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El día estaba tranquilo, sin nubes y con un viento de esos tan helados que parece penetrar los huesos. Los últimos días soleados antes del invierno. Pieck se encontraba en la habitación de Connie en un intento de apartarse del mal humor de Lady Azumabito.

—¿Crees que los vaya a tener ahí dentro mucho tiempo más? —preguntó Connie con la boca llena.

Pieck masticó y tragó rápido, pero solo se encogió de hombros y cerró los ojos, recargando la cabeza en el respaldo de la silla en la que estaba sentada.

Connie estaba anémico. En parte por la pérdida de sangre, en parte porque nunca antes había comido tan mal en tiempos de abundancia. Porquería de abundancia, este era de los únicos lugares en la tierra en donde no faltaba la comida y él no comía porque no tenía ganas de comer.

Había perdido el apetito antes, claro, pero en sus tiempos de soldado nunca rechazó una porción de comida, por muy mala que estuviera ni por muy vivos los horrores de los titanes y de la guerra. Esta era la primera vez que no podía aguantarse y obligarse a comer, esta era la primera vez que sentía esta debilidad y fatiga. Como si no fuera más que un niño malcriado.

El médico le recetó comer hígado, pero, a pesar de ser carne, no le apetecía la textura ni el sabor en ese momento. De hecho no le apetecía casi nada, así que era casi lindo compartir la comida con Pieck y pensar que por lo menos tendría que obligarse a comer una porción más pequeña.

—Me siento un poco culpable... —dijo sacando la comida de su mente e intentando meterla en su boca. Pensaba en Jean y Mikasa.

—Siempre has sido un mal ejemplo —concedió Pieck—, pero quiero pensar que los dos te conocen de sobra como para dejarse influenciar por tus tonterías, no es como si los pudieras haber obligado a tener sexo con algo más que con palabras, considerando su estado.

—Quizá no tuvieron sexo... —Connie vaciló y se obligó a masticar otro pedazo de hígado.

—¿Perdidos ellos solos una noche y día y medio en la montaña? Yo hubiera tenido sexo.

—Yo también, pero no significa que ellos lo hicieran.

Pieck se rió un poco y luego dijo:

—Jean hubiera tenido sexo si ella hubiera querido, ¿te pareció que Mikasa quería?

—Parecía que le ofendió que presionara a Jean para tomar el té de media noche, pero no tanto, ¿sabes?

—¿Entonces crees que fueron capaces?

—Espero que sí...

Pieck tomó un trozo pequeño de hígado y después de tragarlo cambió bruscamente el tema:

—¿Y cómo piensas disculparte con Sybille?

Connie gruñó, sintiendo que su mal humor había regresado, pero no tanto.

Justo el cómo parecía ser un problema.

***

—No puedo creer la irresponsabilidad, la falta de etiqueta, de modales —chilló Lady Kiyomi—. A ti, Mikasa, puedo disculparte la torpeza, ¡la estupidez! Por tu falta de entrenamiento en las relaciones diplomáticas, y eso voy a hacer cuando me pregunten por este incidente: justificarte con la falta de experiencia que tuviste siendo solo una granjera estos años. ¿Pero Kirschtein...?

—Lady Kiyomi, si me lo permite... —quiso intervenir Jean.

—No Kirschtein. Ni siquiera puedo decirte la cantidad de trabajo que acabas de darme, pero creo que lo sabes perfectamente. Estás consciente de la cara que tuve que poner ante los Kamiya y la que voy a tener que seguir poniendo por un capricho adolescente de dos adultos, adultos que aunque vaya a justificar hasta donde llegue mi poder, entienden perfectamente que sus actos tienen consecuencias. O por lo menos que deberían entender eso, pero comienzo a tener mis dudas si les soy sincera.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora