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—Eres un idiota —le dijo Connie desde la litera sobre Jean—. En serio, ¿cómo se te ocurrió?

—No es como si hubiera sido idea mía, o como si lo hubiera hecho a propósito —respondió Jean recargándose contra el poste de la cama y haciendo la madera crujir un poco.

Estaban en el piso de las chicas porque Mikasa no quiso levantarse y bajar. Cuando Armin se le paró cerca para intentar hablar, la muchacha subió de un salto a la litera como gato enfurecido y le dio la espalda, por lo que el hombre estaba ahora a una distancia prudente. Jean recordó lo que les dijo Mikasa sobre la recomendación de sacar tripas en caso de que la lastimaran y se preguntó cómo un orador tan bueno como Armin iba a razonar con alguien que no quería escucharlo, probablemente el tiempo ablandara las cosas entre ellos. Ahora Mikasa miraba a Jean desde arriba con ojos muy abiertos.

—¿Es mi culpa? —Preguntó Pieck con un hilo de voz.

—No a menos que hayas embarazado a una mujer en mi nombre. En cuyo caso tendrás que ayudarme, no se vale que me dejes con toda la responsabilidad —dijo con media sonrisa—. ¿Cómo iba a ser tu culpa, tonta?

Pieck bajó la mirada ruborizada. Jean sabía a lo que se refería, la pregunta real era: ¿te acostaste con una mujer porque terminé contigo? Y la respuesta era sí. Tenía los últimos dos meses sin hacerlo, pero aunque terminó por agarrarle el gusto a llevarse gente a la cama, las primeras experiencias fueron para deshacerse del recuerdo de Pieck. A pesar de que no era muy seguido, se había repetido más de un par de veces. Claro que a nadie le gusta escuchar que preñaste a alguien porque dejaste de parecerle atractivo.

—¿Sabes de quién es? —Preguntó Reiner.

—¿Ah? ¿Qué clase de pregunta es esa? —Reiner solo se encogió de hombros y alzó las cejas esperando la respuesta y Jean solo desvió la mirada y sacó el aire—. No. Tengo un par de ideas de quién puede ser por la ubicación cerca de Levi, pero ninguna es segura. Ni siquiera sé qué edad tiene la bebé.

—Eres un idiota. —Fue la respuesta que recibió.

—Lo sé.

—No entiendo qué le puede atraer a una mujer de ti —le soltó Annie.

Estuvo a punto de agradecer a el cumplido cuando Mikasa habló con voz apagada, arrancándole una risa:

—Puede ser la barba.

—Estoy de acuerdo —sentenció una Pieck risueña—, la barba definitivamente tiene su encanto. De no ser por eso creo que muchas no hubiéramos caído en tu hechizo. Deberías quitártela.

—No lo creo —respondió Jean frotándose el rostro y sintiendo los duros pelos en la palma de la mano. Era un alivio que sus amigos estuvieran dispuestos a bromear como siempre, que incluso Mikasa hablara con todo lo que seguro traía en la cabeza—. Con tal de tener la oportunidad de conquistar a jóvenes como ustedes, queridas, estaría dispuesto a arriesgarme a otro accidente como en el que estoy metido.

—Ya no puedes seguir regando niños como si nada, ¿cómo te vas a hacer cargo? —lo reprendió Connie. Cierto, no todo podía ser risas y diversión.

—Ya sé, ya sé. Pero Armin dijo que no habría problema para llevarla a las presentaciones, ¿verdad?

—No, pero solo para la que ya viene en camino. Al menos en este viaje no voy a contratar a ningún otro de tus hijos.

—¿Está contratada? —preguntó Reiner.

—Como practicante, va a entrar a la nómina dependiendo su desempeño.

Mikasa puso los ojos en blanco y le dio más la espalda, si es que eso era posible, a Armin.

—Entonces voy a renunciar cuando vaya a tener otro —dijo Jean con decisión—. No sé chicos. Sé que es malo, sé que fue un error muy tonto y que no debió haber pasado, pero al decirlo en voz alta me emociona un poco. Siempre he querido hijos y esta será la primera de varios...

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora