Mía, una solitaria, callada y sobre protegida chica de Resseda cuya familia tenía un secreto; secreto por el que en su vida solamente tenía en su itinerario 3 cosas: escuela, casa, iglesia. Prácticamente aislada del mundo por su sobreprotectora madr...
- maldicion, Mía! Te das cuenta de lo que estamos haciendo?- se quejaba Demetri mientras se ponía su mochila y caminaba detrás de la Morena - que nos estamos escapando de la escuela para ir a quien sabe dónde? Pero claro que me doy cuenta- respondió sarcástica - y no podías contarnos en el almuerzo o en clase? - no. No deben oirnos. - y bien? Cual es el plan?- preguntó Miguel - no lo sé, un parque, un restaurante, lo que sea donde nos podamos sentar y hablar de todo esto. -...y tan siquiera te detuviste a pensar en qué pasaría si nos descubren? Yo tengo un inmaculado historial que... -Demetri... podrías callarte unos segundos? Si quieres venir, adelante. Pero si solo re vas a dedicar a lloriquear y verle PEROS a todo, aprovecha que seguimos cerca de la escuela...ademas; qué de malo puede pasar? Como quiera que sea ya rompimos un poco la rutina, y eso... ya era más que justo para los 4- le dijo Mía, ya irritada de oír las protestas del ojiverde Los 2 chicos seguían discutiendo en la acera, con la castaña evidentemente derrotando por goleada al azabache en cuanto a argumentos y demás, solo interrumpidos por un auto que se acercó a ellos preguntando por Eli, quien traía su celular en la mano -si, soy yo... - Eli, pero que...- preguntaba Mía, totalmente extrañada - mientras ustedes dos peleaban cuán parejita, pedí un uber y... bueno, se me hizo buena idea ir a la playa, cerca del club campestre. Es una zona demasiado tranquila, creo que sentarnos viendo el mar ayudará un poco... eso y que... que recordé que me dijiste lo mucho que te gusta el mar, Mia- admitió el ojiazul, sonrojado. - de acuerdo, andando.
Cuando llegaron al punto que Eli había elegido como destino para dirigirse, caminaron un rato hasta que encontraron unos troncos y rocas donde podían sentarse y ver el ir y venir de las olas y lo bonita que era la playa... y así empezar a decirles la verdad. Su verdad.
- bueno... como se supone que empiece?- dudó Mía, hecha un manojo de nervios - por el principio sería de gran ayuda, Mia- la animó Miguel, apretando levemente su mano y mirándola a los ojos con una sonrisa comprensiva - bien... se que al menos ustedes 2 han escuchado demasiadas teorías y versiones de que llegué aquí, que me mudara a Resseda y todo eso, no? - oh si; la de los fugitivos es mi versión preferida- dijo Demetri sin pensar, siendo acallado por Eli, quien lo miró con molestia, silenciandolo - lamento decirte que esa es mentira... hay una que tiene cierto grado de verdad. Para empezar... soy mexicana. De la capital. Cuando era niña, crecí en una zona que bien se podía comparar con Resseda y esa parte de la ciudad, una zona algo pobre quizá pero... al menos siempre había pan en la mesa; no era tan malo pero siempre se podía aspirar a más. A algo mejor... solo que... allá en México, es muy difícil surgir de la nada y levantar el vuelo a una mejor vida, bueno, eso sí no tienes los medios las posibilidades... bajan... cuando tenía cosa de unos 6 años, papá llegó un día diciéndonos que había conseguido un empleo maravilloso que nos cambiaría la vida. Uno donde todo iba a mejorar y todo lo que haríamos no sería más que subir y subir como espuma. - wow, esa si que fue una gran suerte entonces, no? - no, Demetri... créeme que.... de haber sabido qué pasaría después, mejor hubiéramos seguido como en ese entonces. Nos mudamos a una casa grande, muy bonita; me cambiaron de colegio y... en prácticamente un par de meses era como si yo siempre hubiera pertenecido a ese mundo de joyas, zapatos, y lujos.... aunque ahora era una jaula de oro. Literalmente hablando; había mucha gente armada siempre, demasiados misterios y el hermetismo... aún más. Era casi como vivir en un búnker, solo que con TV por cable y piscina. Mis amigos no podian ir a la casa por razones que nunca terminé de entender, pero eso no era impedimento. Conforme crecí me di cuenta de que algo marchaba mal en todo... papá viajaba demasiado, pero con muchísimos misterios; nunca nos llevaba, ni implicaba lugares bonitos o cosas así, solían ser viajes relámpago la mayoría del tiempo, discutía por teléfono con personas, hablaban de kilogramos, paquetes enteros, armas... cuando tenía unos 12 años, entendí todo. Y se que también todos en casa se dieron cuenta que yo ya entendía cual había sido ese maravilloso empleo y porqué el repentino ascenso, el porqué ahora llevaba la vida que llevaba; comprar una de estas (les muestra sus preciadisimas pandoras) en ese entonces para mi era como comprar golosinas, básicamente era una versión de Yazmin y sus amigos. Y no me molestaba en lo más mínimo, al contrario lo disfrutaba tanto... era... como un sueño. Uno que poco a poco empezó a volverse pesadilla...- les contaba Mía, aunque su semblante iba cambiando a uno más triste y apagado, incluso con la voz quebrada conforme iba avanzando en la historia. - Mía... no es necesario que estés haciendo esto... sabemos que no quieres seguir, y... - no Eli. Está bien... estoy bien- respondió Mía, segura, aunque su mirada parecía decir lo contrario, así como esa leve caricia en la mejilla del ojiazul. - entonces... tu papá... bueno, él... - empezó Demetri, buscando como decirlo sin empeorar las cosas después de todo lo que había dicho para entonces. - no tengas miedo de decirlo. Había acabado envuelto en cosas del crimen organizado... arrastrando a otros de mi familia. Cuando me di cuenta de todo, involucró a mi tío, con el que vivo, Miggy. Mi primo el menor, era un bebé apenas y él se había quedado sin trabajo y perdido el departamento que rentaban. Les ofreció ayuda y... había empezado a involucrarlo pero mucho más superficialmente que como él estaba. Cuando cumplí los 12 años, papá me llamó un día para hablar conmigo, pues ya era una chica lo suficientemente grande como para empezar a tomar mi parte en todo eso. Y solo había 3 vias; para una, aún era demasiado pequeña, para otra... yo no era material... ya saben. Que produjera. Además de que con todo y todo, mi papá se opuso rotundamente y descartó esa idea desde el principio. - la opción B era... una alternativa como de telenovela colombiana no? Ya sabes... - de hecho, si Migue. Por eso mismo la descartaron al toque... querían alejarme de una experiencia tan horrible. Así que, quedaba una más, una que según papá, también iba acorde a mi personalidad y aunque era arriesgada, yo tenía todo un ejército detrás mío, aunque tuviera fajos y fajos de dólares a mi disposición, no era malo mancharse un poco las manos. Fue entonces que me las entregó. Un revólver y... unas como dagas o navajas.
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Las víctimas siempre serían presas fáciles para mi, y que pudiera sacarlas del mapa con facilidad. Además de llevarles cierta ventaja. - Mía... te estaban introduciendo al... al... - al que, Demetri? - al sicariato? - algo así. Quien sospecharía de la muchachita que se la vive entre sus libros, películas y era solitaria como un planta rodante de carretera, no? Era el elemento perfecto... nunca logré consagrarme en eso. Me enseñaron a disparar, usar algunas armas... incluso combatir cuerpo a cuerpo. Cuando cumplí 13, yo era otra... me estaba volviendo de sangre fría e insensible, tenía más dinero y mi imagen empezaba a oscurecerse... empezaba a parecerme a la que ven ahora, y no me importaba; era otra la chica del reflejo, y me encantaba lo que veía. Igual que el poder que tenía y lo que me dejaba, aunque eran cosas que solía ignorar por comodidad.... estaba transformándome y lo disfrutaba. Ahí fue donde lo encontré... y que todo se empezó a venir abajo... - les siguió contando, con el tono sombrio que TODO había dejado.... -encontraste? A quien?- inquirió Miguel, con una levisima nota de celos en la voz - a... al que había sido mi único amigo y... que por mi culpa terminó como lo hizo- explicó dejando escapar unas cuantas lágrimas. Miguel, Demetri e Eli querian detenerla, estaba sufriendo con contarles todo, pero era imposible. Ella quería seguir haciéndolo.
