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Podría resumir aquella respuesta en una sola palabra: maltrato. Pero como siempre, todo era más fácil pensarlo que decirlo.

Nunca se había sentado con nadie precisamente a hablar sobre su vida, sobre lo que vivió desde pequeño y aún en su vida de joven adulto. No porque no quisiera desahogarse nunca, sino porque nunca nadie le había preguntado algo como eso.

¿Cómo podría explicarle eso a Wonho? No tendría sentido decir nada. Él creía que Hyungwon era un príncipe y según lo entendido, lo más difícil que un príncipe podría cruzar en su vida, sería el forzoso entrenamiento o el dolor de cabeza en medio de liderar una guerra, pero nada comparado a lo suyo.

— Yo... —tragó con fuerza y sonrió intentando parecer tranquilo— bueno, la verdad es que...

No tenía excusas, ni siquiera la cosa más banal aparecía en su cabeza.

— Supongo que aquella situación debió ser horrible... —susurró el capitán con la mirada clavada en el suelo.

Al principio no comprendió aquella repentina frase que soltó su acompañante, pero después de pensarlo un poco, lo supo.

El príncipe Hyungwon real no era una persona común de la realeza, era alguien extremadamente valiente y por lo tanto, también había sufrido más que el resto. Según todo lo que había leído y escuchado, incluso había desaparecido. Quizá fue raptado por enemigos y torturado hasta morir. Quizá había escapado de la guerra y muerto de hambre en el camino. Quizá simplemente había muerto en guerra y su cuerpo no fue encontrado o era irreconocible. Cualquier situación de esas podría ser viable, pero ninguna era esperanzadora, todo parecía tratarse de que la vida del príncipe había sido caótica con un final triste.

— Perdóname, no debí preguntar y hacerte recordar lo que ocurrió aquel día. —le pidió con un tono claro de arrepentimiento— solo fue extraño... Recordé repentinamente esa vez que caíste del caballo cuando éramos pequeños.

El capitán miró a la nada y de repente una leve sonrisa comenzó a formarse en sus labios, alzando sus comisuras sin prisas pero sin pausas, seguramente viendo en su memoria aquel recuerdo del que lastimosamente no podía ser partícipe.

— ¿Cuántas veces me he caído de los caballos en toda mi vida? —preguntó con tono desesperado tan gracioso que el capitán soltó una risita por su pregunta.

— Muchas veces, seguramente... —le respondió con una sonrisa— pero esa vez, precisamente fue impactante para mí... —la sonrisa de su rostro que hasta hace un momento no podía borrarse, comenzó a desaparecer lentamente— seguramente no lo recuerdes.

El ánimo de Hyungwon decayó casi tanto como el de Wonho. Ya estaba acostumbrado a sentirse insuficiente en muchas cosas, pero estar junto a alguien que juraba tener una vida de recuerdos junto a ti y no poder devolverle algo de eso de la misma forma, era otro nivel de insuficiencia.

— ¿Qué ocurrió? —preguntó decidido a qué aquel recuerdo no se manchara de tristeza, sino que al contrario fuera recordado con alegría en honor al príncipe real— hazme recordar.

La sonrisa de Wonho volvió parcialmente y lo miró casi con entusiasmo, entonces pese a su cansancio, se acomodó para contar la historia como si fuera algo genial.

— Fue en un tiempo específico, primavera. —susurró— lo tengo muy presente. En ese momento nuestros padres estaban en alguna de sus típicas reuniones y me encontraba aburrido en los pasillos. Creo que no es necesario recordarte lo mucho que me sentía fuera de lugar cada vez que no estaba en mi casa, afortunadamente si estabas tú... —le sonrió de lado— Acababas de salir de clases con alguno de tus tutores y corriste hacia mí...

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