalmente le llamaba para salir a comer, cenar o desayunar. 

Por su parte, Rubén tampoco había desistido de su plan de conquista, y cada momento con Sam era claramente gratificante. 

Todavía no estaba seguro de como un hombre tan fuerte e intimidante podía en realidad ser la cosa más dulce, divertida e interesante que había conocido hasta ahora. 

Pero a pesar de ese enamoramiento tan fuerte que tenía, luego de pasar un agradable momento con el mayor no podía evitar pasar las siguientes horas comiéndose la cabeza con respecto a aquél misterioso chico de cabello blanco.

La duda se había vuelto tan insistente que finalmente había decidido resolverla. 

- Sam - lo llamó con cautela mientras empujaba de un lado a otro con un tenedor la aceituna que no deseaba comer.

- Dime - respondió el otro a medio bocado. Esa noche el super le había invitado a cenar.

- ¿Puedo hacerte una pregunta muy... personal? - preguntó con los nervios revolcándole el estómago.

- ¿Qué pasa, Doblis? Creí que ya estábamos en ese punto de confianza. - le sonrió con sinceridad para tranquilizarlo - Cuéntame - pidió con una voz tan dulce que le produjo un escalofrío.

- Bueno, si ese es el caso - soltó el tenedor y apoyó ambos codos sobre la mesa para posteriormente dejar caer su cabeza sobre sus manos. - Espero que no te lo tomes a mal. - pensó en voz alta.

- ¿Por qué lo haría? - ladeó ligeramente la cabeza.

- Lo que pasa es... ¿Recuerdas la noche que me quedé en tu casa? - tentó.

- Si, fue en navidad ¿Por qué? - lo incitó a continuar.

- Bueno, me dejaste una nota y yo... la leí - 

- Claro, esa era la idea - soltó una ligera risilla haciendo que el menor se sintiera estúpido.

- El punto es... - no paraba de hacer absurdas pausas - Bajo la nota había una fotografía - no hizo falta que dijera nada más para que la sonrisa de Samuel desapareciera y se removiera incómodo en su sitio - ¿Quién... ? - se planteó la idea de dejar el tema de lado al avistar una mueca en el rostro del otro, pero si no resolvía la duda no estaría tranquilo - ¿Quién es el de la foto? - formuló finalmente. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora