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El crujido de una rama fue lo que hizo regresar a Mikasa de su viaje entre estrellas y recuerdos. Luego siguió la maldición de voz de Jean:

—¡Mierda!

De un salto fue a ver qué ocurría. El estar molesta consigo misma no le impedía preocuparse por sus amigos. Se encontró al hombre agarrado incómodamente de la cornisa con ambas manos y tenía un pie todavía en una de las ramas del árbol.

—¿Crees que puedas voltearte, por favor? —le pidió a Mikasa—. Iba a ser una escalada genial, pero me resbalé.

Ella solamente puso los ojos en blanco, sonriendo de lado.

—¿Cómo supiste dónde estaba?

Jean saltó y se agazapó en el techo, jadeando, y se volteó para quedar boca arriba y respirar un poco. Cuando lo vio aterrizar bien, Mikasa se dio media vuelta y se volvió a acostar en donde había estado viendo las estrellas.

—Hiromu me dijo. También dijo que no querías que te siguieran, pero como estás justo encima de mi cuarto pensé que no estaría tan mal que viniera a descansar acá arriba también. —Estiró los brazos y tomó una respiración honda—. Carajo, ¿cómo hiciste para subir? ¿Qué tienes, ocho años?

—Me extraña de quien presumía haberse criado en el bosque en las afueras de Trost, ¿tomaste demasiado o has pasado mucho tiempo de burócrata?

—Hmm —dijo él simplemente, resonando el pecho—. Te has juntado mucho con Pieck, parece.

Parte de ella había querido hacerlo explotar como hacían Connie y Reiner en ocasiones, o como habían hecho tan seguido Eren y Sasha en su adolescencia, pero era difícil. Incluso de pequeños, muy rara vez le había gritado a Mikasa, y ahora parecía perder los estribos mucho menos que antes, de la misma forma que Connie parecía bromear menos.

Con un quejido el hombre se incorporó y tomó asiento a lado de Mikasa.

—Algo me dice que nuestros guardias no estarían contentos de tenernos aquí —le dijo Jean—. Podrían decir algo sobre algún francotirador o algo así...

—Por eso estoy acostada —respondió ella, y él se recostó rápidamente también—. ¿Qué haces aquí?

—Pues te fuiste y empezamos a discutir, pero estábamos demasiado cansados para eso. Connie se estaba poniendo impertinente y se fue a fumar, pero como estoy dejando el vicio decidí mejor venir a mi cuarto —dijo con su voz fanfarrona, luego cambió a ese tono más honesto que tenía—. También quería venir a pedirte perdón por lo de hace rato, si te encontraba antes de llegar a mi habitación.

—Y por casualidad me encontraste en el techo.

—¡Exactamente! —respondió él, para después de unos segundos agregar, con tono serio—: Es enserio, lo siento mucho. No tenía ni idea.

—Acabas de decir que le preguntaste a Hiromu...

—Mikasa. —Claro, Jean no hablaba de eso.

—No hay manera de que supieras. La versión oficial se le ocurrió a Armin y yo estuve de acuerdo. —Suspiró—. No tienes porqué disculparte.

—Puede ser, pero quiero hacerlo. Todos los demás hemos tenido tiempo para hacer las paces con lo que pasó y lo que hemos tenido que hacer, y mira que lo último es complicadísimo y no creo que alguno de nosotros lo haya logrado por completo. Tú no tuviste la oportunidad de sanar poco a poco al convivir con las personas involucradas antes de abrirte como lo has estado haciendo en las presentaciones. Eres muy valiente. —Carraspeó antes de continuar, como si se obligara a seguir hablando—. Y sé que perder al tarado de Eren no significó lo mismo para, bueno, ninguno de nosotros. Ni siquiera Armin y tú lo perdieron de la misma forma. Debí haber tenido más consideración contigo. Connie y yo. De hecho él viene a disculparse mañana a primera hora.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora