Capítulo 9

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Capítulo 9: cuestión de sinceridad

Katsuki se sentía como la mierda. No solo porque la puta herida del costado sangrase sin parar y que bajo su cuerpo se estuviese formando un charco que teñía la hierba de un color carmesí, sino porque un constante dolor oprimía su pecho, asfixiándolo con malicia, recordándole una y otra vez que la había cagado hasta el fondo.

Por cada minuto que pasaba, sentía que la aflicción se incrementaba, que el aire no llegaba a su pecho y que mil agujas invisibles laceraban su carne.

Dicen que cuando un dragón es consciente de quién es su destinado y éste se aleja de su lado, el dolor lo carcomerá desde dentro hasta la muerte

Y Bakugou comenzaba a darse cuenta de que era verdad.

Melancólico, alzó la vista hacia la luna sobre él y la maldijo con todas sus fuerzas. De no ser por ese maldito color rojo que brillaba en el cielo, no habría perdido los papeles y Deku seguiría a su lado... Pero... ¿de qué servía ya lamentarse?. Si su destino era morir desangrando en el bosque, apoyado en el tronco de un árbol cualquiera mientras un caballo le juzgaba con la mirada, ¿qué más podía hacer?.

«Vive... Katsuki, tienes que vivir».

Las palabras de su madre resonaban como un eco profundo en el interior de su cabeza. ¿Vivir?. Rió para sus adentros. No era tan fácil. El último deseo de Mitsuki se vería truncado en menos de una semana. ¿La razón?. Aquella maldita herida o la ausencia de su destinado.

Imaginar que ese maldito humano estaba a su lado era el delirio más conveniente ya que en aquellos momentos, recordarle era lo único que apaciguaba el dolor que sentía, como si de un sedante se tratase, pues aunque la tortura sobre su cuerpo persistía, parecía aminorar si pensaba en él, en sus bellas esmeraldas, en su tierna sonrisa y en aquella caballera mentolada imposible de peinar.

Podía jurar que ese idiota estaba delante de él, que había regresado y que se acercaba a toda velocidad. 

"Ojalá".— pensó, pues la imagen del pecoso que había creado era muy real, tanto, que mientras el pecoso corría hacia él incluso gritaba su nombre, ese estúpido apodo infantil digno de un niño de cuatro años... 

— ¡Kacchan!.

De repente, el dolor desapareció por arte de magia y Katsuki parpadeó perplejo. El peliverde que se acercaba a trompicones no era un espejismo. Era el Deku real. 

— Deku...

Midoriya se agachó apresurado y le tomó del hombro, mirando con horror la cantidad de sangre derramada y el rostro semi-inconsciente del dragón. El rubio en cambio sonrió de lado, encantado de sentir su presencia cerca una vez más. Lo cierto es que no sabía si estaba feliz por verle tan preocupado debido a su demacrado estado o aliviado porque hubiera vuelto a él por iniciativa propia, a pesar de haber huido cuando él perdió el control. Al menos si moría ahora, lo haría en sus brazos.

"Vaya mierda acabo de pensar".— ironizó, asqueado de sí mismo.

Izuku le examinaba nervioso y Katsuki se limitaba a observarle en silencio y con una escalofriante tranquilidad. Ahora que lo tenía tan cerca... ese idiota no estaba tan mal. No podía compararse con él, claramente, pero tampoco era un cero a la izquierda. Pero todos esos pensamientos superfluos se esfumaron en cuanto vio aparecer detrás del pecoso la cabeza de una chica de cabellera castaña.

Automáticamente frunció el ceño y apretó los dientes, lo que en cierto modo calmó a Izuku, pues eso significaba que Kacchan aún estaba lúcido.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora