XIV

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Alex caminaba distraído por los corredores del Instituto, demasiado inmerso en sus propios pensamientos como para percatarse de la conversación que sostenían sus amigos, quienes caminaban solo un par de pasos delante de él.

Los 3 caminaban a paso lento rumbo a la salida, puesto que las clases finalmente habían concluido.

- Abrieron una cafetería aquí cerca, ¿Se vienen? - comentó de repente el más alto, llamando la atención de Alejandro también.

- Me apunto -respondió sin dudar el chico de gafas.

- ¿Qué tan cerca? - pregunto Alex con cierta desconfianza. El chico alto de cabello rebelde no respondió inmediatamente, analizó su teléfono unos segundos.

- 10 minutos andando - confirmó finalmente. Alex se quedó en silencio un par de segundos más, pensando.

- Anda, Alex - insistió el tercero. - Esta muy cerca y es temprano, tu padre no vendrá hasta más tarde, ¿Cierto? - cierto.

Los jueves terminaban clases temprano, demasiado temprano como para volver a casa, se había dicho Alejandro. Así que desde inicio de semestre había mantenido la mentira de que sus clases terminaban 2 horas después de lo que realmente eran.

¿Qué hacía Alejandro durante esas tres horas? Generalmente se sentaba en un banco apartado a leer, pero había excepciones.

- Mejor no - respondió luego de darle tantas vueltas. Ambos chicos se miraron entre sí antes de devolver sus ojos a Alex, pero esta vez cargados con lastima.

- Alex, se que tus padres son estrictos, pero no pasa nada si nos acompañas. - sugirió.

- Gracias Rub, pero prefiero quedarme. ¿Que tal que mi padre decide venir más temprano y no estoy aquí? - era su ansiedad hablando por él. Rubén suspiro, estaba cansado de pelear contra ese miedo.

- Tío, que estas casi en la Universidad, no podrán controlar te para siempre - Mangel se integró a la conversación. Pero Alex solo se dedico a agachar la vista.

- Hablando de la Universidad... - retomó el más alto. - ¿Les hablaste ya de tu decisión? - el menor volvió a suspirar y negó con la cabeza.

- No lo se, chicos - se froto la nuca - quizá la escuela de leyes no este tan mal - sus amigos no hubiesen estado tan preocupados de no ser por el tono triste y abatido de Alex.

No quería ir a la escuela de leyes, se los había repetido todo el semestre hasta el cansancio. Se había quejado de su falta de opinión en su hogar, de que su padre pasara por alto preguntarle que quería ser en la vida, de que tomara decisiones por él. Aun así, no se atrevía a contra decirlo, se dedicaba a agachar la mirada y asentir.

Sus amigos suspiraron casi a unísono, cansados de verlo quejarse y de que no hiciera nada al respecto.

- Estaremos en la cafetería, por si cambias de opinión - Rubén le froto el cabello con afecto e incluso le dedicó una sonrisa cargada de tristeza antes de pasar el brazo por los hombros de Mangel y empezar a caminar rumbo a la salida.

Alex los despidió con la mano mientras los veía desparecer por el portón del Instituto. Permaneció congelado en su lugar un momento antes de volver a suspirar.

No tomó prisa en caminar al jardín y sentarse debajo de un anciano roble que guardaba unas cuantas bancas de concreto carcomido y mohoso debajo de él. Las ardillas se apresuraron a alejarse del lugar en cuanto lo vieron aproximarse y tomó asiento en el mismo sitio de siempre.

Antes de permitir que sus pensamientos empezarán a divagar saco de su mochila un libro y lo retomó desde el punto en el que lo había dejado la última vez. Sonrió inconscientemente una vez que se dejó llevar por la lectura.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora