XLVII

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Deje de escuchar los sollozos y volteo a verme a los ojos. Se quedo perplejo, como asimilando lo que había pasado recién.

--Perdón, no sé qué me paso. –Se soltó de mí y siguió viéndome con desconcierto. –Me...me tengo que ir.

Limpio sus lágrimas y se fue del salón a paso rápido. Vi como salió por el pasillo donde estaba la salida del lugar. Quise seguirlo, abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero no podía, mis pies se quedaron como sellados al suelo.

Sentí tanta rabia hacia mi mismo, por no poder decir las cosas, no decirle la verdad de una buena vez. Corrí hacia los sanitarios de mujeres y cerré la puerta con candado. Mi corazón se acelero más y más a medida que veía mi reflejo en el espejo.

--¡TE ODIO! ¡TE ODIO CON TODO MI PUTO SER!

Grite a mi reflejo. Me saque la peluca y la tire al suelo. Abrí la llave del grifo y el agua comenzó a salir, agarré un chorro con ambas manos y la deje caer sobre mi cara. El maquillaje se desparramo por toda mi cara. El delineador comenzaba a bajar junto a la fresca agua y mis lágrimas. Quite aquellas prótesis de senos y las tire al suelo. El maquillaje comenzaba a caerse de mi rostro y comenzaban a verse los moretones de mi piel producidos por mi anemia.

--ojalá nunca hubiera aceptado ese maldito contrato.

Sentí una presión sobre mi pecho y corrí hacia un inodoro. De inmediato comencé a vomitar. Sentí mi estómago con mucha presión, mis extremidades temblaban y el corazón lo sentía más acelerado.

Cuando termine de vomitar presione el botón para que bajara todo aquello. Sali del cubículo y di un respingo al ver a Yoko para ahí con una expresión de sorpresa...

--¿Qué...que es esto?

Dijo ella, sin cambiar aquella expresión sorprendida.

--Y-yo...

Quise modular alguna palabra, pero no pude y comencé a llorar de nuevo. La ansiedad, el terror y la desesperación llegaron a mí. No podía comprenderme, no podía hacer algo al respecto. Estaba desesperado. Mis piernas se debilitaron y caí al piso.

Sentí unos brazos rodearme y gracias a eso lloré más. Me sentía tan vulnerable y expuesto a cualquier persona. Sentía que comenzaba a enloquecer a cada hora que pasaba. Ya no quería ser Eleonor, no quería ser ella nunca jamás. Yoko acaricio mi cabello y me susurraba cosas al oído.

La puerta sonó y luego una voz. "Disculpe, ¿está disponible el baño?"

--Ah, no. Esta siendo limpiado en este momento, entre al de los caballeros. –Dijo Yoko y luego limpio mis lágrimas con un pañuelo que tenía en las manos. –Toma un respiro, tranquila...digo, tranquilo.

Cerré mis ojos e intenté componer la cordura, pero me sentía bastante estresado. Me sentía cansado y tenía mucha fatiga.

--Lo siento. –Dije lo mejor que pude.

Ella asintió y continúo limpiando mis nuevas lágrimas. 

--Tal vez ahora no sea el momento indicado, pero me gustaría que me contaras que es todo esto, ¿de acuerdo? —Asentí. –Bien, lo mejor será que llame a Stuart, no sé que pueda pasar. Espérame aquí, no tardaré.

Yoko se levanto del suelo y salió de los sanitarios cerrando la puerta con seguro.

Vi mis manos y como de una de ellas salía sangre. Mi mente cansada y paranoica veía como aquellas gotas comenzaban a salir más y más hasta que cubría el suelo. Entonces sentí un golpe en la parte derecha de mi cuerpo y cerré los ojos.

"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora