4

432 41 20
                                    

Se quedó con Eren un rato, tal vez veinte minutos, antes de decidir levantarse y regresar a su casa. Depositó un suave beso en la lápida y se despidió.

—Te prometo que voy a volver. Si puedes acompañarme eres bienvenido. Si no, vendré a visitarte en cuanto pueda.

Cuando regresó a su hogar encontró a la mayoría de sus amigos ya despiertos, aunque no necesariamente activos. Pieck y Connie estaban dormidos, Jean estaba recostado contra una pared sujetándose la cabeza y con los ojos inflamados y Reiner lo vigilaba de cerca mientras dedicaba miradas despistadas hacia la reina. El cabello demasiado largo de Jean se torcía de formas extrañas hacia todas las direcciones.

—Las resacas se ponen peor con los años —le dijo el grandulón a la mujer cuando pasó a su lado.

Historia estaba sentada en la silla trenzándose el cabello y por último, estaba Annie recargando la cabeza en el hombro del despeinado Armin, obviamente sufriendo del mismo mal que Jean.

—Hola Mikasa —saludó Historia.

—Chicas, pueden ir por agua al pozo y asearse si quieren —comunicó Mikasa.

Pieck se removió en su manta y abrió los ojos, para luego levantarse pesadamente y seguir a Annie e Historia que estaban saliendo ya.

—Armin y Reiner, ayúdenme a cortar la comida, mientras Jean y Connie pueden doblar las mantas —les indicó Mikasa.

—No quiero estarme agachando y sacudiendo. Le cambio el lugar a uno de ustedes —se quejó Jean.

Jean se dirigió a la pequeña cocina y junto con Armin cortaron en pedazos pequeños los restos del estofado que habían cenado, Mikasa salió de la casa de nuevo por suficientes huevos para todo el equipo. Preparó una tortilla revuelta con el estofado que cortaron al tiempo que las chicas iban volviendo y los chicos comenzaban a salir para asearse también.

En poco tiempo todos habían desayunado. La comida y el baño habían mejorado el aspecto de Jean y Annie, quienes se encargaron de lavar los trastes mientras Mikasa preparaba un par de cambios de ropa para el viaje.

Los carros de motor llegaron justo a tiempo, demasiado pronto para el gusto de Mikasa. Al escucharlos la señora Luder salió con un pequeño bolso y miró a su alrededor algo extrañada por la presencia de soldados de la guardia real.

—No sé en qué andes, niña, pero ten muchísimo cuidado —Le pidió la vieja empuñando el cuello de su blusa.

—No se preocupe, me he metido en peores situaciones. Volveré antes de que se dé cuenta.

—No te confíes de los militares. Sé que eres fuerte, si alguien intenta lastimarte defiéndete, muerde dedos, patea partes blandas y apuñala siempre que tengas la oportunidad —insistió Luder.

—No se preocupe, puedo con cada uno de estos tipos, así me ataquen de tres en tres —respondió Mikasa tratando de calmar a la mujer y tomando el bolso que ofrecía—. Usted cuídese mucho y cuiden a mis animales. Ya sabe en dónde está mi escopeta, por cualquier cosa.

La señora luder cedió poco convencida y Mikasa abordó al mismo carro que Historia, Jean y Connie. Tomó el lugar junto a Connie, de espaldas al camino, en gran parte para poder ver su casa y el árbol de la colina el mayor tiempo posible.

El motor de los carros gruñó más fuerte y casi de repente comenzaron a moverse, a alejarla del hogar cómodo que había tenido tantos años.

—Qué tierna mujer —declaró Connie.

—Se nota que se preocupa mucho por ti, Mikasa —convino Historia.

—Me pidió que les arrancara los dedos y les sacara las tripas si me molestaban —respondió ella mirando el contenido del paquete que la señora le dio.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora