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Miguel y Mia habían pasado buena parte de la tarde anterior platicando por mensajes, ella se había desahogado de su hartazgo con su madre y el asunto de la pelea de la cafetería... de todo. Simplemente se sentía cansada de todo, incluso habían acabado hablando de lo que... habia pasado entre ellos minutos atrás. De eso y de todo lo que había pasado con Kyler y Sam; llegando a la conclusión de que el latino no se entrometería nuevamente, a menos que fuera Realmente necesario, o que se asegurara de tener oportunidad con la ojiazul, o que tan siquiera le agradeciera.
El trasfondo real era que Mía quería convencerlo y sacarle a esa chica de la mente de una, pero sin ser obvia; ella entendía que bien podía ser que lo que sintiera no lo correspondieran pero... quizá era buena idea al menos hacer el intento.
Al día siguiente, Mía seguía sumergida en sus pensamientos y en lo que le podía acarrear lo que había pasado el día anterior; con todo ese asunto de los besos y demás con Miguel. Él también sentía algo por ella pero no lo admitía? O qué pasaba allí? O solo... quizá quienes se atrevían a molestarla en México, e incluso el tonto de Rickenberger tenían razón con eso de que alguien solo se involucraría con ella por una razon: lástima o urgencia. No los culpaba, después de todo ella no lucía ni se arreglaba o comportaba como aquellas chicas que acumulaban toneladas de likes o corazones en sus redes sociales, ella no era tan libre, es más, a veces se cuestionaba si realmente era tan atractiva como Eli la definía; después de todo, para cada roto habia un descosido, y quizá eso era ella con él... quizá. A final de cuentas, Eli no estaba de mal ver, tenía bonita mirada; había que admitirlo, le gustaba su mirada. Aún con esa aura tristona, y era de esas personas con las que nunca te aburres ni te cansas de platicar o de convivir; qué mal que no sentía más que ese afecto amistoso.

Al fin había acabado con todos los dobles fondos y trampas de revisión en su cuarto; pues su madre la interrogaba hasta por unos aretes de un dolar; que cuando y donde los había comprado, que por que no le contaba... era hartante; varias madrugadas, mucho cartón, cinta adhesiva, y bolsas de plástico al fin daban resultado. Sus cosas estaban a salvo. O al menos le costaría más el hallar todo. Justo acababa de poner los últimos trozos de cinta en su mesa de noche cuando su madre le avisó que la buscaban, que era el chico del departamento de la planta baja, quien le había dado una versión extraoficial del asunto del comedor y bueno, ahora él era un héroe y ella... una chica que había intentado defenderse pero, la superaban en fuerza o experiencia y  había acabado mal. El trigueño había estudiado bastante a la madre de Mía, así como leído un poco sobre como lidiar con cada tipo de padres, y en el caso de Mía, su mamá era la típica sobreprotectora que se niega a ver a su niña crecer. Llegando a la violencia psicológica o emocional si hacia falta

- Hola, Mía... ya estás lista?
- Miggy... para qué?
- teníamos un plan para hoy, se te olvidó?- preguntó él, con algo de duda, pero con su característica sonrisa que, ponía a Mía a sus pies
- yo... nop... aguarda. Voy por mis cosas y nos vamos, ok?
- perfecto, pre... digo... te espero- se corrigió, apenado.

Para cuando bajaron al estacionamiento,  el trigueño sacó su bicicleta; aunque ahora algo apenado, pues tras saber el pasado de Mía, era obvio que ella había tenido la oportunidad de viajar de muchas maneras seguramente, así que ahora una bicicleta debía ser lo peor que le pasara.
- Mía... algún día lo cambiaré por una moto o algo, si?
- por qué necesitas explicarte? Es divertido! Y... puedo tenerte más cerca que en un auto  o así... hasta podemos platicar. Miggy, no me has entendido que a mi no me interesan esas cosas?
- como llegamos a esta plática?- cuestionó él, con algo de duda
- y por qué te preocupa lo que opine yo sobre si tienes un Ferrari, o un par de patines? Hablas y te portas como si... olvídalo. Qué crédula eh?
- a que te refieres?
- como si me quisieras impresionar o algo? Pero son bobadas mías; después de todo somos amigos y ya, no?- dijo Mía, amargamente
- Mía, nena... quiero que me acompañes al dojo; siempre estás pendiente de mi y... no sabes cuánto lo valoro y te lo agradezco
- entonces...? Que tiene que ver el karate con... bueno...- empezó a titubear Hawtorne, apenada
- quiero que seas la primera en ver cuanto he avanzado y, par que te quedes tranquila de que estaré bien ♡
- Miggy... - el moreno le estaba moviendo sin querer, demasiados recuerdos a Mía, la última persona que le había prometido que "estaría bien", había acabado con la garganta rebanada. Le daba terror el pensar que le pasara lo mismo a él.
- Mía, mírame.- empezó él, encontrando sus miradas, sosteniendo el rostro de la castaña mientras acariciaba su mejilla- te prometo que siempre voy a estar bien  y, también lo estaré para cuidarte. Me importas más de lo que yo mismo llegué a pensar...
- 🥺🥺 Miguel... no me prometas... y tampoco me hagas creer cosas que sé perfectamente que no pasarán
- yo... no te entiendo.
- no importa. Porqué habrías de cuidarme?
- porque
- aja? 🥺🙊🙈💓
- porque no te mereces sufrir más de lo que ya lo has hecho. Eres mi amiga y, como una hermana para mí... y como tal, no dejaré que te pase nada
- Pero Miggy... 🥺💔
- ... 🥺😔
- Si me ves así... por qué los besos?
- Mía...
- que más da? Por eso es mejor ya dejar esto así. Y vámonos ya, que se te hace tarde.- ordenó la latina, con su típico tono de voz algo hostil. Aunque, a todas luces estaba por romperse en llanto.

In Your Arms (Miguel Diaz/Cobra kai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora