Después de la extraña fiesta de la que había sido el centro de atención, se fue a la cama, visiblemente extrañado de caer rendido por cansancio y no por ebriedad. Podría decir que era una de esas extrañas veces en las que no había bebido, si no en una de esas donde se había divertido con pequeñas tonterías, aunque eso se lo debía casi en su totalidad a Wonho, quien era una buena compañía después de todo.
Mentiría si dijera que no rondaban por su cabeza ciertas cosas extrañas que también pasaron esa misma noche, por ejemplo el comportamiento de los hermanos cuando estaban juntos, el extraño silencio de Ivrisia y también la interrupción del baile. Moría de curiosidad por preguntarle a Wonho pero sabía que por mucha confianza que le tuviera a ese desconocido, no era buena idea tocar un tema tan personal.
Bufó aburrido levantándose de la cama donde había estado desde que llegó de almorzar con el futuro rey del reino el cual tenía un nombre extraño que no lograba memorizar.
Fue entonces cuando se puso a pensar en que si tuviera su celular consigo podría buscar ese lugar en el mapa y saber de una buena vez en donde se encontraba, porque seguía pensando que ese solo era un grupo de gente anormal que en vez de modernizarse, echaban el tiempo atrás en todo.
Arrastró los pies por el suelo y abrió la puerta porque ya no toleraba más el silencio y sus pensamientos, fue entonces cuando se encontró con una de las sirvientas del castillo que iba pasando por ahí.
— ¡Hey, psst! —susurró intentando llamar su atención y consiguiéndolo efectivamente— disculpa... ¿Sabes dónde está mi ropa?
La mujer hizo una leve reverencia al darse cuenta que estaba frente al príncipe y agachó la cabeza para no mirarlo a los ojos.
— ¿Su... Su ropa? —preguntó nerviosa.
Él asintió para finalmente sentirse un tonto al notar que la mujer no lo estaba viendo.
— Sí mi ropa, la que tenía cuando llegué a este lugar. —recordó a la mujer— o al menos una camiseta que sea... unas... —se quedó pensativo por un par de segundos— tres o cuatro tallas más grande.
Ante su petición la mujer lo miró un poco extrañada.
— ¿No son de su gusto los atuendos que diseñamos para usted? —preguntó un poco temerosa— si lo desea podemos confeccionar nuevos trajes. —hizo una reverencia— Lamento que no hayan sido de su agrado, su alteza.
Él la miró fijamente. No era su intención hacerla sentir mal, al fin y al cabo esas buenas mujeres solo hacían su trabajo y si alguien se daba cuenta que él estaba presentando una queja por lo que hacía uno de sus trabajadores, podrían ser castigados.
Lo sabía porque ya lo había vivido en el lugar donde trabajaba.
— Oye... —suspiró y la mujer lo miró con una expresión temerosa que él intentó disipar dibujando una sonrisa en su rostro— olvida lo que te dije, la ropa está perfecta... Es solo... —se miró a si mismo— la falta de costumbre —culminó—, ve a lo que ibas. Gracias por tu trabajo.
La mujer asintió con una leve sonrisa y avanzó con prisas por el pasillo un poco sonrojada y abrazando las telas que llevaba en la mano hacia algún sitio. Entonces él se quedó de pie allí sin saber qué hacer para entretenerse así que decidió seguir el único camino que conocía: el del comedor.
Miró hacia las lámparas de aceite del pasillo y revisó de qué color eran las flores que estaban a sus costados. Las blancas y lilas representaban el camino de ida al comedor y las rojas le indicaban el lugar del baño, porque era importante saber donde estaba aunque no fuera su lugar favorito.

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Timeless
FanfikceTodo lo que recordaba era una salida con sus compañeros de trabajo y mucho alcohol... Pero despertar en una nueva realidad le cambió la vida para siempre. ✘ Historia en colaboración con: @traumARS