20.

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Era extraño ver a Hyungwon de aquella manera, parecía que ni siquiera se sorprendió de verlo llegar, tampoco se molestó porque abriera la puerta sin llamar antes y a pesar de ver su preocupación, tampoco le hizo ningún tipo de pregunta.

Siempre había amado ver las facciones de un Hyungwon liberal y expresivo en todas sus facetas, pero ver al Hyungwon que tenía enfrente era como ver una página en blanco, no había nada que leer en su rostro.

— ¿Te sientes bien? —preguntó avanzando hacia él, deseando tener la oportunidad de tocar su rostro— ¿Qué pasó en mi ausencia?

Hyungwon lo miró directamente a los ojos y sin querer, sus ojos se cristalizaron.

— ¿Por qué no has cumplido tu promesa? —preguntó casi con resentimiento— ¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué, Wonho?

El mayor miró directamente a sus ojos sin comprender muy bien la situación, sin embargo, si era sincero tampoco tenía una respuesta a aquella pregunta.

¿Acaso estaba reteniendo al príncipe inconscientemente?

¿Por qué él estaba teniendo esa repentina reacción?

— Hyungwon, tranquilícese, por favor... —pidió el capitán acercándose lentamente al delgado que permanecía sentado junto a la ventana de la que había sido designada como su habitación— ¿Qué ha pasado?

Tenía muchos deseos de saber qué había pasado exactamente o quién le había hecho algo al príncipe, pues estaba lo suficientemente cansado y molesto como para castigar a quien fuera sin piedad, por tal atrocidad. Sin embargo su pregunta fue ignorada nuevamente.

— Te hice una pregunta. —soltó sin mirarlo a la cara— ¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué no puedo irme? —sollozó— quiero irme a casa... Tú lo prometiste...

Se quedó en silencio, aturdido por aquella pregunta que se le hacía por segunda vez en ese rato y que de alguna manera lo hacía sentir que algo muy malo le había sucedido al príncipe en su ausencia. ¿Qué se supone que debes responder a una pregunta de la cual no se sabe la respuesta?

— Volver puede representar un peligro. —admitió vagamente— prometí cuidarlo, y como capitán general y debo lealtad a todos los príncipes y reyes de la alianza, debo cumplir también esa promesa, —explicó— pero el camino para regresar es difícil de recorrer y puede conllevar mucho riesgo. Es... Simplemente muy peligroso. —concluyó sin ánimos de dar más detalles.

No sabía que más decir. Había mencionado los motivos suficientes y menos alarmantes para convencer al príncipe de quedarse. No quería exponerlo al peligro de una posible guerra y mucho menos quería decirle lo que se le había informado. Él no parecía estar en condiciones de procesar bien lo que se le decía, así que por lo menos esperaba que con lo poco él se convenciera a sí mismo de quedarse ahí, a su lado, donde realmente pudiera protegerlo como quería.

El silencio seguía reinando en la habitación después de lo mencionado, afortunadamente el capitán no se había apresurado a comentar nada más, simplemente dejó que el príncipe pensara hasta que después de un rato, asintió.

— Bien... —suspiró— si eres tan leal como dices, cumple tu promesa. —ordenó— La que me hiciste a mí... Y por favor no tardes en hacerlo. —el mayor no sabía como tomarse aquel comentario pero al menos parecía haberlo convencido de quedarse un poco más, entonces lo vio retomar una postura imperativa y aunque sus ojos permanecían húmedos por las recientes lágrimas que se escaparon de sus ojos, cuando sus miradas chocaron pudo sentir un nivel de autoridad inexplicable en él— ya puede retirarse. —le ordenó.

Llevaba toda una vida viviendo bajo órdenes de la realeza a pesar de pertenecer también a ella. Pero aquello sin duda era la primera vez que lo hacía sentir angustiado.

— Sí, alteza... —respondió sin poder sostener el contacto visual por más tiempo— lo mas pronto posible le llevaremos a casa, pero antes voy a informar al rey de su decisión. Me retiro. —se despidió recibiendo un asentimiento como respuesta.

Definitivamente aquella era la primera vez que tenía una charla tan distante con quien consideraba su amigo. Así que en cuanto salió de la habitación del príncipe y cerró la puerta detrás de él sin poder evitar soltar un suspiro. Una parte suya se entristecía en sobremanera tan solo de pensar en lo mucho que Hyungwon había sufrido cuando estuvo ausente, y perdido al punto de hacerlo cambiar tanto y hacerle olvidar todo lo que conocía, incluyendolo, pero otra parte suya estaba molesta porque había visto como derrumbaban a sus espaldas y en un par de días aquello pequeño que él había logrado reconstruir en el príncipe.

El nombre de su hermano apareció en su mente cuál rayo iluminando la oscura noche y no tardó más de dos segundos en decidir que iría a verlo, entonces se dirigió rápidamente a la oficina por la cual había pasado anteriormente. Cuando entró vio a su hermano concentrado leyendo algunas cosas que tenía sobre la mesa. Avanzó hacía él y con todo el malhumor que puede tener alguien con dos noches sin dormir, avanzó hacia él con ímpetu hasta golpear la madera del escritorio con ambas palmas de la mano, creando un fuerte sonido que alteró al rey.

— ¿Qué demonios le hicieron? —gritó mirando directamente hacia los ojos de su hermano— me voy apenas un rato y vosotros acabáis con todo su carisma y alegría. —gruñó sintiéndose más enfadado— ¿Por qué no me habeis dicho que ha tenido un accidente de tal relevancia? ¿Ya lo ha revisado el galeno? ¡Era tu deber cuidarlo!

El rey se puso de pie con su aura de soberbia y miró de reojo a su propio hermano.

— Cuida tu boca y no me grites. —le ordenó claramente hablándole como rey y no como hermano— creo que hay cosas más importantes de las cuales asegurarse antes que de la tristeza de un chico que no sabe lo que quiere y que aunque ni siquiera sabe cuidarse solo, siempre toma los riesgos más estúpidos.

— No, cuida tú tus palabras. —gruñó en respuesta— Estamos hablando del heredero más importante de esta alianza y además de una persona muy preciada para mi. —soltó sin pensar— Debiste decírmelo al llegar. Debiste cuidarlo mejor.

Saur rodeó el escritorio en el que había estado ocupado hasta el momento y apoyó una mano en el hombro de su hermano.

— Hoseok, concentrate en la guerra. —le volvió a ordenar, sabiendo que había inquietado aún más a su hermano, así que no le quedó más opción que intentar calmarlo— él está bien y lo estará, por ahora lo que necesitamos es que vayas a preparar tus tropas y...

— Quiere irse. —soltó casi desesperado a lo que Saur respondió con una mirada de sorpresa.

— ¿Qué? —cuestionó incrédulo sin dar fe a lo que sus oídos aseguraban haber escuchado.

Wonho asintió cabizbajo y suspiró.

— Quiere volver a su reino, casi me lo ha suplicado entre lágrimas. —miró a su hermano— No le he mencionado la guerra porque no se le nota estable, aún así...

— Él no puede irse. —interrumpió— ¡No está listo para ser el monarca del reino más poderoso de la alianza! Ni siquiera podría considerarse un príncipe ahora mismo, no tiene la suficiente formación para reinar. Es como si no hubiera tenido ningún tipo de entrenamiento o formación. Es como...

El capitán levantó la mirada que hasta hace un momento había tenido clavada en el escritorio. Odiaba saber que su hermano se interesara siempre por otras tonterías antes que por lo que debería importarle.

— ¿Que no está listo para reinar? —preguntó con sarcasmo apartando la mano de su hermano con fuerza— Saur, él no está listo ni siquiera para salir de aquí. —la rabia que se estaba acumulando en su interior podía notarse a través de sus ojos— Podríamos escoltarlo, sin embargo los rumores de guerra me hacen pensar que los enemigos ya saben que él está aquí y que es precisamente lo que quieren. Sería un suicidio. —guardó silencio un momento— No... En realidad sería un homicidio y tú y yo seríamos los responsables.

Saur lo miró fijamente analizando aquellas duras palabras que su hermano había soltado sin cuidado.

— ¿Qué propones capitán? —susurró.
Wonho suspiró al escuchar aquella pregunta. De entre todas las cosas que sabía, sólo había algo que se le ocurrió que podría hacer en ese caso para hacer que Hyungwon estuviera contento y posiblemente a salvo.

Era la única forma en la que podría cumplir su promesa aunque no quisiera.

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