Mikasa sintió su rostro contraerse ante la respuesta. Pensó que ya lo tenía, que solo haría falta pedirlo. Le había hecho el trato más provechoso para él y aún así lo rechazó. No tenía sentido. La casarían con un extraño, definitivamente. Vio en los ojos y los labios de Jean una expresión de desagrado y sintió el corazón rompérsele, pero ¿qué había esperado?
—No quiero —continuó Jean—. Pero voy a hacerlo, solo sí tú quieres.
—No entiendo, ¿por qué? —Jean resopló y tomó asiento para analizar lo que había quedado de sus dibujos. Volvió a llamarlo sin atreverse a levantar la voz—. Jean.
—Si no sabes está bien, déjalo así. ¿Vas a anunciarlo mañana?
Mikasa no habló por un tiempo, solo se le quedó viendo. La luz difuminaba perfectamente su perfil, su ceño fruncido y un ligero puchero que estaba haciendo el hombre, como un niño molesto, como cuando lo conoció. Un niño...
—Jean, ¿te gusto todavía?
—Te adoro —dijo él secamente antes de que ella siquiera acabara de hablar—. Supongo que me he hecho bueno ocultándolo, hasta yo lo olvidé cuando estuve lejos.
La amargura se permeaba en su voz. Mikasa se dejó caer en cuclillas en el suelo cubriéndose la mano con la boca. Las lágrimas se formaron en sus ojos, furiosas y tibias.
—Te estoy haciendo lo mismo que me hizo él. —Jean la miró de reojo con curiosidad—. Lo que me hizo Eren —el gesto del hombre se transformó en uno de fastidio.
—Mikasa, por favor. Te dije que voy a hacerlo, anúncialo mañana y luego lo hablamos...
—No. Eren me lo puso en dos opciones. El mundo se destruyó porque yo no admití que lo amaba. Me dio a elegir y no entendí, no entendí que podía haber vivido feliz con él, no entendí que yo cargaba las vidas de todo el mundo.
La voz era rápida, pero suave todavía, pues no quería despertar a la beba. Las lágrimas le corrieron rebeldes en el rostro sin que ella les diera permiso de salir con un sollozo.
Cuando Mikasa alzó la mirada, Jean estaba ahí, hincado frente a ella. Le puso una mano en el hombro y, titubeante, le limpió una lágrima de la mejilla.
—Está bien, perdona. Estás cansada y no debí hablarte así. —Le tomó la mano, ahora con una ternura real—. Levántate. Podemos platicar mañana, te llevo el desayuno a tu cuarto. Lo siento.
Mikasa negó con la cabeza, apartó la mano que Jean le tomó y se le quedó viendo. Suspiró y volvió a hablar:
—Creí que todo fue mi culpa. La guerra, las muertes, la destrucción. Pero él no me dijo que me quería, quería que yo lo hiciera después de que yo lo demostrara tantas veces. Él cambió de opinión, no yo. Él decidió que yo tenía que decidir si asesinaba a todo el mundo o se quedaba de brazos cruzados, pero no me dio la información completa.
—Calma, no entiendo nada.
—¿Quieres saber por qué vine aquí en vez de con cualquier otro? —Jean asintió lentamente, mirándola a los ojos con los de él, que aún en la relativa oscuridad se veían castaños—. ¿A quién usaste de modelo para dibujar los ojos de Eren?
—¿Qué tiene que ver eso con nada? Estás cansada, ven...
—Tengo que hablar claramente contigo, ¿quieres escucharme? —preguntó ella con hilo de voz.
—Si te vas a poner bien con eso. Sí, me gustaría que me contaras qué pasa.
Así que Mikasa le contó cómo a los dieciocho años tomó la decisión de qué Eren destruyera el mundo, cómo lo hubiera parado todo si hubiera sugerido escapar juntos. Cómo con dos opciones que no necesariamente se excluyen mutuamente habían sido toda la información que tuvo, ¿acaso hubiera sido lo correcto decir que no era su familia? Hubiera sido una mentira, igual que no decir que lo amaba porque la salvó. Tanta gente estaría viva si hubiera respondido como él quería.
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La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)
FanficLos embajadores por la paz de las naciones aliadas llegan a la isla de Paradis para ejecutar el plan diseñado por la reina Historia y los embajadores Arlert y Azumabito con el fin de evitar los conflictos entre los eldianos y el resto del mundo. Por...