38. Princesa

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- Zelinda, Zelinda ¡Señorita Kast! - me estaba quedando sin aire y ella parecía haber avanzando demasiado incluso con esos tacones puntiagudos que más bien parecían incómodos, al alcanzarla tome su brazo de manera suave haciendo que volteara - ¡Señorita Kast!

- Disculpa, se que cometí un error al haberle gritado a Hani y se que tenía merecido que me gritaras, lo entiendo - su mirada demostraba dolor, imagino que no le era fácil haber acabado de contar su historia - no planeo causar más problemas, en serio, puedes estar tranquilo.

- Señorita Kast...

- Solo Zelinda, por favor.

- Zelinda, se que fue impertinente pero logré escuchar tu historia y se lo que has pasado. Lo que sucedió no te libra de las cosas malas que hiciste y las cosas tan malas que dijiste a muchas personas - aún sin aire esperaba lograr dar a entender a lo que quería llegar - pero una segunda oportunidad no se le niega a nadie, has perdido un hijo, una familia, una vida, todo lo que conocías. Pero es hora de comenzar de nuevo, a tu modo a tu estilo y en busca de TU felicidad.

Note como bajo su mirada a sus manos jugando con un pañuelo de papel, como si se encontrará pensando en lo que debería responder. 

Con Hani nos habíamos quedado hablando de Zelinda cuando la clase dio por terminada y sobre como su vida había dado un giro inesperado. Al llegar a donde nos esperaba Leticia logramos escuchar su historia recostados detrás de un árbol con tal de no romper el momento donde ella tenía la confianza de contar cómo se habían dado realmente las cosas. Quería que las cosas cambiarán, si queríamos ser felices no debíamos dejar temas abiertos y eso incluía a Zelinda Kast.

- No tengo nada, no puedo ofrecerte nada por esa segunda oportunidad - parecía que el pañuelo se había vuelto pequeños trocitos en el suelo, lo cual me causo un poco de gracia.

- Por una segunda oportunidad no se paga, se agradece y se recibe, solo eso. Hoy iremos a mi casa a hacer un almuerzo o a este paso más una cena ¿te gustaría venir? Puede ser el comienzo de un bonita amistad.

Subió su mirada y sus ojos se volvieron a poner acuosos por las lágrimas contenidas, la recibí entre mis brazos sintiendo como seguía su llanto sobre mi hombro, realmente todos expresamos nuestro dolor de maneras muy diferente pero todos llegamos a un límite.

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Al finalizar el momento sentimental Zelinda y yo regresamos al campus donde Hani la recibió con un abrazo. Todos subimos a su carro para tomar camino a mi casa donde ya nos esperaba Henry, Kile y el entrometido de Héctor.

Y aquí estábamos ahora en el comedor con varias pizzas regadas por toda la mesa, esperando alguien rompiera el silencio que se había sembrado desde que habíamos mencionado que Zelinda se quedaba a la cena.

- ¡Oye! - la voz de Henry hizo que todos voltearamos a verlo notando que le estaba hablando a Zelinda - ¿tu eres una princesa?

Todos quedamos estupefactos al notar la pregunta y más al notar como ella se tenso un pues ahora no tenía un título que presumir.

- No, soy una chica común y corriente. La cual tiene que buscar un trabajo - lo último lo dijo como un susurro a sí misma viendo nuevamente su pedazo de pizza.

- ¡Oh! Es que eres tan bonita como una princesa, igual que Letty, ella también es tan bella como una princesa. Solo deberías quitarte esa plastilina que tienes en la cara y serías todavía más bella.

El comentario de Henry causo la risa instantánea de Kile y Héctor, los cuales provocaron la risa de Zelinda la cual es la primera vez que la veo reír de manera estruendosa haciendo que todos pudiéramos reír de manera libre del comentario.

- ¿Te parece si me lavo el rostro y me quitó la plastilina?

- Si, yo te puedo acompañar al baño y así te lavas tu rostro.

Hani me había mencionado que ella tiene cicatrices en su rostro por productos de belleza mal utilizados y que desde que salió la primera nadie ha visto como es ella realmente. Todo quedó en silencio nuevamente mientras Zelinda y Henry habían subido al baño para quitar la "plastilina". Bajo la mesa mi mano se encontraba entrelazada con la de Hani el cual solo sonreía cuando teníamos la intención de usar esa mano y al notar nuestro agarre preferíamos utilizar la otra, era un momento tan nuestro.

- Tortolos dejen de meterse mano ¿Que harán mañana?

- ¡Kile! - gritó Leticia aguantando una risa lo cual parecía no funcionar.

- Mañana hay clases - y tenía tarea que terminar - ya por la tarde solo acompañar a Henry a la estación de buses, tendrá una excursión de tres días a un bosque y luego debo ir a trabajar he estado faltando demasiado últimamente.

- Chris, por el trabajo no te preocupes no hemos necesitado últimamente presentaciones y recuerda que la tienda sigue cerrada - Héctor era mi jefe, pero igual llegaba a ser un gran amigo - además aunque no estés trabajando tú sigues recibido tu suelo.

- Acompañemos a Henry a la estación, cada uno hace una bolsa pequeña con golosinas de la elección de cada uno y las llevamos para que el pueda compartir en su vida ¿Que dicen? - la mirada de Leticia brillaba como la de una niña que acaba de ver una nueva muñeca Barbie.

- Por mi perfecto, es mi futuro novio debo crear la mejor.

- Pues por mi se llama Henry tu novio, entonces la mía tiene que ser el doble de buena.

- Oigan calmense niñas con menstruación, yo fui la de la idea entonces la mía tiene que ser la número #1.

- Si vamos a eso, el es mi cuñado yo le daré la mejor con las mejores golosinas.

Sonreí al escuchar su pelea pensando a que extremos llegarían.

- Presentándoles a la Princesa Zelinda - gritó Henry al bajar las escaleras seguido de una chica totalmente diferente a la que habíamos visto anteriormente.

Cabellos castaños, ojos grises, varias manchas en sus pómulos, las cuales no eran pecas si no cicatrices pequeñas, nariz puntiaguda y labios delgados con una cicatriz desde la comisura izquierda de su boca hasta la mitad de su mejilla; completado con unas gafas de pasta color cafés.

- Que bonita eres, Zelinda.

Solo Dame Más! (Gay Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora