Capítulo 61

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Capítulo 61: ¿qué se siente?

Bakugou despertó con un dolor de cabeza insoportable. 

– Pero qué...

En su mano, la magatama de Izuku brillaba bajo los rayos del sol que tan sutilmente se colaban a través de las ramas del gran árbol sobre el que había dormido y, desconcertado, miró a su alrededor en busca del pecoso, pero al no encontrarlo, un mal presentimiento se adueñó de sus pensamientos. 

– No habrá sido capaz... 

Rápidamente cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos, agudizó la vista para dar con su hilo del Destino. El color rojo que brillaba en él tranquilizó un poco al dragón pero la dirección en la que el otro extremo se alejaba no lo hizo en absoluto. 

A la velocidad de la luz, dos grandes alas rojas emergieron de sus omoplatos y emprendió el vuelo para confirmar que el hilo se alejaba hacia el sur de la Isla de Fuego en línea recta. 

Algo no estaba bien... Lo sabía... Deku no le habría entregado la magatama que tanto atesoraba sin una buena razón...  

Y esa buena razón era precisamente la que le estaba volviendo loco.

Fuera de sí voló hasta la entrada de la gruta donde descansaban sus antepasados y se adentró hasta el lugar donde descansaba también el héroe humano All Might... Encima de su tumba debería estar la espada con la que logró sellar a All For One... Pero como se temía el rubio cenizo, allí no había nada. 

– Mierda, mierda, ¡MIERDA! ¡ESTÚPIDO DEKU! – gritó encolerizado, y solo entonces notó el corte en su mano y la posible finalidad del mismo.

Ese maldito nerd lo había planeado todo y él había caído en la trampa como un completo idiota.

Pero esto iba a quedar así. ¡Por encima de su cadáver! Así que, sin perder más tiempo, salió de la cueva para dirigirse al pueblo en busca de respuestas y dispuesto a achicharrar a quien no quisiera dárselas.

• • •

– ¡KIRISHIMA!, ¡KIRISHIMA!

Katsuki tiró abajo la puerta de la casa del dragón de dientes picudos. Dentro no había nadie y eso solo le hizo enfurecer aún más porque desde que había aterrizado en Jitaku no había visto a nadie.

No podía creerlo. ¿Es que se habían ido todos sin él? ¿Le habían dejado solo en esa isla?

– Majestad, ¿hay algún problema? – Tamaki apareció a su encuentro con varios niños a su alrededor.

Por un momento, el ojirubí se sintió aliviado, pero en seguida recobró su mal carácter y encaró al dragón completamente rabioso. 

– No encuentro a Deku ni al Pelos de mierda.– acotó.– ¿Dónde están?

Su frío tono de voz y aquellos ojos asesinos asustaron a los niños dragón que se escondieron detrás de Amajiki.

– No... puedo decíroslo, Majestad.– se defendió Tamaki al tiempo que se agachaba a la altura de los pequeños para tranquilizarlos.– Quiero irme, quiero irme, quiero irme... – siseó a media voz y muy incómodo con el papel que se le había asignado.

Pero eso a Katsuki le daba igual. 

– ¿Huh? ¡Soy tu maldito rey! – lo increpó tomándole del cuello de la ropa incluso cuando era un poco más bajo que él.– ¡¡¡Habla!!!

Algunos niños empezaron a llorar y Bakugou los mandó callar con un rugido aterrador.

– L-Lo lamento, pero Midoriya me hizo jurar que no se lo diría, y yo...

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora