El ambiente entre los embajadores al día siguiente era tan denso que podía cortarse fácilmente con un cuchillo de mantequilla.
Pieck estaba encerrada en su habitación, respetando la indicación del médico de comer y dormir mucho, como si eso se le dificultara en condiciones normales. Annie había acompañado a Reiner a fumar debajo del árbol central, pero, cuando Jean se acercó, terminó el cigarrillo de una calada y se retiró rápidamente, antes de que cualquiera de los dos hombres pudiera decirle nada.
Mikasa había entrado a la cocina en la mañana, todavía con la cabeza adolorida por el golpe de ayer y sin saber si tenía menos ganas de ver a Armin o a Jean. Cuando se vio en la misma habitación que el primero, con la pequeña Irina en brazos, tomó rápidamente una manzana y un pedazo de pan y regresó a su cuarto.
Armin comprendía, pero la soledad siempre le había dolido. No iba a hacerse la víctima, claro, pues él solo había usado sus malas decisiones para romper el corazón a las dos mujeres a las que más amaba. Tomó también una manzana y se dirigió a donde estaba el único de sus amigos que no podía escapar de él.
***
Sybille giró la cabeza cuando vio entrar al joven comandante de la legión. Tenía el cabello desordenado y círculos negros bajo sus ojos. Ambos se forzaron a intercambiar una sonrisa antes de que Armin dirigiera la mirada al hombre sobre la cama.
Connie estaba más pálido de lo que Armin lo había visto nunca. Tenía los ojos hundidos y el pelo desordenado y pegado a la frente. La boca y la nariz se encontraban ocultas detrás de un respirador que Sybille le sostenía cuidadosamente contra el rostro con una mano. La otra mano comprimía y soltaba rítmicamente una bomba que llevaba aire artificialmente a los pulmones de Connie. Del resto de su cuerpo solo se veía un hombro desnudo y el otro bien vendado, después una sábana blanca lo cubría, y la mano derecha se asomaba sobre esa sábana, pálida, y con una de las protuberantes venas atravesada por una aguja conectada a una bolsa de líquido colgada sobre su cabeza.
—¿Hay noticias? —graznó Armin, tenía la garganta increíblemente seca.
—Ya encontraron la bala, pero dicen que está atorada en el hueso de las costillas.
Armin hizo una mueca. Se le oprimía el corazón al ver a su amigo en ese estado, y sin tener ni idea, por una vez, de qué significaba la mayoría de lo que le decían. No era médico. Había elegido no serlo.
Tal vez esa decisión había salvado a sus compañeros, tal vez los había condenado. Tal vez habría podido hacer algo por Connie si supiera a qué se enfrentaba, pero no. Esta era una batalla que debía luchar su amigo por sí mismo, con la ayuda de profesionales capacitados para tratarlo. Tal vez solo estaba pensando demasiado. Le dolía la cabeza y estaba tan cansado, y eso que él no estaba bombeando vida a nadie.
—¿Necesitas ayuda con eso?
—No voy a durar mucho así, lo van a meter a cirugía en un rato, cuando terminen con Hiromu —dijo Sybille sin responder a la pregunta, pero cuando Armin se le acercó y extendió la mano hacia el pulmón artificial de Connie, ella se lo cedió.
El joven se hizo cargo si perder el tiempo, accionando el dispositivo como había visto hacer a Sybille y a la enfermera que había estado antes que ella: presionándolo lentamente para llenarle a su amigo los pulmones de aire, luego soltándolo para que se vaciaran.
La mujer, al verse liberada de su tarea, estiró el brazo y la mano, haciendo crujir a sus articulaciones de forma ruidosa. A Armin le dio un escalofrío, pero trató de que el ritmo de la respiración artificial no se viera afectado. Acto seguido, Sybille tomó a Irina de los brazos de Armin y también la manzana que le extendió el hombre, dejando que él sostuviera también la mascarilla. No había pasado mucho, pero Armin ya sentía el trabajo estirar los músculos de su brazo.
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La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)
Fiksi PenggemarLos embajadores por la paz de las naciones aliadas llegan a la isla de Paradis para ejecutar el plan diseñado por la reina Historia y los embajadores Arlert y Azumabito con el fin de evitar los conflictos entre los eldianos y el resto del mundo. Por...