Cuando Mikasa se vistió por fin y se dirigió con Jean para preguntarle sobre su cambio de opinión, él simplemente la dirigió con Connie.
Iba a tener que visitarlo, sí o sí. La recorrió un escalofrío, pero no podía permitirse seguir acobardada. Había visto heridos, había visto muertos. Más heridos y muertos, entre enemigos y seres conocidos y queridos, casi, de lo que podía tolerar. Pero el abrazar los cuerpos de Sasha y Eren no la había roto. Había pasado mucho, y Connie herido, pero despierto y hablando, no podía ser lo peor con lo que se había topado.
Al entrar al cuarto la asaltó la combinación de olores a suciedad y a desinfectante, ambos más fuertes de lo que esperaba. Normalmente no hacía muchos gestos, pero evitar arrugar la nariz le costó un esfuerzo consciente.
—¿Connie?
—Mikasa, pensé que ya no estabas por aquí. —Había amargura en la voz de su amigo, cuando la mujer se asomó vio que también había algo de esa amargura en su rostro.
—Connie —suspiró, ahora una confirmación en vez de una pregunta—. ¿Te dejan solo a menudo?
De repente, el sentimiento que la invadió fue el de preocupación. No estaba segura de que fuera buena idea dejar a alguien tan herido como él solo por periodos largos. Sin embargo, eso es lo que había hecho ella, en cierta medida. No lo sabía completamente solo, pero tampoco hizo el intento de acercarse.
—Mi mamá se levantó temprano, fue por un té a la cocina. Normalmente se lo toma allá, no la culpo. —Él fue el que arrugó la nariz, como notando por primera vez el olor repugnante—. Igual, siempre están ella o la enfermera al alcance de un grito.
—Todos estamos al alcance de un grito. Desde que despertaste has estado gritando como si te estuvieran matando. Me sorprendería si no te escucharan en Liberio.
Esto le sacó una risita a Connie, que tal vez se hubiera transformado en una carcajada si no se le hubieran llenado los ojos de lágrimas y una expresión de dolor no hubiera nublado su rostro. Lo notó entonces pálido, ojeroso y con arrugas alrededor de los ojos. Se veía unos quince años más viejo.
A pesar de todo, la sonrisa no desapareció completamente de su rostro, ni cuando logró estabilizar la respiración.
—Dios, cómo duele reír, qué bueno que no vinieras a verme antes. Me hubieras hecho llorar como un niño hace días.
Mikasa se miró los pies, avergonzada.
—Tenía miedo de verte morir a ti también.
—Si me veía la mitad de mal de lo que me siento ahora, tiene sentido que tuvieras ese miedo. —En verdad tenía mal aspecto cuando lo metieron ahí. Con sus clavos en las piernas y las vendas y los tubos por todas partes. Guardaron silencio mientras ella movió la silla al lado de la cama de su amigo. Del lado del hombro vendado, no de los clavos saliendo de sus huesos. Connie pareció sentirse incómodo cuando fijó la mirada en su rostro, así que sacó un nuevo tema—: Así que, Jean, ¿es en serio?
—¿Algún problema?
—Un par, pero supongo que con tus parientes intentando venderte al mejor postor, mis objeciones no tienen mucho peso. —Mikasa levantó una ceja sin decir nada—. Pero si insistes, me parece que es muy poco para ti. Irresponsable, gritón, presumido y viene con la hija de otra mujer. No es feo, pero no pensé que justamente tú fueras a caer.
—No me molestaría que Irina fuera mi hija —respondió la mujer con sequedad.
—Entonces tal vez tú sí merezcas a mi amigo —respondió con una sonrisa afectada—. ¿Y te molestaría que Jean fuera tu esposo?
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La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)
FanfictionLos embajadores por la paz de las naciones aliadas llegan a la isla de Paradis para ejecutar el plan diseñado por la reina Historia y los embajadores Arlert y Azumabito con el fin de evitar los conflictos entre los eldianos y el resto del mundo. Por...