53. Dragón tocando las nubes

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Rafael.

En algún momento de mi vida había destrozado vidas, había lastimado a Chris, había sin darme cuenta lastimado a Mariza y entre todo esto a Héctor. No culparía a nadie por lo que hice pues cada quien carga con lo que ha hecho sea bueno o sea malo.

Por muchos años quise culpar a mis padres, por muchos quise culpar al alcoholismo de mi madre, quise pensar que todo lo malo de mi vida había sido culpa de ellos y aunque algunas personas me decían que si, comenzaba a creer que no era verdad. Si había aprendido algo de Chris era que lo que suceda en tu vida no decide tu camino y destino, si los suceso de su vida lo hubieran guiado el realmente ya se encontraría muerto.

Hoy tendríamos un almuerzo en el bosque, junto a amigos, familiares y nuevos conocidos, Mariza parecía estar feliz jugando antes a buscar unas supuestas hadas de la naturaleza y ahora dibujaba en uno de sus cuadernos junto a Henry. Parecía estar de lo más feliz, nunca antes la había visto actuar así y aunque aun parecía temer a que las personas mayores intentaran tocarla, lo cual era normal, se mantenía con la confianza de hablar, reír, correr, caer, comentar que le gustaba como que no le gustaba.

Antes de que Chris entrara a la cocina, le comente que iría a caminar por los alrededores y si podía mantener un ojo sobre su hermana, colocándose los audífonos camino por los arboles con una música celta por la que su novio tenia gusto y le daba un ambiente de historia mágica llena de hadas, dragones, guerreros, entre otras cosas que le comenzaban a gustar.

Llego hasta lo que parecía un mirador o lo que también podría llamar un barranco, pero aunque la música que llevaba más bien le daba vista de un mirador en el cual pronto podría aparecerle un enorme dragón de brillantes escamas y escupe fuego con grandes alas que lo llevarían a su libertad y al cielo donde tocaría las nubes.

Sin acercarse mucho a la orilla se recostó en el tronco de un árbol frondoso que le daría sombra y que no mostraba algún insecto escurridizo, al estar más cómodo tomo su teléfono y encontró la foto que la había tomado la noche anterior a su novio mientras manejaba y otra de Mariza mientras dormía.

Pensó en lo que había pasado con su madre y aunque supiera que eso podía pasar le dolía lo que su hermana pensaría en unos años, tanto en el hecho de haber sido anteriormente amigo de su violador, pareja de un hombre el cual no podía negar que era magnifico, que la hubiera alejado de su madre y quizás que la hubiera llevado a vivir con sus suegros, habían tantas cosas que rondaban en su mente y no entendía que haría.

- Chris tiene una vista excelente - subió su mirada notando parado a su lado a Héctor, sonrió al pensar que realmente el era su novio, con una sonrisa volteo a verle - ¿En que tanto piensas?

- En lo que depara el futuro con mi hermana - se levanto limpiando con sus manos el rastro de polvo que hubiera quedado en su trasero - me pone de los nervios pensar en que me dirá en un futuro sobre lo que fue su vida.

- En ese momento estaré junto a ti - quedamos cara a cara y nos sonreímos al pensar en lo que eso significaba - y así también pensamos en lo deberemos decirle a nuestros hijos cuando pregunten porque sus padres son dos hombres.

No pude aguantar la alegría al pensar en nuestra futura familia en una vida juntos, con nuestro final feliz de en cuento, salte a sus brazos en un efusivo beso, mis piernas se encontraban enredadas en su cadera y mis manos tomando sus hombros para no caer, mientras sus manos se quedaban tomando mi trasero.

- Mi madre me ha mandado un mensaje - camino suavemente al árbol en el que me encontraba recostado anteriormente, recostando de nuevo mi espalda en el mientras sus labios pasaban a mi cuello recorriendo en besos mientras hablaba de manera dulce - recuerdas que soy hijo único, cierto, bueno pues una casa no muy lejos de aquí había estado en construcción para ponerla en alquiler, está totalmente amueblada y equipada, nos la darán para ir a vivir juntos y que Mariza este más cómoda.

Mi playera turquesa con la imagen de la película de Cenicienta fue quitada y lanzada a lo que esperaba no fuera el vacío, nuestros labios volvieron a unirse mientras las manos recorrían mis pezones, poco a poco bajando al bulto que comenzaba a formar bajo los jeans pegados.

- Amor - su boca había remplazado sus manos en mis pezones y mis pies volvían a tocar el suelo, dejando salir mi voz entre gemidos - te lo ruego, no gastes en nosotros, quiero que vivamos juntos y seamos una familia pero no quiero que seas tú el que haga todo y se que eso piensas.

- Está vez no lo pensaba - desabrochó mis pantalones comenzando a jugar con el elástico de mis boxers negros esta vez sin diseño - quiero que hagamos una familia, una real, donde compartamos los gastos, bromear, pelear, cocinar juntos, tomar baños juntos, tener sexo desenfrenado, pero más que todo ser felices.

- Me parece perfecto.

Entre gemidos al sentir como su mano subía y bajaba sobre mi miembro, quedé tal y como había nacido, totalmente desnudo. Aunque nunca había pensado a ciencia cierta coger en el bosque esto era increíble, comencé a sentir como sus dedos recorrían mi trasero y la anterior tarea quedaba en segundo plano.

De un golpe su pecho estaba sobre la corteza del árbol y su trasero empinado mostrándose a Héctor, amaba esa faceta de su novio, dominador, retador y con una adicción a su culo. Sonrió al sentir como la lengua ajena jugaba sobre su entrada, sus gemidos los dejo salir, sus manos intentaban tomarse de algún lugar y su pasión era cada vez mayor.

- Respóndeme ¿Como es que todo tú puedes saber a fresa? Se vuelve una droga realmente adictiva - dos de sus dedos se habían incertado en mi interior haciendo que soltera lo que a oído ajeno parecería un grito de dolor, mientras para mí era de deseo - ¿Como es que mientras más te veo más te deseo? ¿Más quiero jugar contigo? Deseo tanto hacerte gemir, sentir tus dedos clavarse en mi espalda y tu culo aprisionando mi pene en tu interior.

Su voz era gruesa, llena de deseo y sus dedos clavándose con rapidez en mi interior, mientras sus labios recorrían los globos de mi trasero.

- ¿Deseas que te llene? ¿Deseas mi pene? - gemi algo al sentirlo tocar ese lugar tan deseado y asentí al verlo bajarse los pantalones - de esta no sales en pie, me has tentando durante todo la tarde con tus heladitos.

- Que bueno que captas la indirecta, mi lengua se había cansado de lamer por tanto tiempo - su pene se adentro de tope a mi interior y mi grito sentía desgarrar mi garganta, esto realmente había sido algo salvaje.

- ¿Estas bien? - entendía que el juego era bastante rico y dominante pero eso no implicaba no preocuparnos por la seguridad del otro.

- Si, solo me has tomado desprevenido a ese movimiento, vamos muévete bebé.

Sus embestidas eran rápidas y certeras, se nos había hecho maña de coger cada vez que podíamos, más que todo en el carro el cual afortunadamente era templado. Su mano apretaba mi pene impidiendo pudiera correrme, mi voz era cada vez más fuerte y sus besos en mi espalda me llenaban como chocolate derretido.

Por un momento mientras mis gemidos y las embestidas no se detenían lo entendí, el dragón ya había venido por mi con grandes alas y brillantes escamas llevándome a la libertad, la felicidad y el placer, cada vez que esta bestia salvaje venía por mi y su pene entraba en mi tocará las nubes, mis sueños se había hecho realidad, mi historia de cuento de hadas era mejor que cualquier otra.

Esta historia tenía sus momentos de dolor como cualquier otra, pero tenía un hermoso final feliz. Sonreí al notar el final feliz del pene de mi novio dentro de mi culo y su mano soltandome dejando que me pudiera liberar, cayendo en sus brazos del placer que había disfrutado.

- Haré más amenudo lo del helado, mi gran dragón - salió de mi interior y nuestros labios se volvieron a unir mientras nos abrazamos de manera mutua.

- Mientras solo sea yo quien te llene, no tengo ningún problema mi aclamado príncipe.

Tengo un dragón y no temo utilizarlo... Para que me otorgué mucho placer y felicidad.

Solo Dame Más! (Gay Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora