Capitulo setenta y nueve

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Cameron.

Ver a Leah esperándome en la puerta de la iglesia era una de las diez cosas que debía ver antes de morir. A pesar de ser ateo y no creer en ninguna de esas mierdas del matrimonio ni mucho menos la iglesia.

Pero esperaría pacientemente ese día, porque apenas llegásemos a ese lugar tan misterioso y especial, pediría la mano de mi chica en la iglesia, y tendríamos una ceremonia gigantesca tal y como a ella le gustan.

Ahora, las cosas estaban difíciles. Las amenazas de Leonardo seguían en pie, él  sabía que yo había matado a Heather y me buscaría hasta el fin del mundo por ello.

Antes no podría haberme interesado menos sus amenazas ni a quién asesinara para llegar hasta mi, pero desde que esa chica de ojos cafés se había colado a mi vida las cosas nunca más volvieron a ser iguales, ni siquiera cuando intenté alejarle con todas mis fuerzas, ni siquiera cuando me negué a sentir algo por ella, ni cuando me dejó, ni cuando me engañó.

Mi teléfono comenzó a sonar, observé que se trataba de un número desconocido.

—Señor, los hermanos Black están a salvo en el centro de menores, se les ha puesto vigilancia las veinticuatro horas—susurró uno de mis asistentes a través de la línea telefónica.

—¿Totalmente seguros?—pregunté.

—Puede estar seguro que a Ian y Adam Black no les sucederá nada, puedo apostar por ello. Los niños serán resguardados en el punto de seguridad del edificio hasta que el mayor de ellos cumpla los dieciocho años, como usted lo ordenó.

—Escucha, Josh. Puede que uno de ellos quiera intervenir, quizás planificar algo contra Leonardo Evans, no se los permitas, no pueden acercarse a ese mundo.

Mi empleado de confianza se quedó en silencio unos segundos.

—Está claro, ¿Cómo lo evitaremos?

—El mayor de ellos... Adam—susurré, recordando su nombre—, ese niño debe tener unos seis, siete años tal vez. Él vio el asesinato de sus padres, sé que él querrá una explicación de todo esto algún día, quizás vengarse. Ahí es cuando debes tener cuidado.

—Ya que me lo comenta, ese es el muchacho que está siempre apartado de los demás, está aún un poco traumatizado por lo visto.

Tragué saliva. La historia de Ian no iba a ser tan trágica como la de su hermano mayor, Adam. Él había visto en vivo y directo la muerte de sus padres, y probablemente lo recordaría para toda la vida.

—Pase lo que pase, dile que es un Black. Cuando sea mayor de edad dile que me busque, tal vez si tiene suerte me encontrará—dije, escuchando los pasos de Cam a las afueras de la habitación—, debo cortarte. Pero ya sabes qué hacer.

—Buen viaje señor Black.

Había un antes y un después en mi vida gracias a ella, algo que siempre se lo agradecería en secreto, el haberme hecho sentir parte de algo más importante que el dinero y la riqueza, la familia, el amor. 

Nunca había sentido nada por nadie, hasta ella.

A pesar de mis intentos por alejarla, nada de eso había funcionado. Recuerdo cuando hace unos años una anciana me habló sobre mi futuro con unas runas, dijo que la mujer correcta llegaría en el momento equivocado, y no podía tener más razón.

Siempre creí que mi alma gemela era Julie Hamilton, y a pesar de que con ella el sexo era increíble y era totalmente devota y fiel a mi, no podía sentir por ella lo que sentía por Leah, a pesar de intentarlo no podía. Y me daba lástima porque ella lo sabía.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora