36.

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Lo pensó. En serio lo hizo.

Lo pensó de día, de noche, mientras comía, mientras leía, mientras dormía, mientras se daba una ducha, mientras el rey le hablaba y también mientras caminaba por el patio.

¿Amor? Era algo que no le cabía en la cabeza, y no fue hasta después de varios días que pudo tener una reacción coherente. Mientras caminaba entre los jardines de aquel palacio leyendo un libro al cual no estaba pensando nada de atención, se detuvo abruptamente.

— ¡¿Yo profesando amor?! —preguntó al aire, afortunadamente estando a suficiente distancia de las personas que lo cuidaban, para que no escucharan su vergonzosa pregunta— ¿En qué momento? —se llevó la mano derecha a la frente— No, no... ¿Qué rayos?

Tan pronto como tuvo esa explosión de realidad, se dio la vuelta y caminó rumbo a la habitación que se le había proporcionado en ese palacio, ignoró a todo el que le preguntó si estaba bien, porque no tenía ganas de explicarle a nadie el motivo de sus prisas.

Al ingresar a aquel lugar que fácilmente era del tamaño de un apartamento moderno, cerró la puerta de madera detrás de él y lanzó el libro a la cama, para finalmente caminar hacia un lugar cerca de la ventana, donde estaba un espejo de plata en donde se apreciaba lo que se suponía que era su reflejo.

— ¡Oye, tú! —le gritó señalando al espejo— ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Por qué me metes en estos líos? ¡Estos son tus problemas, enmiéndalos por tu cuenta! —casi soltó un gruñido de enojo mientras miraba al reflejo que aunque luciera como él, de alguna forma no se sentía igual— Yo no soy el príncipe que dicen que soy, tú sí. ¡Vuelve y regrésame a mi lugar! Yo sólo soy Hyungwon de Seúl, tengo un trabajo de oficina muy mediocre, casi siempre como comida enlatada y vivo en un apartamento para solteros en la calle llamada... —de repente hizo una pausa— en la calle llamada... —se tocó la cabeza al darse cuenta que no recordaba esa información por algún motivo— No importa, igualmente he sido despistado siempre y acababa de mudarme a ese lugar... —susurró como si quisiera restarle importancia al asunto— ¡Pero definitivamente no soy el príncipe enamorado del que hablan! ¡Ah! —bufó y agarrándose la cabeza fue a sentarse a la cama, exhausto por su reciente pelea unilateral— Además mi vida nunca ha sido tan perfecta... —mirando una persona triste en el reflejo suspiró— Aunque creo que tampoco ha sido ni la mitad de trágica que la tuya...

En ese momento alguien llamó a su puerta con tres cortos golpes.

— Su alteza, tiene correspondencia. —mencionó aquella persona desde el otro lado.

— En un momento. —respondió sin prestar atención, soltando un nuevo suspiro para finalmente mirar de nuevo al reflejo y salir de la habitación.

Al llegar al lugar donde lo habían citado, notó que estaban reunidas varias personas que parecían tener rangos importantes, escuchando a un mensajero que claramente venía del reino de Saur. Reconocía muy bien su vestimenta, así que supuso que se trataba de algún informe de la guerra.

De repente se sintió un poco preocupado de pensar en que algo realmente malo estuviera sucediendo. Si bien desde que se quedó solo en ese lugar había tenido miedo por Hoseok y su reino entero, se había autoconsolado pensando en que Hoseok y sus hombres eran increíbles y realmente capaces, así que con la ayuda extra de los otros reinos, seguramente estarían bien. Pero llegados a ese punto no sabía qué pensar.
No llegó a tiempo para escuchar el informe, y tampoco podía escuchar nada de lo que comentaban las personas que recibieron la información. Sólo parecían estar planeando una cosa y otra, concentrados totalmente en ese asunto.

— Su Alteza. —le llamó el mensajero haciendo una reverencia al notar su presencia.

Hyungwon dio un asentimiento de cabeza ante la muestra de profundo respeto y suspiró, levemente feliz de ver a alguien de ese reino.

— ¿Cómo está la situación en la guerra? ¿Por que requieren mi presencia en este lugar? —cuestionó el príncipe.

— La guerra está activa, ha habido perdidas, pero aún no se sabe como terminará. —explicó obedientemente y de forma resumida, para después dar el mensaje que tenía encomendado— El capitán me envió para entregarle una correspondencia, Su Alteza.

El corazón de Hyungwon dio un vuelco al sostener el papel en sus manos. Wonho había enviado una carta exclusivamente para él, ¿cómo se suponía que debía reaccionar después de saber lo que le dijo Ivrisia?

¿Y si decía cosas cursis? O peor aun, ¿qué tal si esperaba una respuesta?

Sus manos empezaron a sudar incontrolablemente y aunque trató de parecer tranquilo, no supo si logró disimular bien o no, antes de desaparecer por completo de ese lugar. No recordaba haber recibido una carta antes, así que recibirla en ese momento de su vida era un poco embarazoso. Y ni hablar de lo bien cuidado que estaba el sobre, sellado con lacre rojo, estampado con el sello de un dibujo complejo que parecía ser algún tipo de firma personal, y conteniendo dentro una breve carta escrita a mano con una perfecta caligrafía.

El príncipe tuvo que sentarse en la cama y respirar un buen rato antes de leer el contenido de la carta, que decía:

« Su Alteza, mi estimado Príncipe Hyungwon.

Sea esta carta un medio primeramente para saludarle e informarle que me encuentro bien físicamente, y espero que también lo estés. Soy consciente de la preocupación y la molestia que pudiste haber pasado a causa de mis repentinas acciones. Por eso, una vez más necesito pedirte perdón por lo que te hice, por abandonarte aquel día, pero quiero que sepa que era lo mejor, dadas las circunstancias. Estoy anuente de que quizá no acepte mis disculpas, pero le prometo que cuando la guerra haya finalizado y todos los problemas que acontecen ahora mismo estén medianamente solucionados, voy a compensar todo el daño que le ocasioné.

Me reitero en mi petición y ruego por su perdón.

Semper et in aeternum,
Nos volveremos a encontrar.

Sinceramente,   
Wonho. »

Por algún motivo, las palabras cálidas le acariciaron el corazón y antes de darse cuenta, se vio a sí mismo extrañando a Wonho y deseando poder verlo. Fue en ese momento que vio al espejo y notó que aquel reflejo que antes lucía triste, ahora mismo estaba sonriendo levemente, todavía sintiendo el calor en el pecho de una frase en latín que sin saber por qué, entendió a la perfección.

Así que... ¿Eso era amor?

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