Capítulo 17

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Capítulo 17: una metedura de garra

Desgraciadamente, Katsuki no pudo cargar por sí solo cien girasoles sin revelar su aspecto draconiano frente a los campesinos que cultivaban los campos y transitaban el camino, por lo que tuvo que conformarse con llevarse los diez girasoles más grandes que pudo encontrar.

Izuku los recibió en el carro con un pronunciado sonrojo en las mejillas delante de sus cuatro compañeros de viaje y no pudo evitar esconder el rostro en el improvisado ramo fingiendo que olisqueaba las flores.

A su ver, Kacchan solía ser borde y brabucón, pero incluso él podía tener detalles como ese de vez en cuando.

El rubio en cambio sonrió orgulloso, satisfecho por la tierna reacción del menor mientras a su lado, Kirishima luchaba porque su mandíbula no se desencajase demasiado debido al shock.

Bakugou Katsuki no le había regalado nada a nadie en toda su vida. Ni siquiera una disculpa o un miserable gracias. Y a nadie era a nadie. Claramente, el pelirrojo tenía todo el derecho a sorprenderse por la inesperadamente varonil actitud del ojirubí.

  Por supuesto, Eijirou ignoraba que todo se debía a los celos

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Aquella misma noche, el grupo llegó finalmente a la capital de Usagi, - una gran ciudad conocida por sus mercados repletos de mercancías provenientes de los cinco reinos del continente debido a la estratégica situación del reino en medio del resto- , y tras presentarse a los guardias de la imponente puerta como una compañía ambulante de seis miembros, atravesaron las calles empedradas hasta dar con una pequeña plaza donde detener el carro.

Más tarde, durante la cena en una taberna cercana y con un propósito muy concreto, Ashido no dejó de repetir con entusiasmo que en la capital de Usagi las propinas eran muy buenas y que todos debían esforzarse al máximo.

Inevitablemente, ese todos hizo que las miradas se centraran en el único miembro del grupo que no había participado en los espectáculos realizados en pueblos y aldeas durante las dos semanas que llevaban de viaje.

— Pierden el tiempo.— habló Bakugou automáticamente.

El gran Katsuki Bakugou no se rebajaría a ese nivel jamás. Mucho menos para divertir a los malditos humanos de mierda a los que odiaba desde el fondo de su alma.

El resto dio un suspiro amargo.

— Un tragafuegos atraerá a más público, y cuanto más público haya, mayor será la recaudación.— apostilló Sero, aún con esperanzas de ablandar al rubio malhumorado.

En efecto, si Katsuki era un dragón, escupir fuego para él era lo mismo que respirar. Y definitivamente, para los humanos corrientes y de poca educación, es decir, los plebeyos que solían ver sus actuaciones, sería todo un reclamo.  

— ¡Gracias a ti podríamos dormir en una posada y no en el carro, comer carne hasta saciarnos y beber hasta el amanecer!.— exclamaron Denki y Mina a coro.

Las cejas del ojirubí se arquearon. Debía escuchar ese estúpido argumento cada vez que salía aquel dichoso tema de conservación. 

— Pelos de mierda también puede hacerlo.— aseguró con total indiferencia a pesar de estar visiblemente harto.

Pero Kaminari se apresuró a desmetir su afirmación.

— ¡Kirishima es el poderoso Unbreakable!.— lo presentó con pompa, extendiendo sus brazos hacia el pelirrojo que no dudó en sacar pecho ante los elogios.— ¡Ladrillos, madera o roca!. ¡Nada se resiste a su fuerza arrolladora!. Con un título como ese, no puede interpretar dos papeles a la vez. No sería justo.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora