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Aún sujetando su espada en su mano derecha, pensó en su siguiente paso. Necesitaba llegar a donde se encontraba Wonho luchando, e ir a ayudarlo. Sin embargo, lo habían encerrado en su habitación como método de defensa para evitar que se involucrara personalmente en la guerra, cosa que él no autorizó en absoluto en esta ocasión ni en la anterior. Él quería salir y luchar por su cuenta, incluso si no pudiera dar un motivo válido por el cual ir, aún así sentía con todo su ser que debía hacerlo.

Lo que su padre no sabía, es que la vez anterior no se escapó por ninguna puerta. Ahora lo recordaba claramente. En su habitación existía un pasadizo que nadie sabía que se encontraba ahí, el cual Hyungwon el príncipe había encontrado un día de su pasado accidentalmente, y guardó el secreto hasta su adultez, ya que sin importar el castigo de ser encerrado en la habitación, se escabullía sin necesidad de hacer un alboroto.

Siempre se había considerado un alma libre y aventurera, y ese pasadizo era su principal medio para no tener obstáculos delante. Podría considerarse incluso como un experto en fugas, cosa que le ayudó a escapar cuando estuvo secuestrado en tierras enemigas.

Ubicando los recuerdos del príncipe en su mente, recordó que su pasadizo se encontraba en el lado contrario a la puerta, asi que tranquilamente comenzó a pasar las manos por la pared, intentando encontrar el mecanismo que estaba escondido. Y justo cuando estaba concentrando su atención en recordar como abrirlo, se escucharon unos pequeños golpes en la puerta.

—Hijo... —le llamó el rey a través de la puerta, pero Hyungwon lo ignoró ya que estaba demasiado ocupado en estos momentos, además de enfadado por su reclusión forzosa. —Hijo por favor, debes entender que esto es lo mejor… —continuó el padre. —Te perdí una vez y ahora que te recupero…

Hyungwon entendía a su padre, realmente lo hacía, pero parecía que el rey no podía entender a su hijo.

Habían muchas cosas ocurriendo al mismo tiempo en su vida, el príncipe Hyungwon estaba ahí siendo un aventurero imparable, pero también un Hyungwon moderno que no entendía muchas cosas, la conexión con Wonho y un inagotable deseo de salvarlo. Todo estaba dentro de la cabeza de la misma persona, y no había tiempo de preocuparse por asuntos como esos. Incluso si la preocupación de su padre fuera perder a su heredero, si el capitán moría... Igualmente el rey habría perdido a su hijo, aunque el heredero siguiers vivo, no habría forma de que se recuperara de la pérdida y jamás sería el rey que podría esperar.

Era difícil de entender, pero el Hyungwon moderno se limitó a saber que la vida del príncipe y la del capitán estaban ligadas más allá de lo físico. Su conexión almatica les hacía sentir que si perdían a uno, perderían al otro en consecuencia.

Después de encontrar el mecanismo, Hyungwon hizo que la puerta o mas bien, parte del muro se abriera. Sin embargo, antes de irse se acercó a la puerta sabiendo que su padre seguía de pie ahí.

Era mejor hablar, para que su padre creyera que continuaría ahí.

—Padre... —le llamó. —Deberíais encaminaros hacia la batalla. —dijo con voz fingidamente triste como si estuviera rindiendose. —Cuando regreséis podremos tendremos esta conversación como debe ser.

Se escuchó un largo suspiro del otro lado.

—Esta bien. —contestó el rey con un tinte de pesar en su voz, ya que no pasó desapercibida para él la manera de hablar de su hijo.

Con cuidado de no hacer ningún ruido, el príncipe regresó a donde se encontraba la otra puerta abierta y escapó de aquella habitación con prisas, llevándose únicamente su espada consigo, sabiendo que si todos estaban ocupados preparándose o incluso yéndose a la batalla no se percatarían de su huida. Después de todo, no era la primera vez que se escapaba de esa manera.

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