Capítulo 35

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Capítulo 35: el barrio rojo

Bakugou estaba molesto.

Acababan de llegar a Taiyaki, la ciudad más al Este de Kamimo, la ciudad portuaria más importante del reino y la más transitada por los comerciantes.

Y, precisamente por eso, por la insufrible cantidad de gente que había en esa ciudad, habían tenido que aterrizar a kilómetros de distancia para no ser vistos

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Y, precisamente por eso, por la insufrible cantidad de gente que había en esa ciudad, habían tenido que aterrizar a kilómetros de distancia para no ser vistos.

¿Y por qué? ¿Por qué hacer una parada en semejante nido de humamos de mierda cuando la Isla de Fuego quedaba a tan solo unas jornadas más de viaje?

Pues, obviamente, la culpa había sido del pelos de mierda.

Varias noches atrás, mientras dormían en un bosque, el pelirrojo y él se habían encontrado a una pareja de animagos en problemas.

Uno de ellos tenía el aspecto de un pájaro de sombras mientras que su compañera era muy similar a una rana.

El caso fue que Tokoyami, que así se llamaba el animago, había perdido el control de su magia y una grotesca sombra de ave había tomado el control de su cuerpo, destrozando todo lo que había a su paso.

Asui, la animaga que lo acompañaba, no sabía cómo ayudarlo y solo podía pedir auxilio con la esperanza de que alguien en las proximidades acudiera en su ayuda.

Katsuki y Eijirou se encontraban a uno o dos kilómetros de distancia y el ruido de la sombra monstruosa incordió tanto al rubio que se despertó con ganas de querer matar a alguien.

Kirishima lo miró aterrado pero se limitó a seguir a su rey enfurecido hasta el epicentro del desastre, donde Tokoyami se abrazaba a sí mismo en un intento de recuperar el control y no hacer daño a Asui.

Bakugou observó la escena durante unos instantes, encaramado a uno de los pocos árboles que quedaban en pie a su alrededor desde donde podía tener una visión general de la situación y, agudizando la vista, logró atisbar que un fino hilo rojo unía los meñiques de ambos magos.

No pudo evitar resoplar. Aquella habilidad que había adquirido tras la ceremonia de iniciación resultaba ser la mayoría de las veces más un estorbo que algo útil. Información innecesaria que a él no le interesaba en lo más mínimo.

Un graznido de la sombra oscura lo trajo de vuelta al presente y, tras sonreír de manera siniestra, se abalanzó sobre ella al grito de shineeeeee.

Una gran explosión siguió a su declaración de guerra y un fogonazo de luz capaz de iluminar varias hectáreas hizo que la figura del ave fantasmagórica se desintegrara en mil pedazos.

La animaga ataviada con un traje verde no tardó en correr hacia su pareja para comprobar que estuviese bien y dio un suspiro de alivio.

– Eres un mago muy poderoso, kero.– aseveró la muchacha, mirando con genuino agradecimiento a Katsuki, quien en esos momentos se sacudía las manos tras un trabajo bien hecho.– Gracias por la ayuda.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora