41

167 15 11
                                    

Lo que Mikasa vio fue cómo Connie perdió el control de su equipo de maniobras cuando sonó el disparo y se estampó con la viga de la que estaban sostenidos sus arpones.

Armin alcanzó a aterrizar, desubicado y confundido sobre por qué Connie no tocó el suelo a su lado. Luego alzó la vista, aterrado al ver el cuerpo colgante de su amigo. Se elevó y llegó junto a Connie al mismo tiempo que Jean para entre los dos tratar de desatarlo.

Otro disparo sonó, pasando la bala a pocos centímetros de la cabeza de Armin. Esta vez Mikasa pudo ver al responsable entre la gente. Se lanzó hacia el frente y en un rápido movimiento le tiró a los chicos su cuchillo, que previamente había tenido seguro bajo la pretina de su pantalón. No estaba segura de que fuera a poder cortar las correas, pero si en algo ayudaba era mejor que lo tuvieran ellos.

Entre el público, Mikasa ubicó a su objetivo: un hombre larguirucho y de cabello corto al que vio guardarse el arma. Los edificios aledaños le sirvieron de soporte y lo persiguió, causando gritos e histeria entre la gente de abajo cuando la vieron moverse a toda velocidad sobre sus cabezas.

Su enemigo la vio acercarse, los ojos inyectados de miedo y vio como un segundo hombre le tiró del brazo para animarlo a correr. Claro que no pudo moverse más que pocos metros antes de sentir las botas de Mikasa hundiéndose en su espalda, al aterrizar la mujer sobre él. No muy lejos estaba el acompañante al que acababa de ver. A él le disparó con su equipo de maniobras, enterrando el arpón en el muslo del infeliz. Ese se sacó una pistola del abrigo, pero se le salió de las manos cuando Mikasa activó el equipo y tiró del hombre hacia ella, dejando un rastro de sangre en el pavimento.

Con ambos hombres retorciéndose de dolor a sus pies, se permitió mirar en dirección a sus amigos. Connie estaba libre de sus ataduras y descendía, pero en los brazos de Jean. No estaba despierto.

***

—¡Quiero a los mejores cirujanos para que se encarguen de esto! De dónde haya que traerlos, pero que estén aquí para ayer —se escuchaba la vocecilla de Historia fuera de la habitación—. Los quiero aquí para cuándo terminen de revelarse las radiografías, ¡ya!

Mikasa se sentía con náuseas. Además de la sangre que le acababan de quitar, antes de que Armin y lady Kiyomi la hicieran venir aquí para hablar había estado sosteniendo a Pieck junto con Reiner al tiempo que Jean le tiró del brazo con toda su fuerza para acomodarlo en su sitio. Bastaron dos tirones, pero los gritos de dolor de su amiga le retumbaban todavía en los oídos.

Ahora esto. La que se suponía que era su única familia, y su mejor amigo la habían vendido a la familia de uno de los hombres que se debatían por su vida allá afuera. Los Azumabito querían deshacerse de su hija pródiga y era ahora cuando decidían decírselo, a mitad de esta crisis.

—Si Hiromu muere, la opción disponible que dejó el clan es Armin —le dijo Kiyomi con voz grave. El rubio agachó la mirada.

—Pero, ¿y Annie? —se le quebró la voz a Mikasa.

Armin solo suspiró y se encogió de hombros. Mikasa quiso entender. No era decisión de él, nunca nada lo era.

**

Al salir de su charla con Armin y Azumabito, Mikasa no quería más que esconderse de todos, pero no había ningún sitio a dónde ir. Las puertas de la casa de gobierno estaban cerradas, obviamente, y no tenía humor para estar en su cuarto. Terminó por ir a sentarse en las ramas del árbol del centro del jardín.

Al subir, se sobresaltó cuando se topó con la mirada de Annie, oculta entre las ramas. Estuvo a punto de bajar, pero la mujer le habló desde arriba.

—Está bien, puedes subir. No me molesta —se escuchaba más fría y ausente que de costumbre—. Me puedo quedar callada si quieres fingir que no estoy.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora