Capítulo 70

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Capítulo 70: Corazón de Dragón

Cuando a Kendo le faltaban aún varios metros para aterrizar en el campamento de Shiketsu, Katsuki saltó de su lomo como alma que lleva el diablo, cargando el cuerpo inmóvil de Izuku en sus brazos.

– ¡¡¡UN MÉDICO!!! – gritaba a pleno pulmón con las facciones desencajadas.– ¡CARA REDONDA!, ¡¿DÓNDE ESTÁS?!, MALDITA SEA. ¡NECESITO UN PUTO MÉDICO YA!

Rápidamente, a su llamada acudieron varias personas, entre ellas Ms Joke, Yaoyoruzu y la propia Ochako, la cual había seguido a Katsuki cuando éste había abandonado la Isla de Fuego tras despertar y entender que había sido dejado atrás por Deku y el resto. 

Al principio, la bruja había mantenido la distancia con el dragón mientras lo seguía, desde su punto de vista, de una manera discreta, pero llegó un momento en el que su presencia se volvió evidente y acabó viajando sobre el propio Katsuki, agotada tras cinco o seis días de vuelo constante sobre el mar, conversando de vez en cuando con el dragón mientras éste seguía un hilo rojo en el cielo que para la castaña era del todo invisible. 

Habían entablado así una relación extrañamente cordial mediante la cual Bakugou había aprovechado para desahogarse y airear sin tapujos todo lo que pensaba sobre el hecho de haber sido abandonado sin mediar palabra. Entre insulto e insulto, Uraraka intentó hacerle entender cuáles habían sido las razones de Izuku para hacer algo así, pero ante la cabezonería del rubio, la bruja acabó dándole un buen golpe en la cabeza con su báculo mientras le gritaba que se lo merecía por haberle hecho al pecoso exactamente lo mismo antes.

Ante aquel argumento implacable, Katsuki enmudeció y no volvió a quejarse ni a sacar el tema hasta que hubieron llegado a las planicies del reino de Shiketsu, donde ya no solo el hilo rojo del Destino le sirvió de guía, sino que el olor a sangre, una colosal humareda negra y una inmensa cortina de fuego actuaron como faro para conducirles a su última parada. 

Al sobrevolar el campo de batalla, Uraraka y Katsuki vieron cómo éste había sido partido en dos por la barrera de fuego, y al comprobar en qué lado se encontraban los estandartes del campamento de Shiketsu, la bruja decidió bajar de inmediato.

– No hagas nada de lo que te puedas arrepentir, Bakugou-kun.– le había pedido Ochako convencida de que sus palabras serían ignoradas.

– ¿Quién te crees que eres para darme órdenes, eh, Cara redonda? – berró Katsuki echando humo por los orificios de la nariz.– ¡Haré lo que tenga que hacer!

Dicho esto, el dragón se lanzó en picado hacia bajo mientras Uraraka volaba hacia las posiciones del reino que estaba siendo invadido por otros tres.

Cuando revoloteó sobre el campamento base, algunos soldados dispararon flechas creyendo que era parte del enemigo, pero en seguida, una muchacha de cabellera negra embutida en una brillante armadura plateada conminó a los soldados a detenerse.

– ¡Princesa! – exclamó la bruja aterrizando frente a la chica que le había prestado su ayuda.

– ¡Uraraka-san! –respondió Yaoyoruzu, recibiéndola con un cálido abrazo.– Pensé que te encontrabas en la Isla de Fuego cuidando de Jiro-san...

– Y lo estaba...– aseguró con una risa nerviosa.– Hasta que cierto dragón se despertó y quiso venir aquí...

La princesa asintió al saber perfectamente sobre lo que hablaba la muchacha, pero en seguida, su mente dejó de lado sus preocupaciones personales y tomó de las manos a la castaña.

– Si estás aquí, ¿podrías ayudarnos? Hay muchos heridos y los sanadores no alcanzan a atenderlos a todos.

Ochako no se lo pensó y siguió a la princesa hasta una tienda donde los soldados heridos estaban siendo llevados. Cientos de ellos se agolpaban en su interior, llorando o gimiendo de dolor mientras que los médicos los examinaban, cosían o recolocaban huesos, mientras otros habían sido cubiertos ya por sábanas blancas... Ya nadie podía hacer nada por ellos.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora