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Después de ver como el príncipe luchaba contra la reacción de aquella bebida que él mismo le había dado, su corazón se estrujó dentro de su pecho.

― Por favor, no me odies por esto... —le suplicó en un susurro y aún sin poder dejar de mirarlo, no pudo evitar la tentación de besarle la frente― Prometo que regresaré. Y yo siempre cumplo mis promesas, lo sabes...

Con la cara llena de impotencia, se levantó de la cama donde el príncipe reposaba, y caminó sin mirar atrás porque sabía perfectamente que si miraba, no podría dejarlo ahí. Si miraba atrás quizás todo le daría igual y abandonaría su reino por quedarse. Si miraba quizás sería feliz muriendo junto a él. Pero no, aún ganaba la racionalidad en su pensamiento, la misma que le decía que era mejor salvar a su reino y conseguir una vida de paz para Hyungwon, aunque quizás en esa paz él no estaría con el príncipe.

Con una opresión en el pecho, y manteniendo sus ganas de llorar, una vez que salió de la habitación, se dirigió con pasos decididos y rápidos hacia la salida del palacio, tan firme como si nunca estuvo a punto de desmoronarse en aquella habitación.

En la entrada de nuevo se cruzó con Ivrisia, quien le sujeto del brazo en un intento por detenerlo. Ella lo miró con preocupación, desgraciadamente, ella sabía leer al capitán demasiado bien y entendía lo que ocurría.

― Debo partir. ―le dijo Wonho soltándose de su débil agarre, y dicho eso se dirigió a quien sería el capitán de su tropa en su ausencia― Si ocurre algo no dudes en informar por lo que sea. ―ordenó.

―Sí capitán―dijo el soldado con profundo respeto.

Después de eso no dijo nada más, simplemente se dirigió hacia su caballo él solo.

― ¡Espera! ―dijo Ivrisia deteniéndolo una vez más― No regreses solo, eso es peligroso. Aquí también tenemos soldados y un ejército. —le regañó.

Wonho se mantuvo pensativo, con la mente plagada de aquella imagen triste y adormilada del príncipe, pero finalmente asintió.

― Me llevaré a la mitad de mis soldados. ―le contestó dejando en claro que esa sería su última palabra.

Su seguridad era importante, pero la del príncipe lo era aún más.

Miró hacia el mismo soldado con quien había hablado anteriormente, éste ya había oído la conversación y entendido la orden silenciosa sin necesidad de más acciones que una mirada. Así que, como si ya estuviera decidido de antes, justamente la mitad de los soldados partieron junto al capitán de nuevo hacia su reino.

Para ese momento el paisaje no era el de un amanecer sino que cada vez el camino se hacía más oscuro, ya que estaba anocheciendo.

Con cautela avanzaban en la oscuridad, todas las personas que lo acompañaban eran gente de su ejército de élite por lo que a pesar de parecer tranquilos, tenían muchas habilidades, y estar alerta era una de ellas.

Durante casi todo el trayecto, el recorrido había parecido silencioso, hasta que pudieron percibir una figura en la oscuridad, por lo que inmediatamente Wonho detuvo su caballo y sus soldados le acompañaron en disposición de defensa.

En medio de la noche, la poca visibilidad que les brindaba la luz de la luna y sus lamparas no les daba ventaja en lo absoluto. Y al mirar alrededor fue que se percataron que estaban rodeados y que el enemigo los superaba en números, por lo que sabían que cualquier movimiento precipitado podría significar una muerte inmediata en medio de esa emboscada.

― Vaya, mira a quién encontramos solo en el bosque... ―dijo un hombre, burlándose a medida que se acercaba al grupo de personas en su caballo― El príncipe Hoseok, ¿o debería decir Capitán general?

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