Capítulo 40

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Capítulo 40: las flores del Infierno

La noche cayó sobre la Isla de Fuego al mismo tiempo que el numeroso grupo que allí se había reunido regresaba a la pequeña aldea abandonada.

Los artistas ambulantes e Izuku se encargaron de encender varios fuegos y de repartir comida a los niños mientras que los Tres Grandes mantenían una charla distendida con Bakugou y Kirishima, posiblemente, explicándoles y narrando de principio a fin todo lo que les había ocurrido desde el ataque de Ignis. Su secuestro, su estancia en las cavernas de Water Hose, los experimentos, la batalla contra Chisaki Kai...

De vez en cuando, el pecoso desviaba la vista hacia la casucha en ruinas en la que los dragones más mayores se encontraban hablando. Él también quería estar ahí, pues aún debía revelarle a Kacchan unas cuentas cosas, entre ellas, que los demonios parecían precisar la sangre real que corría por sus venas... En otras palabras, que le buscaban y que se encontraba en un grave peligro.

Pero por ahora esperaría su turno y no apresuraría las cosas. Estaba seguro de que incluso el rubio cenizo se sentiría sobrecargado ante la cantidad de información que debía de estar procesando en aquel momento, así que no pasaría nada por esperar un poco más.

Al fin y al cabo, ¿qué podría sucederles en aquella isla? No es como si los demonios pudiesen entrar en ella. Allí estaban a salvo por el momento, tanto ellos como los dragones, tanto adultos como pequeños... Eso es lo que realmente importaba. 

● ● ●

Varias horas pasaron hasta que los dragones salieron de la casa. Las estrellas brillaban en el cielo nocturno y todos los niños habían caído hacía tiempo presa del sueño y del cansancio tras un día tan emocionante como lo había sido ese.

Deku se mantenía despierto a duras penas junto al fuego, observándolo con monotonía mientras se abrazaba las rodillas cuando de repente, algo cálido cubrió sus hombros.

En seguida descubrió que era la capa roja de Katsuki y que éste acababa de sentarse a su lado.

El rubio miraba el fuego con un rostro tenso. Aún debía estar poniendo en su lugar todas las piezas del puzzle que acababa de desentrañar...

Izuku alzó la cabeza y buscó con la mirada al resto de dragones, pero al no encontrarlos volvió a posar sus esmeraldas sobre su destinado. 

– ¿Dónde están los demás? – inquirió con curiosidad.

Bakugou no le miró y siguió escudriñando el fuego con seriedad.

– Kirishima les ha llevado a ver el santuario de nuestros ancestros para que presenten sus respetos.– respondió.– Volverán después.

Deku asintió y se acomodó la capa sobre el cuerpo, aferrándose a ella para entrar en calor mientras aspiraba el aroma que Katsuki había dejado en ella.

– ¿Y tú... por qué no has ido con ellos?

El pecoso conocía la existencia de un santuario donde enterraban a los reyes gracias a la información que le habían proporcionado los Tres Grandes durante su viaje, por lo que no entendía cómo es que el actual rey y soberano no había ascendido al volcán con ellos al ser ese un lugar tan importante.

– Quería estar contigo... a solas. 

Aquella respuesta sobrecogió al pecoso en sobremanera. No se lo esperaba, no tan de sopetón. 

Kacchan no solía ser así y aquel tipo de actitud le agradaba tanto como el sorprendía. ¿Dónde estaban sus malas palabras? ¿Dónde estaban las quejas o los apelativos despectivos? 

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora