Capítulo setenta y siete.

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+18.

Las palabras que mi hermana me había dicho el día de ayer no podía borrarlas de mi cabeza, mucho menos de mi corazón. La forma en la que ella hablaba de el hombre que yo amaba me hacía entender muchas cosas, como el por qué ella seguía aquí a pesar de todo.

No se puede simplemente romper la conexión con una persona.

Mucho menos cuando estás tan enamorada como ella lo está de Cameron.

Observé a Cam, dormía plácidamente sobre la cama. Cameron estaba junto a él, ambos se veían quietos, y felices. El rostro tranquilo de Cameron era todo lo que yo necesitaba ver, sobre todo después de unos días terribles a su lado en los que ni siquiera había querido dirigirme la palabra.

Y trataba de entender, trataba.

Él había pasado por algo horrible, y aunque yo simplemente dijera que lo entendía, no era cierto. Creo que para entender algunas cosas debes vivirlas, y yo no había vivido nada parecido a lo que Cameron pasó hace algunos días junto a su madre y hermano.

No sé que hubiera hecho si hubiese llegado más tarde a ese lugar y Cameron hubiera muerto. Mi cuerpo se congelaba de sólo pensar en la idea de un mundo en el que él ya no estuviera, no podría sobrevivir a eso otra vez.

Cameron abrió los ojos y su mirada chocó con la mía, se levantó con cuidado para no despertar a Cam. Tragué saliva y lo vi caminar hasta el baño de la habitación.

Estaba realmente harta de esta situación.

Abrí la puerta del baño, él estaba sin polera y se encontraba lavándose los dientes. La mirada que me lanzó no se la desearía a nadie.

—¿Qué diablos?—dijo, escupiendo la espuma que traía en la boca y tomando un poco de agua. Lo miré, en su pecho habían moretones que me demostraban lo brutalmente que fue golpeado ese día, y lo mucho que nos necesitó.

Me dolió el corazón.

—Quiero hablar contigo—le dije, acercándome.

—¿Y tienes que interrumpirme en el baño para eso?—dijo, sonando molesto. Se colocó otra vez la camiseta, como si le molestara que lo viera.

—¿Por qué actúas de esta forma?—le dije, con tristeza. Él ni siquiera me miró.

—Siempre he sido igual.

—Eso es mentira y tú lo sabes—susurré, caminando tras de él.

Cameron me observó, sus ojos grises me miraban con intriga. Chasqueó la lengua y silenciosamente abrió la puerta de la habitación.

—Vamos a hablar a la habitación de Cam—dijo—, no quiero que despierte llorando por los gritos locos que das.

Tragué saliva sintiéndome como la mujer más estúpida de la tierra y le seguí el paso. A estas alturas yo dudaba firmemente su amor por mi, aunque esto ya llevaba tiempo. Desde mi encuentro con Michael algo cambió conmigo y con Cameron, y él me o había dicho, me había dicho que las cosas jamás volverían a ser iguales.

Y yo no le creí.

Pero tal vez sí serían así, tal vez yo a él si había dejado de importarle de esa forma. Aunque no dudaba del amor que él tenía por su hijo, sabía que las cosas entre él y yo habían cambiado rotundamente, y tal vez para siempre.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora