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Desde que el hombre lo abrazó, Hyungwon podría jurar que ese desconocido estaba emocionado de poder verlo, sus sollozos lo delataban. Lo malo de la situación es que el propio príncipe todavía no tenía idea de quien era y por qué lo estaba abrazando de una forma tan íntima.

Sorprendido de aquella actitud echó un vistazo a su alrededor y de avergonzó un poco de ver que todos los miraban, incluso pensó en qué hubiera pensado Wonho de esa muestra de afecto si hubiera estado presente. La peor parte es que nadie hacia nada por separarlos, quiza porque ellos si conocían la identidad del hombre, pero no él.

Fue en ese momento que quizo preguntar o decir algo, pero justo antes de hacerlo, el emocionado hombre se separó de él sólo para poder mirar su rostro, transmitiendole una extraña sensación familiar de dolor que Hyungwon no supo explicar.

— Hijo mío... —dijo el desconocido mientras sostenía su rostro con mucha delicadeza.

¿Hijo?

Algo en su pecho hizo «¡bum!» al escuchar esas palabras proviniendo de él, e inmediatamente sus ojos se irritaron también.

Entonces, lo vio.
Vio sus recuerdos, o eso es lo que parecía.

A pesar de tener un poco mas de edad, y algo más de barba de lo que recordaba, él era de su padre. ¿Qué hacia allí? ¿Eso significaba que ya podía volver a casa?

De repente la sonrisa que pintó en sus labios y las incontrolables ganas de corresponderle con un abrazo aún más fuerte se detuvieron en seco. Los recuerdos que se agolparon al inicio se hicieron borrosos y fueron reemplazados por unos menos agradables.

Él recordó ser huerfano, sus padres murieron cuando tenía sólo 8 años de edad y él quedó a cargo de una vecina que lo ayudó en lo que pudo para que saliera adelante, y lo máximo que Hyungwon pudo conseguir en su vida fue el trabajo mediocre que tenía y la soledad de perder también a su segunda mamá cuando recién alcanzó los veinte años.

En cambio, sus primeros recuerdos fueron esas increíbles imagenes donde montaba a caballo con su padre, o disparaba hacia una fruta con un arco adaptado para su edad, e incluso se miró a sí mismo y al hombre de los recuerdos, con ropas similares a las que vestían en ese lugar de locos. En resumen, recordó una vida que técnicamente nunca tuvo, o al menos una vida que no era la suya, sino la del príncipe.

Sin embargo, ese hombre era su padre realmente. No importaba si en ese lugar de locos o en su vida real, era la misma persona.
¿Eso significaba que podría ver a su madre con vida de nuevo? ¿También habría alguien idéntica a ella? ¿Tambien sería su madre?

No se habia dado cuenta, que sus pensamientos se estaban mezclando y acelerando, no podia saber que era invencion y que era real, las cosas empezaban a perder el sentido y le estaba empezando a costar respirar, tanto que sus extremidades cedieron.

— ¡Hijo! —exclamó el hombre sujetandolo con más fuerza, porque era incapaz de sostenerse a sí mismo en esos momentos, ya que toda su concentracion estaba puesta en las imágenes que se reproducían sin descanso en su cabeza, superponiendose unas con otras.

La princesa al ver a quien ya consideraba su amigo, pasando por tal situación, no dudó en acercarse para verificar su estado de salud, pero al notar la palidez y el leve temblor en el príncipe, supo que no podía esperar más.

— ¡Llamen al galeno! —ordenó a pesar de que había dos personas por encima de su rango, pero nadie se opuso ya que ambos estaban preocupados y no reaccionaron a tiempo.

Las personas correspondientes recibieron el mandato y cada una corrió a hacer y preparar cosas diferentes sin esperar más ordenes, dejando sólo a la familia real en la habitación.

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