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Yo tome mi quinto vaso de wiski, y es que para mí se había vuelto una costumbre beber día y noche, incluso Stuart debía restringirme el uso de estas bebidas un día antes de cualquier exposición de arte. Debía admitirlo, me había vuelto un alcohólico de los peores y un drogadicto de primera.

--Cariño me parece que ya bebiste mucho por hoy.

Dijo Stuart. Yo resople y, ante mi estado obviamente no podía planificar o seguir mintiendo ante mi discapacidad "ser mudo" y antes de siquiera poder contestar Stuart se acerco a mi y me beso.

--¿No quiere que le ayude con su mujer?

Se ofreció aquel tipo, Epstein.

--Podría ayudarme a salir de aquí sin que nadie nos vea tanto?

--Eso será difícil, pero Yoko y yo podemos ayudarles.

Yo, borracho, podía escuchar sus voces, pero estas se escuchaban lejanas, como cuando uno va en un auto y asoma la cabeza por la ventana de este y grita por las acústicas paredes de un túnel.

Pronto sentí mi cuerpo entre los brazos de alguien, no podía ver a la perfección, sabia que no era Stuart ya que el era un sujeto no muy fuerte.

--Lo voy guiando.

Escuche la voz de aquella mujer. Sentí un hueco en mi panza y quise vomitar, quise sacar aquella poca comida dentro de mi estómago.

--Ya estamos en la puerta principal.

--Bien, abriré la puerta del auto.

Pronto escuche la alarma del auto de Stuart.

--Por favor déjela en los asientos de atrás.

Sentí como mi cuerpo reposaba sobre los asientos y luego escuché la puerta cerrarse y pronto las voces.

Yo, por mi obvio estado, sentí las arcadas y de inmediato me senté y mi cuerpo reacciono, vomite sobre los asientos.

--Mierda.

Luego Stuart abrió la puerta del piloto y entro al auto, hizo lo que un piloto de auto debía hacer; preparar el auto para avanzar.

--¿Volviste a vomitar cierto?

--Si.

--Paul, ya te he dicho miles de veces que debes parar.

Encendió el auto y comenzó a camino a casa.

--No, ya te he dicho que no puedo.

Stuart bufo. Prendió la radio y puso música en volumen bajo.

--De todos modos, si muero a nadie le ha de importar.

--¿Qué cosas dices Paul?, por Dios.

--Tu no me amas, se que te acuestas con Astrid sin importarte si Klaus o yo estamos cerca.

--¿Y eso que tiene Paul?, sabes que Eleonor y Stuart son la pareja, pero tu y yo no somos nada. Mira, te quiero, demasiado, pero no podemos mantener una relación y ya te dije desde el año pasado por qué. Escucha, yo estaré para ti siempre, sabes que cuentas con mi ayuda para todo, pero realmente no podemos estar juntos.

--Hum.

Fue lo ultimo dicho en ese auto.

Me recargue sobre la tina de agua helada, deje que mi cuerpo completo sintiera esa sensación que de alguna manera reanimara mi cuerpo débil.

Pude escuchar como Astrid y Stuart follaban en la habitación una vez más, ya me había acostumbrado, y de nuevo comencé a llorar. Estaba celoso, Stuart era la única persona con la que más cercanía tenía y que ahora sucediera esto...

Vi atreves de la ventana y pude notar que de nuevo llovía, antes podía disfrutar de la lluvia, pero mi vida adulta se había hecho tan complicada, solo deseaba una cosa, morir.

Mi mente y cuerpo se habían sumido en una fuerte depresión, me había quedado sin amigos ya que a cada uno decidí dejarlo de lado, desaparecí de sus vidas sin decir un adiós. Estos cuatro años habían sido los mas complicados.

Deje mi carrera universitaria de lado para enfocarme en esta mierda falsa..., deje mi antiguo apartamento para vivir junto a Stuart y lamentablemente recaí en la dependencia emocional ante él. No era culpa de Stuart, era yo y mi necesidad de ser amado.

Escuche un par de gemidos más detrás de la puerta y luego unas risas de satisfacción y una estúpida conversación en alemán,

me levante de la tina y quite el tapón que impedía que el agua se fuera de esta misma y tome mi bata.

La envolví entre mi delgado cuerpo y me vi al espejo. Luego tome mi cepillo de dientes y la pasta para cepillarlos y cuando finalice salí del baño. 

Vi a Stuart envolviendo a Astrid entre sus brazos y muy cariñosos.

Yo salí de la habitación y me dirigí a paso rápido hacia la mía. Odiaba no tener aun mi baño propio, odiaba tener que ver esa escena todos los días.

Al llegar a mi habitación desprendí la bata de mi cuerpo y fui hasta el closet para sacar toda mi ropa para dormir. Con bastante rencor repetí las falsas palabras que Stuart me había dicho ya hacia bastante tiempo.

--Yo también soy gay. Ja, idiota.

Termine de cambiarme, deje el gancho de ropa sobre la estantería de ropa, pero algo cayó sobre mis pies.

Mi antiguo celular.

--¿Y si...?

De inmediato saque la tarjeta SIM y la coloque sobre mi nuevo celular. Esa tarjeta almacenaba todos mis contactos y entre todos ellos el de John. Prendí mi celular y entre a contactos. Los mensajes comenzaron a llegar como rayo, eran bastantes, no podía revisarlos todos, el ultimo de Peter Best.

--Vaya. Tal vez pueda hablar con él. ¿Qué perdería?

°°°

Toque la puerta tres veces mas y nada. Estaba nervioso, la ultima vez que había visto a Peter fue en nuestro ultimo encuentro sexual. Aquella vez llegue bastante drogado a su casa, el de forma amable me ayudo a reponerme y no pude contener mis inmensas ganas de sentirme amado, pero al final fui un completo idiota.

La puerta se abrió justo cuando pensaba retirarme.

--Si, diga.

Aquella era una mujer de mas o menos unos cuarenta años. Tenia el cabello castaño y unos ojos azules, la verdad se veía algo grande.

--Soy Paul McCartney.

La mujer se quedó pensando por un momento y asintió. 

--Ah claro, pasa, pasa. Peter me dijo que vendrías.

Agradecí y entre a la casa. Esta era sencilla, era una casa bonita.

--Peter viene en un momento, yo tengo que salir un momento a un mandado, podrías decirle.

Asentí.

--Muchas gracias, si se te ofrece algo toma lo que gustes. El señor Best no se molesta.

Dijo con una sonrisa y salió de casa.

--Seguro es la ayudante de Peter.

Recorrí mi vista por el rededor de la casa y me senté en el sofá.

--Paul.

Volteé hacia lo que era un pasillo y vi a Peter. Cuanto había cambiado.

--Peter.



"Red lips" ·McLennon·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora