XII

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Esta era la primera vez que Fargan se despertaba primero que Alex, ¿Y cómo no? Si la maldita luz del sol brillaba con toda su intensidad colándose por el ventanal. Lo peor es que a Alex no parecía molestarle, ya que dormía plácidamente al otro lado de la cama. 

Se levantó sin ganas, buscando su ropa interior en el camino, bostezó antes de adentrarse en el cuarto de baño. Antes de volver a salir ató su cabello en una descuidada coleta y volvió a la habitación. El menor aún no daba signos de vida. 

Sonrió al ver su rostro tan tranquilo y relajado, se veía tan pacífico, tan adorable e inocente. Por reflejo se le regresaron a la mente los recuerdos de la noche anterior, ese mismo rostro dulce también podía lucir tan erótico, y ala vez tan imponente y aterrador. 

Se le volcó el estómago al pensar en la cantidad de facetas que tenía el comisario, aún más cuando se dio cuenta de que no había ni una sola de ellas que no le provocara escalofríos, unos muy satisfactorios escalofríos. 

- ¿Por qué estas mirándome? - habló Alex aún sin abrir los ojos. Fargan dio un pequeño brinco de sorpresa.

- ¿Cómo...? - no tuvo que terminar de formular la pregunta. 

- Tu mirada es pesada - finalmente abrió los parpados, dejando tonto a Fargan con aquellas orbes que resplandecían cual zafiros. - Responde mi pregunta - ordenó, pero el otro seguía demasiado perdido en su mirada. 

- Te miro porque eres una preciosidad - admitió luego de un momento, sus palabras fueron tan sinceras que hicieron que el comisarios se sonrojase y apartara la vista antes de incorporarse.

- Que tonto eres - fue lo único que atinó a decir. Fargan lo vio mientras daba vueltas por la habitación en busca de ropa para ir a ducharse.

- ¿Podemos desayunar? - preguntó inocentemente.

- Debemos ir a trabajar - se justificó el otro.

- Es temprano todavía - era verdad. 

- Tienes que ir a casa a ducharte - 

- Ahorramos tiempo si nos duchamos juntos - sugirió el mayor con coquetería. Alex sonrió, pero no cedió.

- En tus sueños, cariño - abandonó la habitación y Fargan solo escuchó la puerta del cuarto de baño cerrándose. 

Cual cachorro salió también del cuarto y se recargó en el marco de la puerta, como si esperara una orden. Luego de unos segundos, Alex volvió a abrir la puerta.

- Puedes usar la cocina mientras me ducho - le dijo con suavidad sin mirarlo a la cara para luego volver a cerrar el baño. Fargan sonrió victorioso, no era muy bueno cocinando, pero al menos haría un esfuerzo. 

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El intento de desayuno que Fargan había preparado había dejado a Alex con la barriga revuelta, pero ya que el mayor le había estado mirando con cara de cachorro en busca de su aprobación, se había limitado a sonreír y a felicitarlo por la comida. La mentira valió la pena, había sido sorprendentemente satisfactorio ver el rostro de alegría de su compañero. 

Ahora pagaba eso con dolor y nauseas que no podía expresar para evitar herir sus sentimientos. Hasta el momento no había sido complicado disimular el dolor, pero comenzaba a tener arcadas.

- Fargan - lo llamó suavemente, el mencionado levantó la cabeza del objeto que parecía estar analizando en el escritorio del comisario.

- Dime - respondió con la misma tranquilidad. Hace rato que permanecía en silencio, ya que no quería molestar a Alex.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora