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La intensidad del dolor le hacía imposible ignorarlo, así que fue obligado a despertar pese a todo su malestar.

Al volver en sí, inmediatamente comenzaron a dolerle muchas partes de su cuerpo, incluso algunas que pensaba que nunca podían dolerle.

Hyungwon sabía que el dolor de su cabeza se debía probablemente a la resaca de haber estado bebiendo hasta quedar inconsciente, pero lo extraño era que no podía explicar el insoportable dolor en su cuerpo. También estaba seguro de que no se encontraba en su casa, y era muy probable que tampoco estuviera en una cama o siquiera en alguna casa, ya que no podía abrir bien los ojos por culpa de la intensa luz del sol que le daba directamente en el rostro.

Sin abrir los ojos no podía descifrar donde estaba, pero extendió sus manos para palpar la superficie en la que se encontraba y pudo sentir hierba, humedecida seguramente por el fresco rocío de la mañana y confirmando sus sospechas.

No estaba en una cama, ni siquiera en una casa.

Ante eso, su primer pensamiento fue que estaba en un parque o en el campo que visitaba los fines de semana para hacer un solitario picnic y pensar, o quizá en un sitio parecido, al que en medio de su embriaguez decidió visitar.

Al fin y al cabo, aunque estuviera borracho seguía siendo el mismo nerd solitario que amaba la naturaleza ¿no?

Llevándose una mano a la cabeza, trató de forzarse a sí mismo —a pesar su dolor— a abrir los ojos de una buena vez para enterarse de su entorno y dejar de ser tan miserable aunque sea por un momento.

Entonces sus pequeños ojos lucharon por abrirse e incluso llegaron a cristalizarse un poco por los molestos rayos del sol. Pero cuando su visión por fin pudo aclararse un poco y observó a su alrededor con más detenimiento, solo pudo distinguir árboles.

Nada más.

Frunció el ceño ante su extraño descubrimiento.

¿Dónde estaba?

¿Por qué parecía estar en medio de la nada?

Miró hacia otro sitio a pesar de que su cuello crujió adolorido, pero al igual que en el otro lado, sólo vio árboles.

Intentó moverse con más libertad y ponerse de pie del tirón, pero no pudo porque le dolía todo el cuerpo.

No tenía muchos recuerdos de lo que había pasado la noche anterior, así que supuso que su dolor se debía a dormir en el suelo en mitad de la nada, eso no era nada cómodo. Pero... ¿Qué hacía allí? Además... ¿Cómo llegó hasta allí?

De repente su brillante cerebro decidió darle la información necesaria, trayendo un par de recuerdos borrosos a su mente y cuando recordó, se frotó la frente con molestia.

— Malditos compañeros... — soltó en voz alta.

Lo recordaba.
Bueno, al menos un poco.

Recordaba haber salido con sus compañeros después del trabajo. No era la primera vez que salían, aunque él fuera relativamente nuevo en la empresa, lo habían invitado un par de veces para salir a tomar algo en algún viernes por la noche, pero al parecer esta vez no acabó como las otras.

¿No cuidaron de él?

— ¿Qué clase de broma es esta? — Continuaba mirando a su alrededor, pero seguía sin saber dónde estaba, no veía los límites del parque, mucho menos a las personas... Aunque, ¿Qué clase de parque sólo tiene arboles y no caminos?

Ayudándose del árbol donde se encontraba apoyado, se puso de pie con lentitud, se sacudió las manos y la ropa apartando la tierra suelta que se había pegado en esta.

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