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Estaba aturdido, debía admitirlo. El movimiento que Hyungwon había hecho contra él había sido totalmente inesperado y certero, al punto de haber sido derribado sin tanto esfuerzo por aquella persona que lucía físicamente débil, aunque ahora dudaba si se trataba solo de su apariencia.

Saur se quedó en el lugar de entrenamiento un buen tiempo intentando recuperarse, pues aunque la patada en la tráquea no fue tan potente para hacer un daño grave, si lo fue para dejarle un poco de molestia al ser una zona sensible. Pero lo que en realidad trataba de volver a la normalidad era su mente. Sus desordenados pensamientos volvían una y otra vez a la misma pregunta; ¿Hyungwon fue capaz de hacerle algo así? ¿Acaso Hyungwon...? No, lo más importante era... ¿Por qué él lo hizo llegar a tal extremo?

El rey soltó un suspiro y finalmente después de mucho tiempo se puso de pie. Tenía claro que él fue el imprudente y le debía una enorme disculpa al príncipe. Sobre todo si su suposición era cierta. Entonces, aún con los pensamientos revueltos decidió que iría a buscar al chico y se disculparía por su inusual comportamiento, como debía.

Ingresando al castillo pensó en que el mejor lugar para encontrarlo era la habitación que se le había otorgado en su temporal estadía. Esa que ya parecía tener su esencia de lavanda impregnada en el ambiente, bastaba con acercarse a la puerta un poco para sentirla pero Saur la sintió extrañamente con más claridad y no tardó en darse cuenta del motivo; la puerta estaba totalmente abierta.

Intentando ser prudente esta vez, se acercó con cautela sin alzar la mirada por mero respeto a la privacidad del príncipe por si lo de la puerta se trataba de un descuido, entonces tocó el marco de la puerta dos veces y llamó su nombre una vez. Al principio pensó que la ausente respuesta se trataba de enojo, pero por alguna razón sintió que no era así y arriesgándose a ser un imprudente por segunda vez se asomó por fin para comprobar con sus propios ojos si el príncipe estaba escuchándolo o no. Pero se encontró con una enorme habitación vacía.

Se quedó pensativo un momento, repasando mentalmente los lugares donde Hyungwon solía pasar, pero por más que lo pensara solo había unos cuantos que visitaba de vez en cuando, generalmente su habitación y el jardín serían los únicos dos lugares donde era casi seguro encontrarlo. Sin querer darle más vueltas al asunto, pidió a una criada que buscara a Hyungwon y le hiciera saber de su paradero, pensó que esa era la mejor opción de llegar a él, al menos hasta que después de un par de horas la criada volvió a él casi con el corazón en la mano diciéndole que a pesar de haber buscado en los lugares más y menos concurridos, Hyungwon no estaba.

Inmediatamente después de saberlo, el rey dio la orden de buscarlo minuciosamente, pero sin hacer escándalo. Se informó a criadas y guardias, se les pidió vigilar y buscar pero a pesar de todo el esfuerzo de horas, el príncipe no estaba.

Era como si simplemente se hubiera esfumado.

En otro lugar del reino, el responsable capitán estaba cumpliendo con el mandato del rey. Revisando minuciosamente cada plan, cada cuartel, cada armamento y cada grupo de personas. El trabajo era arduo, pero él era el mejor en lo que hacía, manteniendo en el pensamiento al delgado se preguntó si el entrenamiento estaría yendo bien y cuando su jornada acabó, decidió que al volver al castillo iría a buscarlo para preguntarle, aunque dentro de sí mismo tenía claro que el tema era solo una excusa para hablar con él.

Cuando llegó al castillo al que prefería llamar hogar, debatió un par de segundos sobre cómo encontrarse con el príncipe, si debería dedicarle un tiempo a su apariencia y buscarlo al estar más presentable, si era mejor esperarlo a la hora de la cena o si iba directamente así para que pareciera más casual. Al final acabó improvisando yendo directamente al jardín donde Hyungwon solía apreciar las flores cuando se aburría, pero ni siquiera llegó al lugar de destino antes de detenerse abruptamente por el extraño panorama que vio.

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