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Queridos embajadores por la paz:

Mi mamá los ha escuchado en la radio y me parece interesante su historia porque es diferente a las que he escuchado en la escuela. No me dejaron escuchar bien aquellas veces porque dicen que soy muy pequeña para entender de lo que hablan, pero igual me parece interesante.

El fin de semana fui a la ciudad de Terinar para levar algunas cosas del pueblo, así que por fin oí todo lo que tenían para decir.

Me alegra saber bien lo que pasó y que ustedes sean amigos otra vez, pero me pareció muy feo que les tiraran esas cubetas los muchachos. Me dio mucha tristeza especialmente por los embajadores Springer y Arlert porque parecía que no podían ver.

Espero que se encuentren mejor ahora, me gustaría saber más sobre cómo hacen para volar porque cuando era más pequeña mi hermano se unió al ejército para poder volar así como ustedes.

Cassy, 8 años.

—¿De verdad no hay nada sobre aquello? —preguntó Jean con impaciencia—. Connie y Mikasa arriesgaron el cuello para lograr el caos que Historia prometió, pero ni siquiera hay nada en el periódico.

—Que no sea público no significa que el ejército no esté pasando dificultades —le dijo Reiner a Jean, asomándose sobre el hombro de Armin para leer al mismo tiempo que el comandante.

—Por mí pueden estar pariendo chayotes, pero si la gente no se entera de lo que está pasando no va a servir de nada. Simplemente no me parece sensato arriesgarnos tanto otra vez si no es seguro que logremos nada.

Armin se recargó en el sillón en el que estaba sentado, suspirando, y extendió su periódico para darle a Reiner una mejor vista. Irina bebía de una botella contra el pecho de Jean, atada con el arnés de Sybille, y se removió ante el aumento del volumen de la voz de su padre.

—Qué lenguaje tan florido, Jean —se mofó Connie, desayunando todavía desde la mesa. Estaba separando la corteza de los panes que tenía en su plato y pasando el migajón a Mikasa—. Para mí que estás asustado, pero sabes que podemos confiar en Historia.

—Se llama tener precaución, débil mental. Confío en ella y estoy convencido de que tenerla al poder es la mejor oportunidad que tiene Paradise de encontrar la paz, solo que no me gusta la idea de arriesgarme o arriesgarlos a ustedes por algo que puede que no lleve a nada...

—Es raro que lo diga alguien que estuvo tantos años en la legión de reconocimiento —dijo Annie con media sonrisa, sentada del otro lado de Armin.

Sin nada que responder a eso, Jean solamente entornó los ojos en su dirección. Armin, por su parte le dio un empujoncito amistoso a la mujer y luego se dirigió a Jean:

—Lo que quieren la reina, sus consejeros y la embajadora Azumabito es que ustedes recuperen nuestras medallas. Me gustaría ser de más ayuda, pero de verdad no me permiten separarme de donde puedan tenerme vigilado.

—¿Para qué quiere Historia esas medallas? —fue la pregunta de Mikasa, quien comía tranquilamente uno de los panes aplastados que Connie le había pasado. Jean estaba seguro de que Sasha lo había condicionado a dar comida en vez de disculpas y ahí estaba, a su manera, pidiendo perdón a Mikasa por lo de anoche.

—No las quiere ella, quiere que las devolvamos nosotros mismos, dentro de dos semanas, cuando estemos en Trost. Una vez comencemos con las ciudades del sur vamos a dar cuatro presentaciones en total, en dos días diferentes...

—Somos casi un teatro —suspiró Pieck.

—Bueno...

Se escucharon golpes en la puerta.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora