Capítulo 39

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Capítulo 39: la sonrisa que atesora Katsuki

Deku dejó ir los labios de Bakugou y contempló desde cerca el rostro enrojecido del dragón.

En sus rubíes podía ver muchas cosas, entre ellas, la sombra del arrepentimiento, de la culpa, pero también había alegría, emoción y una refulgente chispa de felicidad.

Eso le inspiró confianza, pues si Kacchan se alegraba de verlo desde el fondo de su corazón, no le apartaría ni le obligaría a irse de allí, y eso, para él, significaba mucho.

Sin embargo, pese a querer hundirse en aquel pequeño momento de felicidad, el pecoso seguía teniendo dudas y ciertos miedos que solo las palabras de Katsuki podrían aclarar.

– ¿A-Aún sigo siendo... el único para ti?

Aquella cuestión sesgó el aire que el rubio respiraba como si de una cuchilla se tratase.

Sin duda, era una pregunta a la que Izuku le había dado muchas vueltas y a cuya respuesta tenía pavor. Desde que el ojirubí lo dejó atrás, esa había sido su mayor preocupación y su mayor miedo. Incluida la causa de sus pesadillas y la razón de su deplorable estado de ánimo durante las primeras semanas.

El sentir que había sido despechado por no ser suficiente, el creer que Kacchan estaba dispuesto a renunciar a él y vivir con un constante dolor por su culpa, por no poder ayudarle a evitar la desaparición de los dragones...

Durante gran parte del viaje se había culpado a sí mismo por ello. Pero también culpó a Katsuki, aunque en seguida se arrepentía de ello. Quería entender los motivos del dragón para hacer todo aquello, quería hacerlo... pero al final, su propio egoísmo se lo impedía.

No es justo, pensaba.

Y realmente no lo era.

No para él.

Por su parte, Bakugou apartó la mirada y centró su atención en aquel hilo que los unía a ambos, aquel hilo que aún seguía brillando con un tenebroso color negro.

Acertadamente, supuso que aquella pregunta era la razón de la desconfianza de su destinado, y la verdad es que no podía culparle. 

Entre ellos se había creado una estúpida brecha debido a la falta de comunicación y a su incapacidad para sincerarse con Deku.  

Todo había sido su maldita culpa, de principio a fin, pero ahora podía remediarlo. Ahora podía darle una explicación y apaciguar todas y cada una de sus dudas para eliminar cualquier malentendido y resentimiento.

Por ello, volvió a mirar al peliverde, el cual había creído que la causa por la que el dragón había apartado la vista era para no tener que decirle a la cara lo único que no quería oír. 

Que realmente había sido sustituido por otra persona.

Sus esmeraldas volvieron a arremolinarse y las lágrimas comenzaron a caer. Aún seguía sosteniendo el rostro de Kacchan en sus manos, pero éstas comenzaron a temblar, incapaces de asumir lo que creía que era la cruel verdad.

Pero entonces, una de las manos del rubio cubrió una de las suyas, tomándola con firmeza para que el pecoso no dejase de sostener su cara.

Midoriya se sobresaltó ante esto, pero observó que el dragón se mantenía calmado, observándole desde abajo con una tranquilidad tan impropia en él que le producía escalofríos.

– Siempre has sido el único, idiota.

Una ráfaga de fuego ascendió desde la punta de sus pies hasta la última hebra del cabello verdoso del único de los dos que se mantenía de pie, aunque no por mucho tiempo, pues Izuku no tardó en abalanzarse sobre Katsuki sin ningún tipo de pudor, tirándole hacia atrás mientras le agarraba con fuerza, llorando en el hueco de su hombro como lo haría un niño, rebosante de felicidad y alivio.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora