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—Chicas, Nicolo vino de visita y va a preparar el almuerzo —anunció Jean cuando vio bajar a Pieck del carro de lady Kiyomi—, trajo algo de vino incluso.

No hubo terminado la frase cuando del carro salió Mikasa a toda velocidad, su bufanda roja en las manos.

—¿Cuál es su problema?

—Lo siento mucho —dijo la voz de Azumabito desde dentro del coche, Jean se acercó a Pieck para saber lo que pasaba—. No pensé que fuera a resultar así. Su majestad y el embajador Arlert... Bueno, los rumores envejecerán deliciosamente por lo menos. Creo que iré a mi posada. Nos veremos mañana para iniciar el viaje de nuevo, pídanle disculpas a la señorita Mikasa de mi parte, por favor.

Jean no alcanzó a abrir la boca para preguntar qué pasaba cuando la puerta se cerró de nuevo y el carro arrancó, dejándolo solo con Pieck y lleno de preguntas.

—¿Qué pasó? —Preguntó Jean tomándole el brazo por encima del codo.

Ella tenía los brazos tan cortos que sus dedos cubrían la mitad del camino hacia el hombro. Pieck miró la mano de Jean, tomándola como desde hacía más de un año no lo hacía y suspiró.

—Parece que a Armin y lady Kiyomi se les ocurrió la idea de tenderle una trampa a Mikasa.

—¡¿Qué?!

—Suéltame Jean —se quejó Pieck, a lo que el hombre resopló y disminuyó la fuerza de su agarre como para que pudiera zafarse si lo intentaba.

—Dime lo que pasó, por favor. —La mujer suspiró antes de responder.

—Le pagaron a un par de malvivientes para que intentaran robarse a una niña en la calle por la que caminábamos. —Los pequeños ojos de Jean se abrieron, doblando su tamaño y el agarre en el brazo de Pieck se redujo hasta que solamente tenía la mano recargada contra el brazo de ella—. Yo detuve a uno y ella sola se encargó de derribar al que llevaba a la pequeña y arrebatársela, claro. Pero el tipo le tomó la bufanda antes de caer y la desgarró, le dejó solo la mitad en el cuello a Mikasa y él se quedó la otra parte.

—Pero Mikasa siempre se anuda la bufanda cuando va a pelear, y no creo a Armin capaz de...

—No le dijeron. Armin no contrató a los ladrones, fue Azumabito, pero lo que sí hizo fue sugerir que no nos advirtieran para que la actuación de Mikasa fuera más creíble —Pieck dio vuelta y tiró de la manga de la camisa de Jean para que caminaran juntos de regreso al cobertizo, orden a la que él obedeció—. Parece que lo hicieron para que la gente hable sobre ella, que la reconozca como una heroína, lady Kiyomi dijo que los rumores envejecerían de forma exquisita, lo que sea que eso signifique. Mikasa se portó casi como si nada frente a la gente, pero cuando subimos al carro de motor dejó de hablar. ¿Por qué es tan especial la bufanda? Lady Kiyomi incluso le ofreció ponerse una diferente de camino.

—Ah, creo que... —dio un vistazo a su alrededor, había niños cerca y si alguno le decía a Mikasa que estaba hablando de ella no iba a ser bueno—. Luego te digo, pero no le digas que te dije.

Jean suspiró y se pasó una mano por el cabello. Era increíble que Armin estuviera dispuesto a manipular incluso a su mejor amiga. Pero con ese hombre había un montón de cosas que no lo creería dispuesto a hacer y siempre terminaba sorprendiéndolo, como colarse al piso de las mujeres a manosear a Annie.

La comida comenzó sin Mikasa, pero la señora Brauss no tardó en ofrecerse a llevarle comida una vez hubieran terminado de comer al enterarse de que se sentía indispuesta. Nicolo hablaba con su mejorado acento de Paradis, pues según les comentó sufría de menos acoso sin el acento de Marley.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora