LVIII

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John dejó la tasa de té al lado, en la mesita de noche y se acostó a mi lado.

—¿Ya estás más calmado?

—Un poco. Me siento mal por Stuart, siento que le hice perder su trabajo. —John me abrazo fuerte.

—Claro que no, Paulie. Tan solo ese viejo loco la cago. Nada es tu culpa, de hecho si ese viejo hubiera guardado la postura todo se hubiera quedado como un performance, uno muy escandalizado, pero solo como un performance. —Le tomé la mano. —Aparte, es un tipo enfermo ¿Viste como comenzó a llamarte Eleonor, como si realmente fueras ella?

—Fue muy extraño. En ese momento no supe que hacer más que empujarlo.

—Hiciste bien, Paulie. Ahora, no te preocupes ¿Si?

—¿Yoko y Brian están bien?

—Si, están bien, Paulie. Le llamé hace unos minutos, ellos ya están en casa y Stuart regreso a su casa junto a Klaus y Astrid.

—Perdóname.

—¿Perdonarte? ¿Por qué?

—Por llevarte a todo esto. Si yo supiera controlar el trabajo sería todo más fácil para todos..

—Paulie, debes dejar de pensar que todo es tu culpa, no es así. Escúchame,  Stu también estaba cansado de esa situación, eso es cosa entre ustedes dos, pero te aseguro que Stuart se siente más que libre sin trabajar para ese loco. Así que no pidas perdón por nada ¿De acuerdo?

—Esta bien. Es que a veces me siento patético y...

John me dió un beso.

—Ya, Paulie. No te digas cosas malas, mejor disfrutemos de esto. Ya no hay más Eleonor, solo hay Paulie.

—¿Te gusta más Paulie?

—Me encanta más y más. ¿A ti te gusta John con lentes o sin lentes?

—John con todo lo que tenga puesto.

Se rió y se subió arriba de mí sin aplastarme y extendió mis manos a los lados y dió varios besos en mi cuello y subió hasta mis mejillas.

—Te amo, te amo, te amo. —Decía repetidas veces y mordía mis mejillas suavemente. —Paulie, cásate conmigo.

—¿Casarnos?

—Si, cásate conmigo. —Volvio a decir. —Prometo hacerte feliz.

—Me haces muy feliz. Siempre me haces feliz. —Los labios de John se unieron a los míos.

Dimos un suave beso, lento y cálido. Sentí una sonrisa sobre sus labios que me contagio y me hizo sonreír.

—¿De que te ríes?

—Tu me contagias la risa. No me culpes. —John soltó mis manos y yo le tomé de las mejillas. —John, pero si me quiero casar contigo.

—Hay que opacar la boda de Ringo.

—Ay, John. —Solté una carcajada y el beso de nuevo mi cuello.

—Paulie, he estado buscando algún edificio que tengo un buen piso para comenzar nuestro proyecto.

—¿De verdad?

—Si, tiene que ser espacioso para que los que tengan hijos los dejen en algún área como guardería, podemos contratar a alguien como niñera o niñero, ¿Que te parece?

—¡Me encanta tu idea! Oh Johnny, se me ocurrió una idea.

—¿Que se te ocurre?

—Podemos poner un comedor y podemos ponerles actividades dependiendo las edades de las personas que vayan.

"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora