El viaje de vuelta ocurrió sin muchos sucesos. Partieron temprano por la mañana sin eventualidades. El doctor Blum hizo lo que Sibylle dijo: reducir el costo de sus honorarios por haber dejado que Irina se quedara en su consultorio para servir de material de aprendizaje para la joven Aleksa. Al final no necesitaron del dinero que Armin envió con Connie, ni siquiera con el costo del montón de hierbas que Mikasa tomó de la alacena de medicamentos.
—Creo que voy ir a visitarlos dentro de un par de días —le dijo Sibylle al grupo, ya montado y listo para partir.
—¿Para qué? —preguntó Connie levantando una ceja hacia la muchacha, quien vaciló un poco. Jean le lanzó unos ojos de pistola a su amigo.
—Quiero estudiarlos un poco más —respondió ella—. Les hice algunas nuevas modificaciones a los equipos y me gustaría verlos en acción. De hecho tengo muchas ganas de estudiar a Mikasa y Jean, porque tú eres simplemente increíble —se dirigió a la mujer con la cría en brazos y luego miró al hombre detrás de ella—, y tú, Jean, con la altura que tienes tu habilidad con el equipo de maniobras es asombrosa. De hecho ya eres bueno, pero siendo tan alto terminas siendo impresionante.
—Te esperamos con los brazos abiertos, yo hago la cena ese día —intervino Jean en la pausa que tomó la mujer para tomar aire, fingiendo no sentirse halagado por el comentario de la joven ingeniera—. Te debo una enorme, Sibylle.
—Y-yo... Me siento honrada por haber sido de ayuda. Fueron ustedes quienes me salvaron la vida en primer lugar.
—Deberíamos irnos —les recordó Hiromu, con el tono seco de siempre.
—Gracias Sibylle —dijo Mikasa justo antes de que Jean le indicara al caballo que se pusiera en marcha.
El camino no era tan feo como había parecido de venida y viajaban a un galope más relajado. De esta forma, a Mikasa no le parecía tan incómodo viajar con Irina en los brazos y Jean en la espalda. De hecho hasta el olor era mejor: las plantas del camino y la lavanda del cabello de la niña en vez de el vómito y sudor del día anterior.
Lo malo era que el no dirigir el caballo era algo aburrido. Terminó por hacer lo que le había ganado a Pieck regaños en el viaje que tuvieron juntas. Bueno, no estaba tan mal, ni siquiera iban galopando. Aprovechó que Connie se adelantó para hablar con el custodio.
—Jean, ¿puedo preguntarte algo? —Y ni siquiera era su asunto, era el aburrimiento lo que le despertaba las ganas de saber el chisme.
—Adelante —respondió el joven entre dientes aunque con tono relajado.
—¿Tienes algo en común con Hiromu?
—Uhh —balbuceó. Aparentemente no esperaba esa pregunta—. No lo había pensado, pero creo que no, que yo sepa.
—¿Nada? ¿Algo que se pudiera notar después de cabalgar juntos unas horas?
—No lo creo, Mikasa. Para empezar, me gusta pensar que me encuentro en el mundo de los vivos.
—Eso no es amable. —Pero en el rostro de Mikasa se formó una sonrisa que sin duda Jean pudo escuchar.
—No, pero tampoco es mentira. Ni siquiera me cae mal, es solo que siento que somos como polos opuestos, ¿tú ves algo en común?
—No en realidad, pero ¿sí eres el ex de Pieck?
Jean carraspeó, a Mikasa le dio la impresión de que incluso empezaría a toser, pero en vez de eso solo tomó aire profundamente. Quizá no debió mencionarlo, había visto la tensión entre esos dos y aún así se aventuró a preguntar, su juicio no parecía hacer otra cosa que empeorar, especialmente ahora que estaban sus amigos de vuelta...
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La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)
أدب الهواةLos embajadores por la paz de las naciones aliadas llegan a la isla de Paradis para ejecutar el plan diseñado por la reina Historia y los embajadores Arlert y Azumabito con el fin de evitar los conflictos entre los eldianos y el resto del mundo. Por...