XXVIII

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Luego de una ducha fría, fui hacia el jardín, donde estaba Stuart y el señor Martin. Me esperaban con un buen almuerzo, me percate que no solo estaban ellos dos, sino que ahí estaba una chica rubia con el cabello muy corto y había un chico más, tenía unos ojos azules y un cabello castaño muy lindo. Todos estaban almorzando mientras charlaban.

--Oh, por fin vienes, Paul. Mira.

Todos se levantaron de sus asientos menos el señor Martin que seguía degustando sus alimentos.

--Ella será tu fotógrafa y maquilladora. 

La chica rubia me sonrió y estiro su mano para que le saludara.

--Astrid Kirchherr, un placer.

Le salude, era claro que aquella joven no era de por aquí, me parecía muy bonita, y su conjunto rosa pastel le hacia ver aun mas bonita.

--Klaus Voormann, el será nuestro diseñador.

--Un gusto.

Al igual que Astrid, no sonaba de Liverpool, sonaba como un alemán pura sangre.

--Un gusto para mí

--Bien ahora que se conocen ¿Qué tal si comenzamos?

Dijo el señor Martín levantándose de su lugar. Se acomodo su saco y volteo a mí.

--Pero aún no almuerzo.

--El almuerzo puede esperar, estos jóvenes ¿no. ¿No es así Stuart?

--Pues...--Volteo hacia a mi y luego a los jóvenes—Me temo que no, Paul. Pero prometo darte una buena comida.

El señor Martín comenzó a hablar en alemán con los jóvenes, quienes parecían mas cómodos hablando su idioma materno, al parecer podían hablar muy poco de nuestro idioma. Pero yo, no entendía nada de alemán, parecía que Stuart también podía comprender a la perfección por lo que me hablo, por fin en nuestro idioma y me acerque aún más para quedar a su lado.

--Ellos, bueno, Klaus va a tomarte las medidas, así vamos a hacer nuestro vestuario. Todo va a salir bien, Paul. Ya verás.

--Bien, bien, ya perdimos mucho tiempo. —Dijo el señor Martin. Volteo hacia el joven Klaus y comenzó a hablar con él, entonces el joven vino hacia a mí.

--Vayamos a sala. —Dijo.

Junto a la otra chica, ambos comenzaron a caminar. El señor Martín acelero el paso para ir delante nuestro. Yo espere a Stuart, este se acerco a mi y me dio un trozo de croissant.

--Espero que con esto se calme un poco tu hambre.

--Gracias.

--No hay de que, Paul.

Ambos continuamos caminando en silencio, yo no pude evitar recordar aquel beso que le había dado.

--Oye, Stu.

--Dime.

Ambos entramos a la parte trasera de la casa.

--No quise besarte esta mañana.

--Ah, ¿no?

--Me...me refería a que no te quise hacer sentir incomodo, perdón por ese beso.

--Solo me tomo por sorpresa, Paul, pero para la otra podrías avisarme y no ponerme tan caliente para la otra.

--¿Qué?

--Es una broma, tranquilo. Ven, comete tu croissant antes de que Martin te vea.

Y metí la mitad del croissant a mi boca y como pude fui masticándolo.

"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora