IX

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Cerré la puerta de mi departamento y justo en ese momento salió George de su departamento. Me sonrió y mordió su manzana.

—¿Y esa cara? —Pregunto con la boca llena y yo suspire. Tan acostumbrado estaba a mis discusiones con John que no me dejó ni contestar— No me digas, ya lo sé.

—Esta vez es para siempre. Le dejaré de hablar. —George soltó una risa y yo lo vi con molestia— ¿De qué te ríes? —sin más comenzamos a caminar hasta el elevador—

—Siempre dicen eso, los dos...—Presiono el botón para pedir el elevador y prosiguió— apuesto a que en la hora de salida van a estar bien pegados. —Mordió su manzana—

—Lo dudo. No me interesa hablar más con él, las cosas que me dijo ayer me lastimaron. —Las puertas del elevador se abrieron y ambos entramos— No quiero hablar de él, ¿Dónde está Ringo?

—Se fue el sábado en la tarde a su departamento, aparte creo que Maureen iba a ir... —Hizo una mueca— Bah, no importa...

—¿Y qué tal con Olivia? —el elevador se abrió y salimos del edificio—

—¿Qué te puedo decir?, Creo que está molesta...

—¿Molesta?

—Si, se pone celosa de Pattie —Bufo— mujeres ¿Quién la entiende?

Reí ante las palabras de George, pero mi sonrisa se borró al ver a John en la parada de bus.

—Oh mira quién está ahí —Dijo George muy juguetón—

—No, ni loco, ni se te ocurra Harold. — lo tome del brazo—

—¿Qué ya no le puedo hablar a mi amigo John?

—Claro que sí, pero no cuando tú mejor amigo está contigo.

George volteó a varias direcciones y dijo: — No veo a Ringo — soltó una risa al ver mi molestia y negó— Esta bien, vayamos a la otra parada. —Y solté su brazo—

Agradecí aquello y caminamos un poco más.

—Oye Paul.

—¿Dime? —Voltee a verlo—

—Se que estás molesto con él y él contigo, pero, aún que a veces si me fastidian cuando están juntos, sé que así debe de ser. Solo, no sé, piénsalo, yo creo en el McLennon.

Asentí y guardé silencio.

***

La campana sonó y todos entramos a nuestro salón. El profesor de historia siempre solía llegar muy tarde por lo que ese tiempo podíamos aprovecharlo para hablar o hacer algún otro trabajo. Cómo siempre solía tener todo en orden podía hablar con alguien más de ahí así que volteé justo para atrás y me topé con George: estaba "hablando/discutiendo" con Olivia así que decidí salir un momento al baño.

Caminé por los pasillos de la escuela mientras observaba el campus y los chicos que había en él.
Sonreí al ver a Ringo perseguir el balón como un niño pequeño y como los otros le daban ánimos a seguir.

Al final, entre al baño y me dirigí a un urinario. Fue siempre; orine y sacudí un poco mi pene para borrar cualquier rastro de orina y lo guarde, sin más fui al lavamanos y comencé a lavarme las manos.

Sentí un jalón en mi brazo, esto me hizo girar. Mis ojos se dilataron, aquel tacto de unos labios en los míos me hizo sonrojar y a la misma vez sentir un enojo.

—¿¡Qué te pasa!? —Le dije cuando finalizó el corto beso—

—¿Sigues molesto? —Hice que quitará sus manos de mi cintura— Ya veo, ¿Paul, cuando me perdonarás?

Lo ignore y de nuevo sus brazos me rodearon.

—Paul.

—Suéltame, Winston. —Me tambaleaba entre su cuerpo para exigirle que me soltara, pero no cedería y yo tampoco— ¡Debo ir a mi salón!

—Bien, está bien. —Me soltó y suspiro— Paul créeme, llore toda la noche por ti.

—Y yo llore toda la noche por tus palabras.

—Sabes como soy, sabes que no callo lo que pienso.

Asentí muy ofendido: — ¿entonces piensas que soy un fácil?, Lo empeoras.

—Ay, por favor, Paul. Si estoy muy arrepentido, perdóname, perdóname. —Se hincó y puso sus manos ojivas— es más, bofetéame.

—No te voy a golpear.

—Humíllame.

—Tú lo estás haciendo solo. —John se levantó y me abrazo fuerte—

—Mátame si es necesario.

—Ya John, no seas ridículo. —Pensé por unos segundos si perdonarlo o no y... De nueva cuenta George tenía razón— está bien, te perdono.

John me soltó y salto de felicidad.

—Eres un ángel, eres ... Eres un amor.

Y si, de nuevo yo había cedido, de nuevo era sumiso a John Lennon.

—T-te amo. —Le dije—

—Yo también te amo, mucho.

—¿De verdad?

—Eres como mi hermanito, obvio que te amo.

—Si. bueno, me tengo que ir John.

—Te acompaño —se propuso a abrir la puerta, pero negué—

—No, John. Yo puedo ir solo, nos vemos.

—¿Podríamos ir a tomar un café?

—¿No tienes que ir al ensayo de tu graduación?

—Mierda, es verdad. ¿Puedes el sábado?

—No, no puedo. Stuart me ayudara con el cuadro.

Y sin dejarlo hablar más, besé sus delgados labios y le dije: —Nos vemos hermanito.

Sonreí con orgullo al poner a John en su lugar y entre al aula. George notó mi alargada sonrisa y me dijo: — ¿Ya se disculparon?

—Ya se disculpó.

—Te lo dije, Harrison siempre tiene la razón.

"Ajá", escuché decir a Olivia. Reí ante ello y George suspiro con pesadez.

—Bueno... A veces.

La puerta sonó y con ello la voz del profesor.

"Muy bien chicos, disculpen la pequeña tardanza. Saquen su libro y pongan la página doscientos cincuenta"

***

Asentí y tomé mi ticket.

—Qué bueno que vienes, Paul.

—La última vez que te vi no pudimos charlar mucho. Aparte que me quiero disculpar por la actitud de mi amigo.

Peter sonrió y se sentó delante de mí.

—Estaba ardiendo de celos.

—¿Perdón?

—El castaño. Estaba muy celoso.

—No es que estuviera celoso, es solo que es muy impulsivo.

—Eres inocente, es obvio que le gustas.

—¿Qué le gustó?, No, él no es gay.

—Es bisexual. Seguro.

Solté una risa nerviosa por el rosé de su mano contra la mía.

—Paul, es... hasta un heterosexual podría dudar de su sexualidad con tu carita.

—Y-yo...

—Paul me gus...

"Aquí tienen sus pedidos", la mesera dejo nuestros pedidos y se fue.

—¿Qué me ibas a decir?

—Lo olvidé...

—¿Seguro?

—Si, claro.

"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora