Timeless

43.

La primera torre se encendió antes del amanecer. Habían tratado de ser lo más rápidos posibles pero la verdad es que esa era la vía más lenta de comunicación que tenían.

El rey que no había dormido en mucho tiempo pudo ver a lo lejos la columna de humo que se alzaba imponente en lo más alto de la más alta montaña del reino y no pudo evitar soltar un profundo respiro. La última vez que había visto tal cosa había sido hace mucho tiempo, cuando era demasiado joven e inmaduro como para predecir que las cosas podían salir demasiado mal y que su padre nunca más volvería de la guerra a la que tuvo que ir. A partir de ahí le tocó madurar demasiado rápido y ser el que llevara el peso de un reino sobre los hombros.

Estaba realmente preocupado por la situación general. Sobretodo por pensar en Hyungwon y en su propio hermano, ya que la situación de ambos estaba pendiendo realmente de la voluntad del caprichoso destino.

Y así, una a una las torres de vigilancia fueron encendiendose, transmitiendo a través de un potente humo negro el triste mensaje de que los reinos quedaban incomunicados a partir de ese instante.

Mientras el tiempo pasaba, en el reino de Laith los preparativos para el viaje se pusieron en marcha. Claramente el rey de Laith no iba a dejar que su amigo y aliado se marchara sin ser escoltado debidamente pese a que había hecho un gran trabajo yendo sin ser descubierto, es por eso que preparó seguridad extra. Y aunque tuviera mucho en qué pensar, Hyungwon no podía sacar de su cabeza el nombre que rebotaba como una pelota en su mente.

Desde que Ivrisia le mencionó a Wonho no había tenido paz, pues aunque con la emoción de ver al rey se le había olvidado algo tan importante, cuando lo recordó sintió que debía pensar en si sus acciones eran debidas o no. Y con tan sólo recordar la cara preocupada del capitán se le estrujaba el corazón. De alguna manera sentía que irse sólo empeoraría las cosas, pero quedarse tampoco parecía que iba a mejorarlas.

—Su Alteza... —le llamó la princesa al notar que el té de su taza ya estaba frío y que su mirada estaba perdida en algún punto de la mesa.

Hyungwon reaccionó y la miró sin poder esconder su expresión pensativa.

—Mis disculpas, no habia escuchado su llegada —susurró. —Supongo que no se puede evitar pensar demasiado antes de un viaje. —soltó casualmente, intentando parecer tranquilo.

La princesa lo miró con comprensión y asintió dibujando una leve sonrisa, sabiendo que las preocupaciones del príncipe tenían un nombre bastante conocido para ella.

—Está bien pensar y analizar las situaciones. —respondió la mujer.

El príncipe asintió pero su rostro se puso triste y su mirada volvió a bajar hacia la mesa. Supo que a ese punto ya no tenía sentido esconderle a la princesa lo que sentía verdaderamente, ya que ella parecía ser la única persona que lo entendía o al menos lo intentaba.

—Vas a decirle que estoy bien, ¿verdad? —preguntó con tono triste. —Cuando vuelvas a enviar una carta dile que debe estar tranquilo, simplemente vuelvo a casa y cuando todo esto acabe, lo visitaré. —sonrió levemente. —Él también podrá visitarme cuando quiera. Hazle saber que no tiene nada de que preocuparse.

Estaba claro que sus palabras eran simplemente un consuelo, pero sentía que poco más podría hacer incluso si tenía ese mal presentimiento. La verdad es que a pesar de todo sentía que la respuesta definitiva a todo su problema estaba en el lugar a donde iba.

Tenía muchas preguntas, y necesitaba encontrar una respuesta lo más pronto posible.

¿Quién era el príncipe? ¿Por qué estaba él ahí? ¿Cómo era el reino? ¿Cómo podría volver a su respectiva vida? ¿Por qué estaba olvidando su propia vida? ¿Qué había entre el capitán y el príncipe? ¿Cómo demonios podrían poner fin a esa guerra? ¿Qué pasaría si olvidaba cosas importantes? ¿Por qué tenía recuerdos que no le pertenecían?

No sabía cómo o por qué, pero sabía que encontraría las respuestas en el reino de su padre, por eso cuando llegó el día de su viaje subió al carruaje de madrugada sin decir nada para evitarlo, y aunque Ivrisia quería decirle que lo pensara mejor, su mirada baja nunca miró a la princesa y simplemente se fue, mucho antes que el sol saliera.

La distancia entre una torre de vigilancia y otra torre era muy grande, y por más que la gente del reino hizo su trabajo, el mensaje no avanzó con la prisa que el capitán y el rey hubieran querido, debido a las lluvias repentinas. Todo estaba saliendo mal y ellos lo sabían bastante bien.

Wonho no pudo dormir en mucho tiempo. Mientras trataba de organizar a su gente y atender otras cosas en el reino, pensaba en el tiempo que avanzaba y en Hyungwon. Realmente temía que el mensaje no llegara a tiempo y que el príncipe se expusiera de tal forma junto al rey en un camino que sin duda los estaría esperando con una emboscada.

Saur sabía que por mucho que quisiera detener a su hermano, había una alta probabilidad de que si no lo dejaba ir, la alianza sufriera un duro golpe. En ese momento ya no se trataba de un acto de amor sino de una situación política, es por eso que la noche antes del día establecido para el viaje, Wonho salió del reino junto a un grupo de hombres a caballo con rumbo al reino de Laith, con la esperanza de llegar antes de que el rey y el príncipe partieran para detenerlos.

No hubo descanso para ellos. Cabalgaron lo más rápido que pudieron y aunque se prepararon para cualquier problema en el camino, sorpresivamente el camino estaba casi limpio, lo cual no era para nada un buen augurio.

Eso sólo significaba que el enemigo se había reunido en otra zona.

Cuando Wonho llegó al reino, el sol ya estaba bajando de lo alto e Ivrisia salió a recibirlo. Desafortunadamente el mensaje y el capitán llegaron al mismo tiempo. Es por eso que la princesa no pudo ocultar su rostro cubierto de lágrimas y sus manos temblorosas al darse cuenta del peligro.

Él no necesitó más explicaciones.

Simplemente supo que llegó tarde.