Final.

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El príncipe tuvo que pasar por muchas revisiones con el galeno para poder volver a ser libre y deambular incluso por su propio palacio por su cuenta, ya que lo sobreprotegían demasiado. Desde ayudarle a sentarse, a vestirse o a bajar las escaleras, hasta negarle el acceso a las caballerizas, dormir bajo vigilancia en caso de que intentase escapar para hacer alguna travesura, y prohibirle practicar cualquier deporte o actividad física que sugiriera esfuerzo de su parte.

En general su vida se volvió un poco aburrida en comparación a como la recordaba, al menos hasta que se recuperó totalmente de la herida y pudo volver a visitar a Wonho sin restricciones. En realidad no es como que no lo hubiera visto durante todo ese tiempo, al contrario, Wonho iba a visitarlo seguido y salían a dar paseos que eran muy cortos, demasiado cortos para su gusto pero era lo único que podía hacer debido a su herida, aunque si es verdad que disfrutaba muchos sus momentos a solas, y cuando no estaban juntos se escribían cartas. Sin embargo, Hyungwon estaba deseando regresar a donde comenzó todo con el capitán.

No era un secreto para nadie que la relación del príncipe heredero y la del capitán se volvió abiertamente cercana después de la última guerra y aunque todos tuvieran una opinión, nadie se atrevía a mencionar nada. Ni para bien, ni para mal, pero eso no impedía que siguieran con su relación.

Una tarde en la que Hyungwon viajó al reino de Namelar para que se pudieran reunir, cabalgaron hasta el lago de una de las propiedades privadas de la familia real de Namelar, donde según recuerdos del príncipe, habían compartido bastantes momentos juntos, y era donde todo había iniciado.

Eran un gran día para el Hyungwon moderno, tan sólo por el hecho de poder visitar ese lugar en carne propia.

Al llegar al lugar donde tenían previsto hacer algo parecido a un picnic, Wonho bajó de su caballo y fue directamente hacia su príncipe para ayudarle a bajar sin que tuviera que hacer tanto esfuerzo y forzara su profunda herida que apenas llevaba curándose durante tres meses.

Hyungwon se sonrojó por la acción de ser cargado, pero no protestó y se dejó llevar por los deseos del capitán, y no fue hasta que puso los pies en tierra firme que notó que Wonho llevaba puesto el collar que tanto significado había tenido.

El capitán no se dio cuenta que Hyungwon lo estaba viendo y procedió a tender la manta en el suelo a la orilla del lago, para finalmente bajar las canastas con comida suave que habían sido previamente preparadas para ellos bajo su orden.

Después de tomar un largo respiro y arreglar sus finas ropas de realeza en tono azul marino con detalles plateados, sus botas negras pisaron las hojas secas en su camino hacia el capitán.

—Wonho... —le llamó, obteniendo su atención de forma inmediata mientras se sentaba sobre la manta, a su lado. —El collar... —guardó silencio un momento reuniendo el valor suficiente para hablar del tema de los recuerdos hermosos del príncipe de una buena vez. —El collar que te di, todavía no tiene nombre, ¿verdad?

En ese momento Wonho lanzó una mirada hacia su collar y lo sostuvo entre sus manos, y él hizo la misma acción con el suyo.

—No. —contestó el capitán un poco nervioso. —No sé si lo recuerdas, pero cuando me lo diste acababas de caer de un caballo, casi te rompiste la pierna y dijiste “felicidades soldado, has ganado tu título con honores” justo antes de perder la consciencia. Creí que morirías y que esa era tu despedida. —ambos se rieron ante el vergonzoso recuerdo que estaba sonrojando al príncipe, pero con una sonrisa Wonho lo miró de forma dulce. —¿Quieres ponerle uno? ¿Cómo quieres que se llame?

Hyungwon suspiró al recordar lo mucho que había buscado la joya en Internet y que no había encontrado nada. Se preguntaba si en un futuro alguien los valoraría y seguiría diciéndole el nombre que él quisiera darle.

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