Mía, una solitaria, callada y sobre protegida chica de Resseda cuya familia tenía un secreto; secreto por el que en su vida solamente tenía en su itinerario 3 cosas: escuela, casa, iglesia. Prácticamente aislada del mundo por su sobreprotectora madr...
- yo no estoy presionandola!- escupió Hawk, a la defensiva - Eli...- empezó Mía - 😐😒 ya sabes que no... - pues si. Te llamas así, y así te digo. Ok?- lo regañó la morena, a la cual él veía con algo de molestia, o quizá resentimiento - si lo haces. No hay día en que yo no venga aquí, sin que tú... - sabes que? No quieres ser de Cobra kai, ok! Pero resignate a seguir siendo... - ni te atrevas, Moskowitz- sentenció Mía, deteniendo en seco a su amigo. Empezaba a desconocerlo, y sabía que era capaz de decirle algo jodidamente hiriente - los veo luego...- dijo molesto, quitandole su celular a Mía
- qué mosca le picó?- preguntaba Mia, entre molesta y preocupada, mientras empezaba a caminar de la mano de Miguel - no estoy seguro. Creo tiene que ver que ha tenido problemas con Moon, lo del sensei con Robby, que su alternativa ego empieza a apoderarse de él... - entonces al parecer no soy la única en creer eso. - dedujo ella, xon cierto dejo de sorpresa - qué? - estoy preocupada por Eli, Miggy. El corte de pelo, el tatuaje y la confianza eran algo bueno, me agradó la idea y ves que incluso lo apoyé, pero... empieza a irse de las manos. Y con Moon, no estoy del todo segura; solo el otro día me llamó, que habían discutido, bastante feo a mi parecer. - y no es todo... linda, creo que tienes razón sobre tus teorías acerca del sensei Kreese - a qué te refieres? - ha estado hablando demasiado con los muchachos, pero muchas de sus anécdotas... no cuadran. - dices que está mintiendo? - eso es evidente, chatita. Pero, no lo se... no es sólo eso. Desde que empezó a intervenir en las prácticas y todo... no está bien lo que está pasando - de eso hablo! A todas luces siento que es un manipulador y que algo trama o... no lo se. Solo... ten cuidado y, no confíes en él, si? - lo haré, mi Mía. Tranquila. Y... también cuidaré de ti. Se que le tienes cierto miedo a ese hombre, pero; no dejaré que se te acerque siquiera. Salvo lo netamente esencial cuando vengas conmigo... te parece? - ... bien...
- ahora, andando. Que el cine nos espera...- le dijo el trigueño aún muy cerca de sus labios, para después dedicarle una dulce sonrisa - podemos ver una de terror? - Mía, casi te saqué cargando de "IT". Creo que algo meloso nos caería bien... además, es ad hoc con la fecha - qué fecha? - ... tú y yo, hace un mes... - bromeaba, Miggy! Lo sé... y seh, creo tienes razón. Pero no te acostumbres a ello...- soltó ella, conteniendo la risa
Al terminar la película, los 2 chicos volvieron caminando a casa, para poder disfrutar lo más posible de su día, de que hacía ya un mes al fin se había esclarecido todo, y estaban en la vida del otro de una manera mejor a la del inicio; Mía se sentía como en una película, como esas 2 horas de miel y corazones que habían ido a ver, aunque a la vez sorprendida de que al trigueño le gustaran películas tan cursis. Era todo un sueño, quizá no tenían salidas a lugares tan geniales, ni regalos lujosos, o ser el típico arquetipo del "relationship goals" pero ella lo quería con su alma entera, y él la quería igual. No paraba de disculparse con ella por haber sido tan ciego y, haber estado a casi nada de perderla para darse cuenta de ello.
-Mia, puedo preguntarte algo? - qué pasa, lindo? - tú... te sientes bien con como estamos? Con lo que tenemos? - claro! Por qué la duda? No te entiendo... - llevamos un mes y, es la primera vez que podemos salir así. Y no es justo - no es justo en qué, Miggy? - que tú hayas comprado las palomitas y todo porque... fue más de lo que pensé entre los boletos y... -...? - ... -Miggy, qué pasa? - y esto
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-Pero... de dónde... - estuve ahorrando este mes, y el sensei me acompletó lo poco que me faltaba. Se que no es oro, y que tú estabas acostumbrada a otras cosas, veo como observas los ramos de flores, y... y todo eso... y no te lo puedo dar. Pero...
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- Y a mi podrías explicarme en qué bendito idioma necesitas que te diga que nada de eso me importa, ni me emociona? Miguel, en los ya prácticamente poco más de 2 años que llevo aquí, eres lo mejor que me pudo pasar, que apareciste y me diste luz, paz... tanto... ay Miggy... yo, te... - ... si, Mía? - no, nada. Si te digo vas a salir corriendo... - le explicó ella, desviando la mirada y dando un suspiro - qué es? - nada... de verdad. No importa - Preciosa, todo lo que salga de aquí, y aquí- decía él, señalando la mente y los labios de su novia- es importante para mí. - logrando que ella sonriera, y apretara los labios un tanto apenada. - te quiero, Miguel. Es todo... - yo a ti, mucho más... - volviendo a lo del collar... porqué? - quise tener un detalle contigo, y que también recuerdo lo mucho que amas el mar. - no sabes cuanto...- suspiró ella - no, de hecho lo sé. Linda, tu princesa favorita es Ariel, crees que Melody está infravalorada y, bueno, las fotos que tomamos en la playa las veces que hemos ido... necesitaría ser ciego quien no sepa eso de ti.
- Miggy, cuando llegamos aquí, y entre el cansancio, la tristeza y todo... cuando vi el mar, y que literalmente teníamos la playa a unos minutos de casa... supe que no iba a ser tan malo. Y no me equivoqué.- relataba la morena con una sonrisa nostálgica. Llevaba poco más de 2 años en California pero, apenas estaba sobrellevando su duelo como le era posible - y... por qué el mar? - me hace sentirme libre, con muchísima paz... no puedo ni describirlo... no sabes cuanto me encanta el mar. Creo que ni yo lo sé del todo. - sabes? Creo que en este momento tengo ante mi a la Mía de antaño, la que no se merecía esa pesadilla que vivió. A la que la desesperación y la inseguridad misma le arrebataron todo... y, quieres que te diga algo? - 🥺 qué...? - que me hubiera enamorado igual de ella, eres la misma de entonces y... - de verdad? - de verdad, verdad. Un último beso antes de volver a casa, uno que disfrutaron como parecían no haberlo hecho; donde Mía pudo sentir su corazón acelerarse y a su mente dejandose llevar, más al sentir las manos de su trigueño pasar lentamente de sus brazos a su... bueno, donde según ella debería ir su cintura. Dejando en ella un debate interno acerca de su aspecto, confundiéndola; más no logrando que se apartara. Fue como si de repente sintiera que ella esperaba oírlo decir que no llegaran a casa aún... aunque sonara a disparate. Ella sabía que ninguno de los dos estaba listo; estúpidas hormonas.
Cuando al fin llegaron a Resseda, se despidieron en el punto ciego que habían encontrado, antes de llegar al patio; dándose un último abrazo. Nada turbaba la felicidad de Mía, ni siquiera las quejas de su madre hacia todo. Finalmente estaba siendo feliz y sintiendo que tenía una vida allí.
