Capítulo 37

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Capítulo 37: la Isla de Fuego

Bakugou abrió los ojos únicamente para encontrarse con la habitación de aquella casa de cortesanas en la que se había quedado dormido.

La cabeza le dolía horrores, muy probablemente debido al alcohol consumido durante la noche anterior, pero si había algo que le doliese más, entonces, eso era su corazón.

De manera inconsciente, su cuerpo se encogió sobre el lecho adoptando una posición fetal y apretó los puños sobre el pecho hasta el punto de arañarse la piel.

Aquel sueño le había herido profundamente, recordándole de manera cruel aquello que podría haber sido y no fue, mostrándole una vida feliz, despreocupada; una vida tranquila en Ignis, junto a todos los extras de la ciudad, junto a sus viejos...

Una vida que ya no estaba a su alcance

Un cúmulo de emociones confusas azotó su mente sin compasión junto con el ya asiduo dolor que martirizaba su cuerpo desde el día de su partida.

Sí, lo sabía, lo sabía.

Lo había hecho todo mal. Lo había estropeado todo.

Aquel sueño le había hecho entender cuál era su mayor deseo, pero también le había ayudado a comprender por las malas que, al menos, una parte de él todavía no se había vuelto imposible de conseguir.

Aún estaba a tiempo de regresar a Deku. 

Finalmente lo había entendido, que sin él no era nada, que su vida giraba a su alrededor y que la distancia lo único que había hecho en todo este tiempo era asfixiarlo, torturarlo sin piedad.

Pero eso podía cambiar. Ignis no regresaría. Su gente no regresaría... Sus padres tampoco lo harían... pero... ¿y Deku? ¿Aún podría volver a él?

¿Todavía le aceptaría? ¿Le perdonaría después de haber hecho semejante gilipollez? Dejarle atrás y estar a punto de traicionarlo con cualquier mujer... El solo haberse planteado esa estúpida idea ya era suficiente como para querer tirarse de cabeza a un volcán.

Había sido un imbécil, un puto egoísta. Un cabrón al que si despellejaban vivo no podría quejarse, pues ese sería un castigo menor comparado con el daño que le había infligido a su destinado.

Katsuki estiró uno de sus brazos y los rubíes del joven se deslizaron sobre aquel hilo negro anudado en su dedo meñique.

Esa era la prueba de su crimen, de que Izuku había sufrido, de que su lazo se había debilitado... de que la desconfianza y las dudas, quizá incluso el odio, habían ensombrecido el corazón de al menos uno de los dos.

El dragón se incorporó sobre la cama y suspiró.

Tenía que volver y explicárselo todo, de principio a fin. Ese pecoso que irradiaba bondad por los poros lo entendería. Siempre había sido comprensivo con todos, ¿no? Si Bakugou debía aferrarse a un rayo de esperanza, definitivamente era a ese.

Si hacía falta, se arrodillaría ante él pidiendo perdón y masticaría su orgullo con gusto. Hundiría la cabeza en el puto suelo hasta que Deku le rogase entre lágrimas incómodas que se levantase. Sí, eso serviría...

"Pero no es suficiente" – pensó. 

No podía volver con las manos vacías. No podría mirarle a la cara y decirle que se fue y que le había hecho daño para absolutamente nada. Puede que Deku fuese un idiota, pero incluso él tendría la capacidad de guardar rencor a una persona.

Katsuki estaba seguro de que si lo buscaba ahora, el peliverde no le perdonaría haberle abandonado por mucho que volviera arrepentido y con el rabo entre las piernas.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora