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Al volver de la escuela, los dos chicos platicaban un poco más abiertamente, aunque a Mía aún se le complicaba un poco la situación, se sentía extraña de volver a casa acompañada y no estar usando sus audífonos.
Miguel le había contado y desahogado todita su historia en apenas y unas calles, volvieron en la bicicleta, a una velocidad demasiado lenta para poder charlar de esa forma. El trigueño le contó sus orígenes, y el como habían llegado a los Estados Unidos cuando el tenía unos 4 años, le contó un poco de su familia y su llegada a Resseda, y que él prácticamente había crecido igual en California, solo que en un poblado llamado Bakersfield.
Ahora Mía se sentía parcialmente con la obligación por así llamarlo de contarle un poco acerca de sus orígenes, solo diciendo de momento que ella solo vivía con su madre, que era recepcionista de unas oficinas, su tío que se dedicaba a la música, su esposa y sus 2 primos que iban a la primaria; el como o porqué acabaron en Resseda quedó en un "tal vez algún día te lo cuente, pero es muy lejano a lo que se dice de mi."
Miguel entendió de inmediato que lo mejor era dejar de hacer preguntas, se dio cuenta en la mirada de Mía que le molestaba e incomodaba un poco el que le preguntaran de esos temas.
Cuando llegaron a Resseda, el trigueño detuvo su marcha para que ella pudiera descender de la bicicleta.
- ehm... gracias por el aventón, Miguel... yo... fue raro... creo.
- por qué?
- todo es extraño cuando en el año que llevas en un lugar donde nadie te habla de repente aparezca alguien para quien seas casi inofensivo y se acerque sin miedo...
- por qué son así contigo, Mía?
- digamos que West Valley es como algún talk show, donde aman jugar al teléfono descompuesto con la vida de todos aunque nada les conste.
- eso es tonto, sabes? No eres nada de lo que dicen y...
- descuida, no importa.
- quería preguntarte si.... bueno, ambos vamos y venimos a los mismos puntos; por qué no acompañarnos? No me molestaria un poco de compañía...- le propuso, apenado.
- Miguel, yo... - empezaba ella a responder, completamente roja y jugando un poco con su larga cabellera
-... aja?
- nos vemos por las mañanas en el teléfono público de la esquina, si? Después te explico - le dijo rápidamente al oído mientras volteaba a su departamento y vigilaba las cortinas. Casi como si evitara qu la fueran a ver
- que? Pero por...
- gracias, Diaz. De verdad...
-... Mía...
- si?
- descansa...
- seguiremos viéndonos, hasta no queriendo. Somos vecinos a final de cuentas, no? - respondió tan sarcástica como siempre, con una leve sonrisa

-oye, Menudo...- escucharon una voz que llamaba al latino. Mía se detuvo en la escalera para ver de quién se trataba; era su vecino, el extraño sujeto que los había ayudado la noche anterior, escuchó que algo le explicaba a Miguel, más no alcanzaba a entender, solo que él sería más que su maestro, sería su sensei. Después se enteraría. Ahora debía ir a casa y evitar que su madre se diera cuenta de que empezaba a bajar la guardia, cosa que no debía hacer sino hast que todo se calmara de manera oficial; lo que significaba que hasta que ella misma se convenciera que ahora estaban a salvo y no había de que preocuparse. No la entendía, cuando llegaron a Resseda, la explicación era bastante clara; todo lo anterior estaba en el pasado, no había peligro ni problemas. No tenían de que mortificarse, aunque a la vez entendía a todos ahi; lo que había pasado no era cosa simple, que se pudiese olvidar en un par de días y ya, era más complicado que eso, y ella era la que mas pagaba los platos rotos. En parte envidiaba a sus primos pequeños, puesto que ellos no tenían que tener tanta precaución como ella, o más bien era porque los trataban como debía ser. Sin excesivas precauciones y sobreprotección.

La tarde transcurrió con normalidad, al igual que la noche, excepto por que su vecino, que hasta apenas recordaba se apellidaba Lawrence, entraba y salía de su departamento con cajas, bolsas... quizá iba a mudarse....

A la mañana siguiente, Mía salió de su departamento seguida por su madre, discutiendo algo. Lo que quiera que fuera, solo hacía que Mía le dijera que sí, o respuestas vagas mientras rodaba los ojos, era la cosa del diario, estaba harta de los sermones donde se contradecía entre que fuera "una chica hogareña que va más que encaminada a ser una diosa doméstica" y el ser "una chica que se centra netamente en sus estudios" Mía se despidió de su madre con una sonrisa y voz tierna y sumisa falsos que, al darse la vuelta se volvían un gesto de hastío.
La joven salió caminando con su mochila a cuestas, deteniéndose en el sitio que había acordado una tarde antes con su... amigo? O qué diablos eran ella y Miguel?
Esperó unos minutos recargada en el teléfono público, mientras revisaba su celular. Quizá había salido antes y se había ido, o se había arrepentido de su oferta; no era de sorprenderse... Mía acababa de sacar sus audífonos y estaba por ponérselos para caminar hacia la escuela cuando escuchó el timbre de la bicicleta de Miguel, llamándola con algo de prisa
- Perdón, Mía. Me quedé dormido y...
- descuida, pensé que lo habías olvidado o que te habías arrepentido.
- por qué haría eso, Mía? -le preguntó Miguel, extrañado. No la conocía mucho y recién empezaba a tratarla más pero, tenía la certeza de que Mía no era mala. Nada de eso. Al contrario, que ella era demasiado agradable, después de todo, solo ella le hablaba y no era taaan grosera como sus demás compañeros. Solo era algo... malhumorada e irreverente.

Al cabo de unos días, el trigueño ma relación entre los 2 chicos empezaba a estrecharse, al punto de que podía decirse que realmente ya eran amigos. Incluso Mía se permitía de forma muy ocasional que la vieran llegar platicando o llevarse mejor con su vecino; siendo respaldada por su tío, bajo el mantra de "ella también tiene derecho de conocer, de hacerse de una vida aqui", era un gran apoyo en ese sentido; el único pero seguía siendo la madre de Mía, pero a esta parecía empezar a importarle cada vez menos el hecho de que se interpusiera o cosas así. Estaba harta y quería liberarse, aunque eso implicara quedar como una rebelde sin causa. Aunque aún así no bajaba la guardia en su totalidad, quizá nunca lo haría.






Era hora del almuerzo en la escuela y, los 2 chicos iban en búsqueda de su mesa de siempre, con la diferencia de que esta no estaba; acabaron por descubrir que la habian tomado unos chicos para juntarla con otra mesa y que pudieran estar más a gusto.
- brillante...🙄- protestó Mía
- calma, busquemos otro lugar, no pasa nada.... mira, esa mesa de allá...

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AlmondMilk0013 amexshay ByPlayer197 Misaki_mskw Analia540 BrendaGarcia823 elebtxw ReginacrX Josheshita_25
Ya se van a conocer!
A ver si Mía no le acaba pegando a Demetri 😅

In Your Arms (Miguel Diaz/Cobra kai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora