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Los carros de motor los esperaban al salir del bosque. Estaban listos y encendidos, suficientes para los embajadores y el puñado de guardias que los acompañarían. Pieck caminaba con Mikasa, Armin y Annie y, al ver que el grupo de Jean, Reiner y Connie se acercaba un tanto disperso, empujó a Mikasa al interior de uno de los carros.

Con el tiempo fuera de circulación Reiner no notó tanto esa actitud hacia Jean por parte de Pieck, pero parecía no haberse ido. Llegaba a ser un poco molesto en ocasiones, pero nunca pasaba demasiado tiempo antes de que él le devolviera el favor. Quizá ese era un síntoma de las relaciones establecidas. Un escalofrío le recorrió la espalda.

—¡Buenos días chicos! —habló esa voz aguda, cargada de entusiasmo y un dejo de locura que le resultaba conocida—. ¿Cómo están? ¿Quieren ver las cosas que traigo para Irina?

—Hola Sybille, ¿no tenemos que irnos ya? —preguntó Jean con voz rasposa, para luego aclararse la garganta.

—Eh, pensé que me iban a dar un par de minutos, pero creo que tienes razón, bueno...

—Si te lo permiten, no tenemos inconveniente en que vengas con nosotros, ¿verdad chicos? —exclamó Connie sin consultarlos.

—¡¿Es en serio?! ¡Me encantaría! Aún tengo tanto que preguntarles.

Jean asintió murmurando su acuerdo y Reiner no tuvo más remedio que encogerse de hombros y asentir. Connie llevaba desde la semana pasada jugando a los tortolitos con esa mujer. Le tomaba la mano, hablaban a solas y sobre todo parecía ir lento con ella. Solo le había conocido a una chica con la que no se había ido de una cita para manosearla en menos de una hora. Quizá estaba tomando en cuenta que la misión iba a durar un par de meses y no iba a bastar nada que hiciera para alejarse de ella durante ese tiempo. Eso era bueno, probablemente. Jean era el que más formales hacía sus relaciones, incluso llamando sus "novias" a las mujeres con las que salía y terminó con una cría que cuidar. Solo que ojalá, si Connie terminaba quedándose con una sola chica, no fuera con una tan parlanchina.

La mujer fue casi corriendo al carro en donde se encontraba su superior para explicarle que viajaría con ellos. La soldado la vio con los ojos entrecerrados y luego hizo una cara de entre burla y fastidio.

—¿Ya extrañas que te toquen el otro punto débil de los titanes? —preguntó Reiner viendo que Sybille estaba a una distancia prudente.

—¿Qué?

—Por dios Reiner, cierra la boca —suspiró Jean jalándose el cabello.

—¿Qué tiene?

—Ni siquiera fue gracioso la primera vez, menos si cada vez que nos gusta alguien haces un chiste de culos.

—Si te fijas, solo lo hago cuando se consiguen una nueva. —Reiner sonrió—. Quédense con la misma persona y me veré en la necesidad de cambiar con de chiste.

Jean volteó los ojos y suspiró, molesto. Era bueno verlo así y no lleno de resentimiento.

Reiner sabía que las pesadillas de Jean eran sobre él. No era egolatría ni nada parecido, pero era obvio que después de despertar en medio de la noche gritando el nombre de Marco mantenía su distancia con él y con Annie. No había nada qué reprocharle, claro, a él mismo se le aparecían Jean, Connie y Mikasa en sueños de vez en cuando. Probablemente todos habían quedado igual de jodidos de la cabeza. Además, no mucha gente toleraba una conversación con la antigua titana hembra, no podía reprocharle demasiado a Jean el evitarla.

En poco tiempo, Sybille ya estaba arriba del carro e instalada, lista para partir. Reiner refunfuñó, lo mismo que Jean, al subirse en el mismo asiento. Era tan alto como su amigo y un tanto más ancho, así que el viaje no sería cómodo. Normalmente uno de ellos compartiría el asiento con Connie, que era a penas más menudo, para ir más cómodos, pero ahora su amigo se sentaría con su noviecita y Jean cargaba a su bebé. No iba a ser un viaje cómodo.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora