Capítulo 23

1.4K 200 242
                                    

Capítulo 23: destino negro

Al mismo tiempo, a muchos kilómetros de distancia, sobre el cielo de Usagi y a punto de cruzar la frontera del reino con Kamino, Katsuki sintió que su corazón se saltaba un latido.

Una terrible sensación invadió su cuerpo, como si una fuerza invisible estuviese aplastando todos sus órganos a la vez que le arrancaba de cuajo el oxígeno.

Sin poder remediarlo, el rubio se agarró el corazón con fuerza, emitiendo un berrido bajo que alertó a su montura.

En esos momentos, Kirishima se encontraba transformado en dragón, uno de escamas rojas tan brillantes como la sangre y tan grande como una hectárea de árboles. Eijirou era aún un dragón joven, por lo que en un futuro todavía debía crecer más hasta alcanzar el tamaño de un adulto.

Lo mismo pasaba con Katsuki, pero éste prefería no adoptar su forma draconiana si podía evitarlo. Solía decir que el cambio era molesto y que era una estupidez tener que transformarse si alguien podía hacerlo por él. De este modo, desde su más tierna infancia, Kirishima se había acostumbrado a ser el transporte del príncipe – ahora rey – de los dragones, llevándolo en su espalda a donde quiera que quisiera ir Bakugou busca-problemas Katsuki.

– Bro, bro, ¿estás bien?.– preguntó Eijirou al sentir cómo el rubio se retorcía de dolor.

Pero Bakugou no estaba dispuesto a reconocer que algo esta mal con él.

– Metete en tus asuntos, pelos de mierda.– berró.

Al dragón rojo no le quedó otra que callar, así que decidió no insistir más y centrarse en seguir volando por encima de las nubes para no ser detectados por los humanos.

El ojirubí agradeció que Kirishima lo dejase en paz tan rápido y durante varios minutos se sostuvo el corazón hasta que su respiración dejó de ser tan acelerada. En verdad, él tampoco sabía qué mierda le había pasado, pero una ligera sospecha le hizo deslizar los ojos sobre su dedo meñique.

Sus ojos se agrandaron entonces.

Su garganta se secó.

Sus manos se cerraron en puños y aquel dolor que atormentaba su corazón se volvió aún más intenso.

Ahora lo entendía todo…

Su hilo del destino se había oscurecido

“La confianza entre los destinados es vital para su relación”. – le había dicho una vez Mitsuki. – “ Pero la confianza es un arma de doble filo, y si ésta se rompe, genera resentimiento… y el resentimiento puede ser letal. Cuando la confianza se rompe, el hilo rojo pierde su esencia y se volverá negro. Es el primer paso hacia la muerte. Por eso, Katsuki, tienes que prometerme que cuidarás de nuestra gente para que nadie acabe… ¡¿ME ESTÁS ESCUCHANDO, MOCOSO MALCRIADO?!”.

Aquellos pequeños fragmentos de su memoria solían ser demasiado borrosos debido al poco interés que Bakugou prestaba a las enseñanzas de su madre, pero ahora, cuando era él mismo el que estaba sufriéndolo en sus propias carnes, comenzaba a lamentar no haberle prestado la suficiente atención.

Deku se había despertado ya. Le había buscado y había descubierto la verdad. Lo sabía, ya lo sabía todo y se sentía traicionado. Por eso el hilo que los unía se había tornado negro como el carbón. ¿Habría llorado?. Por supuesto que sí. ¿Qué jodida pregunta era esa?. De solo imaginarse al pecoso sollozando al comprender que le había dejado atrás para siempre se sentía la rata más vil y miserable del mundo.

¡Era peor que un demonio, maldición!

Pero… ¿de qué serviría ya compadecerse?. El había tomado la decisión de irse sabiendo cuáles eran las consecuencias si un dragón abandonaba a su destino. Le había abierto las puertas a la muerte y a estas alturas no iba echarse atrás. Sabía que a partir de ahora, cada día se convertiría en un calvario, que su cuerpo sufriría y que su corazón dolería constantemente. Así sería durante cada día del resto de su vida, hasta que muriese en soledad, añorando la compañía de su destinado. Su sonrisa… su olor… Su todo.

Dragon king (KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora