LIII

100 27 5
                                    


Habían pasado tres meses. Aquellos habían pasado tan lento.

Era más difícil ocultarme de John, ocultar mis lágrimas de angustia y desesperación, pero me reconfortaba el hecho de tenerlo ahí, sin llegar al punto se agobiarme, tan solo estaba ahí, cuidando de mi.

—Están calientitas. —John colocó las botas de lana sobre mis pies y encima otras botas que me ayudarían a pisar la nieve.

Habíamos comenzado a ir a terapia, individual y de pareja. John y Stuart contrataron un doctor para mí. Yo vivía con John ahora, en Londres.

Ahora, estábamos en las afueras de Londres, en un lugar montañoso lleno de nieve donde podíamos esquiar.

—Te compré unos guantes de lana. —Se levantó y fue hasta el buró, de ahí saco los guantes. —Le compré unos iguales a Sean. Está muy emocionado de esquiar. —Volvio a mi y me colocó los guantes.

En aquellos tres meses John había faltado a las reuniones y cenas de trabajo junto a Yoko y Brian. Stuart debía acudir junto a Martin a las convenciones de arte. Stuart no me solía comentar nada relacionado a eso, tan solo iba de visita a casa de John para ver cómo seguía y eso lo agradecía demasiado.

—Que bonito te ves. —Jugó con los listones de mi gorrito y los jalo delicadamente para acercar sus labios con los míos y me dió un beso. —Todo empalmado de abrigos. Pareces un osito cariñosito.

Me reí y él se sonrió, asintiendo.

—Lo juro.

Me tomó de las manos y e hizo levantarme de la cama.

—¿Yo me veo bonito?

Asentí y beso sus labios de nuevo. Ese beso tan cálido, tan tibio que hacía mis labios fríos en calientes.

—Hermoso, diría yo.

John iba a decir algo más, pero la puerta sonó.

"PAPI"

—Es Sean.

—O un otro hijo perdido tuyo.

—Ey, no, a no ser. —Elevo sus cejas, pero luego soltó una carcajada al ver mi cara. —Es broma. —Voy a abrir la puerta. Alista tus cosas para esquiar.

John se alejo y fue hasta la puerta, la abrió y Sean salto sobre sus brazos.

—¡Papi!

—¡Sean! Mi bebé. —John le dió vueltas y le dió muchos besitos sobre las mejillas.

Yo comencé a recojer mis tablas para esquiar y la última sudadera que me pondría.

—¡Papi!, Mami está con Brian allá afuera. Dijo que estás tardando porque me estabas haciendo un hermanito con Paul.

Solté las tablas y me sonroje por completo al escuchar a Sean decir eso.  John carraspeó, escuché sus risitas nerviosas.

—Ah, si, si. Por eso tardabamos. —John dejó a Sean en el suelo y abotono el último botón de su suéter.

—¿Cómo?

—¿Cómo?, ¿Que?

Yo agarré las tablas de nuevo y fui hasta ellos.

—Hacen los bebés.

—Con besitos en los labios, pero deben ser con amor verdadero sino no sirve. —Contesto John.

Yoko y Brian caminaron hasta estar frente a la puerta.

—¿Listos?

Los tres asentimos, listos para esquiar.

"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora